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Assassin's Creed III

Assassin's Creed III

La serie Assassin's Creed descubre América y quiere liberarla mediante las duras tareas de Connor. ¡Conoce su entorno y sus posibilidades con estas primeras impresiones en profundidad!

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El año pasado, cuando me encontraba en aquella pequeña sala en Colonia con los desarrolladores de Assassin's Creed: Revelations, no dudé en confesarles lo que quería ver en la tercera entrega de la popular serie de Ubisoft: quería volver a Italia. Creedme, no digo esto porque naciera y creciera en el país de la bota: simplemente pensaba que el entorno era realmente atractivo, pues mi querido país tiene diversos paisajes y culturas que se pueden considerar únicas en el mundo. Y, por dentro, esperaba que no lo ambientaran en EEUU, donde antes de 1492 sólo había nativos americanos y bisontes.

Cuando se filtró la primera información sobre Assassin's Creed III, mis pesadillas se hicieron realidad. El juego se mudaría a Norteamérica, habría armas de fuego y todo estaría hasta arriba de patriotismo americano, de ese que parece estar a la orden del día después del 11-S.

Con cierto espíritu de resignación, me dirigí a unos cines de Milán, donde tendría mi primer contacto con Assassin's Creed III. Por el camino, me fijaba en las vistas de la ciudad y pensaba "vaya, ¿cómo vas a comparar el Duomo de Milán con la chabola donde murió George Washington?" Entré en la sala, me senté y comencé a contemplar las imágenes en la pantalla grande. La magia comenzó a brotar entre ella y yo.

Assassin's Creed III
¿Es eso el símbolo de los Assassins? Por supuesto.
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Todas mis dudas se disiparon en un instante, después de ver durante unos segundos a la nueva estrella de la serie moviéndose entre ciudades, bosques nevados, zonas rurales y campos de batalla. Le vi eliminar enemigos con nuevas armas, escabullirse silenciosamente en situaciones imposibles, cazar animales salvajes, implicarse en las batallas más feroces. Assassin's Creed ha cambiado, y la revolución americana ha provocado una revolución dentro del juego. Una revolución victoriosa, para ser precisos.

En primer lugar, las cortesías. El juego lleva en desarrollo más de dos años, con un equipo del doble de personal que el último capítulo de la serie, incluyendo a la mayoría de los desarrolladores que trabajaron en Prince of Persia: The Sands of Time. Según los encargados del juego, esta es la entrega que ha contado con mayores recursos hasta la fecha y también con la mejor ambientación.

Respecto a ese último punto -y lo digo con pesar, pensando en la belleza de Florencia, Roma o Venecia- no hay duda. Los diseñadores han sido capaces de cubrir un período histórico de treinta años (de 1753 a 1783), consiguiendo a la vez sacar partido a la relativa pobreza de los escenarios de la América revolucionada.

Olvida las ciudades densas y pedregosas de Assassin's Creed II: la América pre-EEUU es un lugar yermo, moderadamente bucólico y salvaje. Las ciudades están constituidas en gran parte por edificaciones de madera, con algunos monumentos desperdigados aquí y allá. Los lugareños son hijos o nietos de colonos en busca de sobrevivir y encontrar una identidad nacional. Es demasiado pronto para crear atracciones turísticas para la gente del futuro...

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Disparos y árboles: nuevas formas de matar.

Por esta razón, la experiencia urbana que vivimos en los juegos anteriores se ha redimensionado. En Assassin's Creed III, aproximadamente un 30% del juego sucede fuera de las ciudades; en bosques, en el campo, en los pantanos. Aquí, el jugador está en contacto con la naturaleza, y en lugar de escalar edificios e iglesias, le vemos saltando entre las ramas y subiendo por muros rocosos. De esta forma, vivirá diversos momentos de soledad en los que los enemigos son principalmente bestias salvajes y un puñado de tropas de reconocimiento.

Nuestro personaje puede identificar la ruta de los enemigos fijándose en las pisadas que dejaron sobre el suelo nevado, o estudiando largos rastros de sangre. Desde lo alto de una colina avistamos un convoy británico; nos acercamos en secreto, saltando de árbol en árbol, mientras se oye el sonido de las flautas que silbaban la famosa marcha militar de la obra maestra de Kubrick, Barry Lyndon. En la parte trasera de la caravana se encuentra un carro tirado por caballos, cargado de heno. Sólo hay que alcanzar una rama más alta que las demás y está hecho: viaje gratis hasta la ciudad.

En la ciudad lo que se escucha es el rumor familiar de los numerosos habitantes que deambulan por las calles. Ahora parece más viva que nunca. Acabamos de llegar a Boston, donde nos da la bienvenida un vendedor ambulante. Justo después, un chaval que reparte periódicos nos ofrece el último número. Un verdulero se tropieza dejando caer una manzana que recoge un ladrón para salir corriendo. Todo lo que se mueve alrededor parece vivo de verdad: la gente se saluda entre sí, parece que el mundo seguiría adelante incluso sin nuestra presencia.

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Poco después, un control de paso británico nos detiene, momento en el que decidimos escapar, corriendo entre puestos de venta, carros en marcha y otra tanda de árboles, hasta que conseguimos dar esquinazo aprovechando la picaresca: colándonos por una ventana que muy oportunamente había abierto una señora desprevenida. Cruzamos su salón, saltamos por la ventana del otro lado y por fin respiramos tranquilos.

Poco después estamos montando a caballo, intentando llegar al campo de batalla. No es simplemente "una batalla", sino que se trata de la batalla de Bunker Hill (1775), donde el coronel William Prescott pronunció la famosa frase: "no disparéis hasta que no veáis el blanco de sus ojos". Entonces tocaba ver una bonita escena de corte, montada para demostrar el nivel de detalle que han conseguido los desarrolladores y el empleo de la cámara virtual, todo con un ambiente realmente cinematográfico. Tras la colina, doscientos soldados británicos (sí, 200 NPCs en pantalla) descargan su rabia contra los rebeldes americanos. Esquivamos las balas de cañón, vemos cómo se esconden los soldados tras las rocas o mueren sobre la marcha. Lo mejor es huir del caos y atacar por el flanco izquierdo, pero una patrulla vuelve a cortarnos el paso.

En este momento, llega la demostración del sistema de combate de Assassin's Creed III. Nuestro héroe lanza un gancho sobre el primer enemigo, olbigándole a pender de una rama hasta la muerte. El segundo queda atrapado por el nuevo assassin, mientras otros cinco preparan sus mosquetes. Utilizando el rehén como escudo, los enemigos desperdician su único disparo (no pueden recargar demasiado rápido), momento ideal para repartir otras tantas bajas: dos tomahawks se encargan de una pareja, el tercero cae con un disparo de pistola y el cuarto con un hachazo. Para el que queda, un golpazo en el cráneo es lo más espectacular. La sangre sale por todos los lados, pero no hay tiempo para entretenerse y ya tenemos a tiro al próximo objetivo: el general británico en su campamento.

Hasta el momento no hemos hablado del protagonista de esta nueva entrega. Como ya habréis advertido, lucha del lado americano. Su descripción podría sorprenderos: su nombre es Connor, un americano medio nativo de la tribu de los Mohawks, con media sangre inglesa. Creció con la tribu, ambientándose naturalmente en los conflictos. Connor está obligado a unirse a los Assassins para realizar una labor muy precisa, sin comprometer la neutralidad de su tribu. Por lo tanto, le encontramos similar a Ezio, pero mucho más moderno, con algunos elementos nativos (esas plumas, por ejemplo), y con la inevitable capucha gris.

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Connor se mueve por motivaciones bien diferentes a las de Ezio o Altäir: no más historias de venganza y fe, sino relatos de auto-determinación, de decidir entre la tiranía y la libertad, entre la esclavitud y la emancipación. Quizás notes algo de patriotismo americano, y estamos seguros de que llegará al corazón de muchos americanos. Pero de cualquier modo, la historia tiene un buen trasfondo y puede ser emotiva hasta para los europeos.

Además, la naturaleza mestiza del protagonista abre el camino para una trama muy interesante, repleta de dudas e inseguridades sobre la modernidad y la tradición. Nuestro héroe es un cazador americano nativo, pero también es un futuro ciudadano americano... A veces le vemos en plena naturaleza, matando un ciervo, siguiendo las huellas de un oso. Otras, corretea entre los mosquetes y actuando sin piedad para conseguir su objetivo.

Por el momento, Ubisoft prefiere guardarse el resto de detalles del argumento. Nos contaron que Desmond volverá y que la historia "fuera del Animus" se recapitulará por completo, para facilitar a los posibles nuevos jugadores. Algunos aspectos secundarios del juego, incluyendo los aliados y el sistema económico, estarán de vuelta, pero es muy pronto para hablar de ellos.

Podemos considerarnos realmente satisfechos. Podrías decir que es un juicio precipitado, pero en este caso sabemos que estamos en lo cierto: Assassin's Creed III será el mejor capítulo de la serie y estamos desando contribuir a la creación de una nueva nación en compañía de George Washington, Benjamin Franklin y, por supuesto, el amigo Connor.

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