Assassin's Creed Valhalla - impresión con 6 horas de juego

Con el calendario prácticamente encima, Ubisoft me ha dado la oportunidad de jugar seis horas a Assassin's Creed Valhalla. Ya es bien conocida esta entrega que mete al jugador en piel vikinga y realiza con él la travesía por el mar del Norte en busca de paz, comida y casa, algo que los locales no están dispuestos a ofrecer. También Eivor, su protagonista, mujer u hombre según uno quiera.

Sabido todo eso, esta demo empezó con la partida ya establecida en las tierras de la Inglaterra del siglo IX, con Eivor intentando forjar alianzas y cerrar acuerdos comerciales para su pueblo mientras mantiene a raya a los enemigos. Eso de ser el invasor en lugar de el protector es un comienzo interesante y los guionistas han aprovechado bien esta inversión de roles para dar al protagonista el papel del antihéroe con cierta moral, controlando la situación a cada paso. Por suerte, sus aliados son menos propensos a invadir con gracia y misericordia, una posición que se refleja hasta en los objetivos, ya que el juego invita a evitar que se dejen llevar a baños de sangre por su tendencia a escoger siempre el camino a la gloria más violento.

En realidad, parece que la trama se divido en dos segmentos, o arcos diferenciados por decirlo de otro modo, que cuentan la historia de un reino concreto. Los primeros instantes son el asentamiento, que se puede ampliar y mejorar utilizando los recursos que se van consiguiendo entre saqueos y asaltos. Puedes construir edificios como cuarteles o panaderías e ir evolucionándolas para conseguir ventajas para el personaje y sus soldados. También se puede ir cambiando el aspecto con las runas y las estatuas e incluso montar un festín para aumentar la moral de la tropa. Es un pasatiempos al que merece la pena dedicar un tiempo pero no da mucho de sí, pues ni siquiera te deja escoger dónde colocar los elementos para que le des tu toque personal.

Es lejos del confort del hogar donde vas a pasar la mayor parte del tiempo. En mi caso, una de las primeras historias consistió en derrocar al rey de Mercia y sustituirlo por un títere más dispuesto a llegar a acuerdos y a negociar tratados con la horda vikinga. Hubo que viajar hasta Ledecestrescire, lo que supuso un buen paso por un mapa enorme en el que varios reinos encajan como un puzle.

A pesar de que la paleta de colores es más sosa que la que tanto lustre da a las ciudades de Assassin's Creed Origins y que las cosas de Odyssey, entre el forraje peinado por el viento y los muchos tonos de marrón de suelo, paredes y madera, cada localización de la nueva entrega pinta bien porque da la sensación de haber sido diseñada a mano, con criterio, y no de forma automatizada ordenando componentes solo para que funcione. Claro que al lado del mapa de Londres de Watch Dogs: Legion, parece poco.

Ese largo camino dio para ir encontrándose con asentamientos enemigos, con puzles de runas curiosos, con algunas vistas bonitas en las que detenerse y con misiones secundarias de todo tipo, de las más bizarras a algunas bien raras. Me llevo la impresión de que se han tomado en serio la crítica de que poblar el mapa de juego de signos de interrogación que debajo esconden misiones insulsas una vez que te cruzas medio mapa para llegar, pero sigue dando la sensación de que vas navegando entre islas de contenido, por mucho que sea todo tierra lo que hay bajo los pies. Si hay que compararlo, este trozo de mundo de juego está significativamente mejor empaquetado que el de la Grecia Clásica.

Porque, en general, Assassin's Creed Valhalla parece ser más serio en todo que Odyssey, y por eso damos gracias a Thor. Bathos, el personaje que introduce el humor de una forma bastante forzada para rebajar el tono general tan serio, es muy abundante para lo que se espera de un personaje así hoy en día. Y en cambio en Valhalla sí da la sensación de que hay algo que contar, ya sea mediante las escenas de vídeo o sencillamente interactuando con los personajes PNJ.

Con mucho camino atrás, por fin llegué a Ledecestrescire. Buscando y buscando al rey me metí en una incursión en la que puedes saquear monasterios y pueblos tranquilos y en una invasión en marcha, de proporciones épicas y una belleza cruel. Fueron las dos formas de entender un poco mejor el sistema de combate, que parece tomar prestado bastante de Odyssey, pero con un poco más compostura. Tienes cuatro habilidades, como envenenar al enemigo o una muerte instantánea abalanzándote sobre él. Da bastante libertad para escoger armas y ofrece un buen árbol de evolución en el que ir encontrando otras ventajas que parecen diferenciarse bastante entre sí, aunque no pude explorarlo demasiado.

Para empezar a evaluar con criterio el acabado técnico hay que esperar a la versión final, pues el acceso que Ubi nos dio fue a una versión cloud y es preferible juzgarlo instalado y a 4K. En este caso, y puede que sea representativo de lo que va a llegar a Stadia, tenía un buen aspecto, pero con algo de sacrificio en filtro de texturas y distancia de dibujado. De todos modos, es un juego oscuro, con mucho barro y mucha brutalidad, que es lo que uno se imagina de este periodo profundo de la Edad Media.

La conclusión que saqué es que Assassin's Creed Valhalla sigue el mismo camino que Origins. Tiene pinta de ser una edición con poca innovación, que va a dejar gran parte del peso a su historia y su temática. Saldremos de dudas sobre su calidad en cuestión de semanas, el 10 de noviembre.