¡Es Pascua! ¡O Semana Santa! Hemos llegado a esa época del año en la que buscamos celebrar la primavera y darnos un capricho sin límite de huevos de chocolate y dulces. En el espíritu de la festividad de este año, el equipo de Gamereactor se ha reunido para compartir un puñado de recuerdos relacionados con los Easter Eggs favoritos de cada redactor de todos los tiempos en los videojuegos. Hay un montón variado, así que empecemos con el amor de Óscar por S.T.A.L.K.E.R.
Aunque no es una adaptación directa, el juego toma su nombre y parte de su atmósfera de la cinta. Ambas obras, a su vez, tienen sus orígenes en Picnic extraterrestre, la novela de los hermanos Strugatsky, que introdujo la idea de La Zona, un lugar misterioso lleno de peligros y secretos. Mientras que Stalker de Tarkovsky es lenta y meditativa, un inquietante viaje hacia la creencia, el anhelo y la fragilidad de la esperanza, S.T.A.L.K.E.R. te arroja a una Zona más brutal, una marcada por la sombra de Chernóbil, donde la supervivencia es la única ley que importa. A pesar de sus diferencias, ambas comparten una vibra inquietante y melancólica que las hace inolvidables. Un gran ejemplo de cómo el arte y las historias pueden contarse a través de diferentes medios, ya sean libros, películas, series de televisión o videojuegos.
El microcosmos de las aventuras gráficas de LucasArts está lleno de pequeñas referencias que conectan con sus juegos de forma más o menos directa. Yo mismo ostento con orgullo una insignia gigante que atesoro en la que se lee "Pregúntame por LOOM", idéntica a la que lleva el pirata Cobb del SCUMM Bar en The Secret of Monkey Island (por favor, no me preguntes por LOOM, o no sabré cómo parar). Pero si tuviera que elegir un huevo de Pascua que me fascinó en su momento, diría que fue encontrar el ordenador de Weird Ed en Day of the Tentacle y jugar a Maniac Mansion, su precuela, en la versión para MS-DOS que iba incluida. No es que fuera una sorpresa, ya que forman parte de la misma serie, pero puedes jugar a Maniac Mansion de principio a fin. Una hazaña que solo me atreví a hacer, un poco por orgullo, cuando jugué a la versión Remastered hace unos años.
¿Aún quieres saber más sobre LOOM? "¿Te refieres a la última obra maestra de la narrativa fantástica de Brian Moriarty, de Lucasfilm? Pues es una aventura extraordinaria con..".
Estuve dándole vueltas a mi entrada para esta lista durante algún tiempo, pensando que iba a decantarme por la horripilante familia híbrida humano-mono que puedes encontrar en Halo 3, antes de decidirme por el calamar gigante que aparece en Assassin's Creed II. Me encantan los huevos de Pascua que te hacen frotarte los ojos y preguntarte si has sido el único que ha visto lo que acaba de ocurrir en la pantalla. Escondido en las profundidades de la tumba de un Asesino en Assassin's Creed II, puedes encontrar una gran masa de agua. Tira de una manivela y unas palancas y mírala fijamente durante el tiempo suficiente, y verás un cuerpo oscuro nadando bajo la superficie. Mira fijamente un poco más, y un tentáculo saldrá para saludarte antes de desaparecer de nuevo en las profundidades. ¿Tiene mucho sentido? Por supuesto que no, pero es un momento divertido que hizo que los jugadores acudieran en masa a los foros para descifrar si significaba algo, y que los que aún no habían visto al calamar estuvieran desesperados por encontrarlo. Un hallazgo fantástico si lo hiciste por tu cuenta, y un divertido recordatorio de que las bestias míticas estuvieron casi siempre en Assassin's Creed... más o menos.
El modo Zombies de Call of Duty siempre ha estado repleto de huevos de Pascua, y de distintos tamaños. Aunque podría haber elegido uno de muchos como mi huevo de Pascua favorito de todos los tiempos (luchando por el puesto con la misión secundaria Teenage Mutant Ninja Turtles de Borderlands 2), al final me he decantado por el Golden Spork de Call of Duty: Black Ops II, que se encuentra en el mapa Mob of the Dead. Se puede acceder a esta ingeniosa arma cuerpo a cuerpo tras completar un puñado de desafíos, por lo general bastante complicados, en los que, una vez superados, el brillante utensilio de cocina metálico sale de una bañera llena de sangre como un confuso presagio del infierno. Al recogerlo, sustituiría tu habitualmente inútil cuerpo a cuerpo por una alternativa de puñetazo de una pulgada que podría salvarte de ser acorralado (tal vez escapando de un Rusty Cage..) y asesinado por los muertos vivientes. No es un Wonder Weapon del mismo calibre que el de este mapa Blundergat, y no ralentizará Brutus, pero es muy divertido añadirlo a tu colección y sólo da un paso más para demostrar que Mob of the Dead sigue siendo uno de los mejores mapas CoD: Zombies de todos los tiempos.
Podría haber sido un simple mensaje escrito, tal vez como parte de los créditos al igual que con la película de Super Mario Bros o con Star Fox Zero anteriormente, pero el equipo Zelda con Hidemaro Fujibayashi y Eiji Aonuma a la cabeza tomó un enfoque muy especial para la dedicatoria a un hombre muy especial. Me refiero a la forma en la que The Legend of Zelda: Breath of the Wild honró al querido presidente de Nintendo Satoru Iwata, fallecido de cáncer aún joven (este verano se cumplirá una década). Fue precisamente eso, la forma en que se transmitía el mensaje, lo que lo convirtió en mi Easter Egg favorito hasta la fecha. Un peculiar PNJ, Vekatto, cuya cara de Mii me resultaba demasiado familiar y su deber de "velar por los demás" demasiado revelador. Una zona del mapa donde se había avistado el espíritu de un ser formidable. Un pico que emitía un aura, el Monte Satoly, que, una vez escalado, de alguna manera te hacía percibir algo diferente, algo mágico en el ambiente. No sabrías decir si era el clima, el comportamiento de los animales, la música... Y luego el propio Señor de la Montaña, la criatura más singular de todo el juego, protector de los Rupinejos, huidizo pero poderoso, cuyo primer avistamiento te daba un escalofrío. Todo el montaje no era literal, pomposo, ni mucho menos guionizado, sino un arreglo muy delicado, un lugar encantado que albergaba un alma que se despedía una última vez antes del adiós definitivo. Un homenaje conmovedor.