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Assassin's Creed IV: Black Flag

Análisis de Assassin's Creed IV: Black Flag

En el Caribe hay muchas aventuras por vivir. Y muchos templarios por apuñalar por la espalda.

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En algún punto de la primera Piratas del Caribe, el Jack Sparrow de Johnny Depp dice algo así como "vamos allá donde queremos, eso es un barco, no solo es la quilla, la cubierta y unas velas, lo que en realidad es, lo que la Perla Negra es en realidad... es libertad."

Puedo imaginarme a los desarrolladores de Ubisoft aprendiéndose esta frase de memoria y repitiéndola como un lema cuando se pusieron a trabajar en Assassin's Creed IV: Black Flag. Cuando tomas el control de la nave de Edward, el Jackdaw, definitivamente sientes que el mundo es tuyo y que puedes explorarlo como te plazca, ir donde quieras. Da igual hacia dónde te dirijas, encontrarás aventuras; algo por descubrir, un tesoro por desenterrar, el escondite de un animal, un objeto coleccionable. O un templario que hay que matar.

De eso va la esencia de ser un pirata, hervida hasta dar con un Caribe en miniatura que, a diferencia de las excéntricas aventuras de Depp, está anclado firmemente en la historia y el realismo. Como cabría esperar, es esa versión algo torcida de la historia y la realidad que siempre propone esta serie, en la que se va revelando que una serie de figuras históricas tienen lazos con los Templarios o los Assassins.

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Assassin's Creed IV: Black FlagAssassin's Creed IV: Black Flag

El viaje nos lleva a La Habana, Nasáu, Kingston y las Islas Caimán, por mencionar unos cuantos destinos. Nos encontramos con legendarios personajes como Barbanegra, y todo un reparto de otros piratas y regentes. Si sus nombres no te resultan familiares, puedes encontrarlos en Wikipedia en un santiamén.

El personaje protagonista, Edward Kenway, no aparece en ningún libro de historia, pero eso no lo hace menos carismático. Es agudo y creído, pero también algo decidido. Está empeñado en encontrar un gran tesoro para volver a casa como un hombre rico, o conseguir que su mujer separada se una a él en el Caribe desde su hogar en Gales. Ni siquiera es un Assassin en el término tradicional; la prenda encapuchada es literalmente algo que saqueó, y simplemente la lleva porque le gusta cómo queda ese look.

Hasta ahora Edward se ha ganado la vida como corsario sirviendo a la Corona Inglesa, pero conforme las guerras se terminan, deja de ser un negocio rentable. Pero su camino se cruza con el de los Templarios cuando están tratando de localizar un lugar llamado El Observatorio, un sitio desconocido parecido al legendario El Dorado, que promete esconder inmensos tesoros. Naturalmente, Edward también quiere echarles el guante.

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Si bien Edward no es formalmente un Assassin, está cortado con el mismo patrón. Posee la Vista de Águila, tiene mano tanto con el alfanje como con la daga, y como se ha convertido en un incordio para los Templarios del lugar, pronto demuestra su utilidad para los Assassin, por mucho que no fuera parte de la orden.

Esto no quiere decir que seas simplemente el chico de los recados. Edward es un tipo con sus cosas, y aparte el capitán del Jackdaw, así que puede hacer prácticamente lo que le venga en gana.

Una vez te haces con tu nave puedes levar anclas y partir hacia donde te apetezca, y la vida a bordo es ciertamente ajetreada. Constantemente te encuentras con maderas a la deriva y marineros náufragos que puedes reclutar para que se sumen a tu tripulación. Existe un abundante número de pequeñas islas que ni siquiera se han dibujado todavía en los mapas, donde puedes encontrar tesoros y objetos coleccionables. Verás navíos españoles e ingleses de comercio y guerra en el horizonte, mientras que un vistazo rápido por tu catalejo revelará su fuerza frente a la tuya, así como la carga que transportan. El ron y el azúcar se pueden vender por dinero contante y sonante, mientras que la madera, el hierro y las telas son recursos importantes que permiten realizar mejoras en tu barco (cañones, un casco más resistente o más espacio para tu munición y tripulación).

Assassin's Creed IV: Black Flag

Asaltar otras embarcaciones es una actividad mayormente opcional, pero también una de las que más hemos disfrutado. Además, a no ser que quieras que las últimas misiones sean dolorosamente complicadas, lo recomendable es hacerlo de vez en cuando. Al tiempo que cortas las olas, directo hacia tu presa despistada, te vas preparando para disparar voleas de balas de cañón sobre el condenado navío. Hasta que esté envuelto en llamas y ya no se mueva. Entonces te dan a elegir; puedes lanzar una descarga adicional y hundirlo, o abordarlo y derrotar a su tripulación en la intimidad. La primera alternativa sólo te deja la mitad del botín, pero lógicamente es la más segura. En barcos más pequeños sólo tienes que cargarte a unos cuantos enemigos, pero con las naves de mayor tamaño tendrás que luchar contra el capitán, abrirte camino hasta lo más alto del mástil y cortar la bandera.

Los carriles del mar están repletos de barcos, de modo que sueles acabar luchando contra dos o tres en cada ocasión. A veces hay que lidiar con la niebla, las condiciones climáticas adversas o las enormes olas, que pueden llegar a ser muy destructivas si no las enfilas como es debido. Si lo pasas mal, la única opción es izar todas las velas e intentar una huida, rezando por que los vientos sean favorables.

También verás navíos ingleses y españoles luchando entre sí, por lo que, como si fueras un carroñero, puedes zambullirte y quedarte con los restos del botín... o quizá convertirlo en un trío de batalla naval.

Cuando tengas ganas, también puedes enfrentarte a un fuerte. Estas posiciones altamente fortificadas están mejor equipadas que la mayoría de los barcos, pero merecen la pena. Cuando todos los cañones han caído y el comandante ha muerto, todos los secretos de una zona quedan revelados. Funciona parecido a la sincronización a la hora de desembarcar. Partes del mar anteriormente patrulladas por buques de guerra que atacan a plena vista y permiten aún más exploración.

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Todo esto se despliega sin cortes, sin el más mínimo atisbo de cargas de datos. Si ves una isla que te interesa visitar, simplemente echas el ancla, te apartas del timón, saltas por la borda y nadas hacia la orilla.

La única excepción respecto al último párrafo son las poblaciones y asentamientos más grandes, como la susodicha Habana, donde el juego más o menos arranca. Cuando ves La Habana entiendes por qué pasa esto. Es enorme. Repleta de tiendas, misiones secundarias y otras actividades, puntos de sincronización (tan integrados en el ADN de la serie que han comenzado a extenderse hacia otros títulos de Ubisoft), y también donde sucede una gran porción de la historia. Eso significa que hay un montón de ejercicios de 'parkour' por realizar entre tejados y ramas. Como siempre, el mundo es tu patio de recreo y puedes hacer lo que quieras.

La mayoría de la acción en tierra debería resultar familiar a los fans de siempre de la serie. Edward no viene equipado con el arco de Connor, pero con algo de artesanía es capaz de llevar hasta cuatro pistolas. El sistema de combate se parece a lo visto en juegos anteriores y funciona como vienen promulgando los desarrolladores. Con ánimo y ganas me enfrento a mis enemigos, sin importarme si es una confrontación directa o una sigilosa puñalada por la espalda. El método da igual, pues resulta igual de satisfactorio.

Assassin's Creed IV: Black Flag

En el único aspecto en el que flojea Black Flag es en los controles. Pero son el tipo de problemillas a los que nos hemos acostumbrado en la serie. A veces a Edward le da por chocarse con el marco de la puerta en lugar de atravesarla, y he perdido la cuenta de las ocasiones en las que me he subido a una caja en lugar de quedarme frente a ella. Por estas cosas, de cuando en cuando pareces más un payaso que un atlético assassin, pero es verdad que los problemas sólo se dan en momentos en los que no quieres corretear por las azoteas, ramas, mástiles y demás. Mientras lo tuyo sea subirte a los edificios y realizar saltos a los que no te atreverías en la vida real, funciona perfectamente.

De regreso al presente hay muchos cambios. Desmond Miles ya no forma parte de la historia, así que en su lugar jugamos con un personaje protagonista anónimo que se acaba de unir a Abstergo Entertainment. En resumen, somos un desarrollador de videojuegos que se dedica a escarbar en las memorias genéticas para encontrar historias aptas para experiencias de realidad virtual. Bueno, esa es la historia oficial en cualquier caso. Cuando caves algo más hondo, descubrirás que hay intenciones mucho más siniestras en juego.

Pero en realidad sólo vivirás un puñado de estas secuencias del tiempo contemporáneo. Todas se despliegan desde una perspectiva en primera persona y son relativamente breves. Si quieres, puedes salir del Animus y hacer de pirata de la actualidad, 'hackeando' los ordenadores de los colegas para más información. No es algo obligatorio, pero aporta algo de trasfondo.

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Dado que Desmond ya no forma parte de la historia, esta entrega también significa el mejor punto de partida para la gente que, por una u otra razón, todavía no se han sumergido en la serie. Las mecánicas se han ido puliendo y refinando con el tiempo, por lo que se hace difícil encontrar faltas en el sistema de juego central. Tampoco hace falta comprender el panorama completo, pues el protagonista "real" de las anteriores entregas ya no tiene un papel en la historia.

Mi partida guardada dice que he invertido unas 23 horas para pasarme la historia principal en Xbox 360. Antes de eso, me pasé media de la docena de misiones principales de la historia en PlayStation 4 durante 14 horas, lo que me permitió avanzar bastante más rápido en mi segunda vuelta. Haciendo cuentas, Assassin's Creed IV: Black Flag dura fácilmente unas 28-30 horas en la primera vuelta, incluso más si quieres saquear todo el contenido opcional.

En cuanto a los gráficos de ACIV, la versión de PS4 humilla sin despeinarse a las viejas consolas. La tasa de imágenes es más alta y estable, y los escenarios presentan muchos más detalles. Hay más vegetación, los mares están recreados con mucho más realismo y belleza, los rostros de los personajes mejoran notoriamente. En cuanto al contenido, las versiones son idénticas.

Assassin's Creed IV: Black FlagAssassin's Creed IV: Black Flag

Como ya cabe esperar, también hay multijugador en Assassin's Creed IV: Black Flag, pero lamentablemente no pudimos probarlo. Este modo es una versión evolucionada de lo visto en los juegos predecesores, donde los jugadores se mezclan con los PNJ e intentan asesinar a los demás sin que les pillen. Existen diversas variaciones del concepto, pero la idea esencial es la misma. Si lo pasaste bien con el multijugador de entregas anteriores puedes esperar más de lo mismo, pero si no te gustó, entonces es poco probable que Black Flag te termine convirtiendo a la orden online. Cubriremos el multiplayer en profundidad cuando tengamos ocasión.

Pero a lo mejor eres como yo, de los que principalmente están deseando conocer la historia, y si es así, está claro que este aspecto de Assassin's Creed IV: Black Flag te atrapará. Es una trama absolutamente fascinante. La combinación de la rama de gameplay (ahora clásico) de la serie con la gran sensación de libertad y aventura cuando entras en mar abierto es tan increíble como suena. No es innovador o revolucionario, ya lo habíamos visto todo en diversas formas y grados, pero Ubisoft se ha convertido en toda una máquina de producir AC bien lubricada y potenciada con el paso de los años. No es únicamente un brillante Assassin's Creed; Black Flag también consigue eclipsar con su bandera negra cualquier otro videojuego de piratas que haya probado en mi vida.

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09 Gamereactor España
9 / 10
+
Un enorme mundo con cantidad de misiones. Emocionante historia. Geniales mecánicas. Montones de contenido opcional. Un gran punto de partida para los nuevos en la serie.
-
Los controles en las zonas de libre exploración pueden resultar algo patosos en ocasiones.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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