Análisis de Assassin's Creed Origins - DLC The Hidden Ones

Con todo la potencia con la que Ubisoft quería relanzar esta serie que tan importante ha sido para la compañía francesa durante la última década, era de esperar a que su lanzamiento le siguiera una buena cantidad de contenido extra. Assassin's Creed Origins - Los Ocultos (The Hidden Ones), es la primera gran expansión de esta aventura que llegó hace algo más de tres meses a PC, Xbox One y PlayStation 4. No una pequeña descarga gratuita o un evento, una ampliación en todos los sentidos como parte del pase de temporada.

El mismo mundo y el mismo protagonista, pero en otra zona y unos años más tarde. Bayek, un tanto envejecido, cruza el Mar Rojo hasta la península del Sinaí para asistir al encuentro de Los ocultos. Este grupo, el origen de la Hermandad, está empezando a definir sus creencias y sus métodos, por lo que estamos ante una expansión que tiene mucho significado para quienes han seguido la historia desde el principio, incluso más que el juego principal. Hay pasajes que enlazas con lo que ya hemos jugado, como por ejemplo, que por fin cierra el arco del Escarabajo.

La expansión está compuesta por cuatro zonas más o menos pequeñas (de hecho una es solo agua, el propio Mar Rojo, pero repletas de actividades y misiones. Hemos tardado unas siete horas en hacerlo casi todo, pero aún quedan cosas para quienes quieran un 100%. Aunque es importante destacar que no hay ningún reto duro como podría ser el Elefante de guerra. Los cinco niveles extra del personaje (pasa de 40 a 45 con la actualización obligatoria) se suben bastante rápido porque las recompensas en XP son bastante generosas. Y como no hay habilidades nuevas para desbloquear, es buen momento para retocar lo que se quedó a medias.

Uno de los problemas que hemos visto a Los Ocultos es que ya no despierta esa inquietud por vivir el mundo abierto. No vimos ningún interés a despejar zonas o encontrar guaridas de animales. Aquí te mueves más bien por objetivos concretos, como pueden ser los tesoros porque en muchos hay preciado cristales de carbón. Sí que hemos disfrutado con los acertijos de los Papiros porque eran más complejos que los anteriores, o quizá porque no hemos pasado tanto tiempo por el mapa intentándolo. Tampoco van a faltar los Ermitaños y esas otras actividades rutinarias.

En cuanto al diseño de las misiones, está un poco desnivelado, y es una pena porque el juego base es brillante. Sí que hemos encontrado algunas propuestas interesantes, como el seguimiento de los papeles de un loco por toda la región o algunas de las peleas contra grupos de enemigos. Hay un par de escenarios en los que asesinar bien planteados en los que tienes que pararte un rato a estudiar el caso y a ejecutar con elegancia. Pero también hay muchas que no te dicen nada, que parecen puro relleno.

También hay que mencionar, y esto ha sido una sorpresa, que Los Ocultos tenga tantos fallos técnicos en comparación con el juego base. Ya sean errores en el comportamiento de la IA, o de detección de colisiones, o glitches que tejan atascado en cualquier sitio... Y el más alarmante es que hay una sección que tiene lugar en una cantera en la que todo el framerate se viene abajo si los guardias dan la voz de alarma. Es comprensible que los títulos de mundo abierto tengan sus fallos, pero Ubi ya había demostrado en Assassin's Creed Origins que lo tenía bien controlado, y de repente se le ha ido con la ampliación.

Por tanto, nos quedamos con que estamos ante una buena expansión, que tiene un buen mensaje escondido para los fans que no se pierden una entrega porque va a los orígenes de la Hermandad. Pero que, sin embargo, no alcanza el nivel brillante del juego base en diseño ni en interés y además tiene algunos errores más. De sobra para que compense comprarla si te has quedado con ganas de más.