En la VI edición de los premios PlayStation Talents, una plataforma de impulso para el desarrollo de videojuegos en España, el mejor galardón fue para Weird Beluga, un pequeño estudio madrileño formado por cinco amigos, y su shooter de acción con vista aérea Clid the Snail. El pasado 8 de septiembre fue el lanzamiento del juego y ahora os traemos, después de intensos combates, nuestras impresiones definitivas sobre el cínico caracol y sus aventuras.
En un mundo postapocalíptico en el que la humanidad ha desaparecido, el reino animal ha tomado el relevo y ha evolucionado hasta formar una sociedad de tribus de especies separadas entre sí. Nuestro protagonista es Clid, un caracol cabreado y de lenguaje malsonante, que no acaba de encajar con el carácter pacífico y calmado del resto de sus congéneres. Aunque Clid es un lobo solitario, siempre contará con la compañía de Belu, una diminuta luciérnaga que es el contrapunto al carácter del Clid, amable y optimista, que hará de pareja de aventuras y aporta un toque de humor con sus conversaciones con el deslenguado protagonista.
Clid ha desarrollado un rifle láser (algo totalmente prohibido por los ancianos caracoles de su Ciudadela) y se ha lanzado a los alrededores para hacer frente a las babosas, una tribu en pie de guerra contra el resto de criaturas que pretende arrasar con todo. Al desafiar al consejo de ancianos y todo lo que representa ser un buen caracol, Clid es desterrado a las tierras salvajes, donde tendrás que sobrevivir a la plaga de las babosas y el resto de criaturas mortíferas que lo pueblan. Por suerte, encontrará un grupo de animales inadaptados de varias especies unidos en un grupo llamado Alastor, una suerte de compañía de mercenarios que quieren ganarse el favor del resto de animales y de paso detener el avance de la plaga. Clid recorrerá las tierras salvajes ayudando a todas las especies y desentrañando los secretos de esta nueva amenaza.
La historia es buena, tiene un desarrollo interesante y podremos descubrir los secretos de este mundo entre las misiones y los diálogos ocasionales con Belu. Se nota que en Weird Beluda le dieron un peso importante al diseño del mundo, con una oscura versión distópica de la Edad Media con tecnología futurista evolucionada tras la desaparición de los humanos. La parte artística es sobresaliente: desiertos, ciénagas, cumbres nevadas... los diseños de niveles son en general bastante lineales, pero es un disfrute investigar cada rincón en busca de mejoras, secretos y detalles, aunque peca de ser muy oscuro en ocasiones y cuesta ver ciertos detalles que se intuye están ahí, pero hace falta tocar las opciones de visualización para apreciarlas.
Lamentablemente, más allá de una buena historia y un apartado artístico notable, donde más adolece Clid the Snail es en su dinámica de juego. El sistema de movimiento y combate se basa en el estilo a dos palancas (twin stick): Con el stick izquierdo apuntaremos la dirección de la vista y el arma, y con el derecho realizaremos el movimiento. Ya de por sí no es una idea muy habitual en este tipo de shooters, donde la acción es más frenética y el combate ágil. No, Aquí prima la posición y el apuntado, que desgraciadamente no casa bien con el uso del DualShock 4.
Con un teclado y ratón quizá se ganara en este aspecto, pero habrá que esperar un tiempo aún para la versión de PC. Además, aunque luego iremos ampliando el arsenal de nuestro caracol, el arma principal y con munición infinita tiene un daño bastante reducido en su disparo estándar, y sólo el disparo cargado (que tarda unos 3-4 segundos en cargar al máximo) es imprescindible para ir acabando con los enemigos. Esto hace que cada disparo cuente, y mucho, pero con la dificultad del movimiento lo hace bastante engorroso. El gunplay pide más acción y movimiento, y cualquier fallo se puede convertir en una derrota dolorosa. Y decimos dolorosa porque no hay muchos puntos de guardado en las misiones, y puede tocar repetir largas y tediosas secciones si morimos en un punto avanzado. Esta dificultad añadida, sumado a lo escaso de las municiones una vez ampliemos nuestro arsenal y el combate tan pausado, a pesar del alto número de enemigos, nos hizo bastante duro avanzar de un modo divertido por el juego.
Además, unido a esta dificultad se agradecería algo más de información por ejemplo al enfrentarnos a secciones de aguantar oleadas de enemigos, que parece que nunca acaban, o en la exploración de los escenarios, donde en ocasiones aparecen enemigos que es imposible esquivar, perdiendo nuestros preciados puntos de vida de una forma injusta.
No es que nos haya disgustado todo lo que hemos visto en Clid the Snail. Tiene momentos memorables y algunos puzles del entorno son bastante ingeniosos y atractivos. Tiene buenas ideas y un potente músculo técnico y artístico, pero falla en la ejecución y en el gancho. A la vista de todo ello debemos reconocer que en Weird Beluga tienen mucho potencial, pero aún tienen mucho que progresar en sus futuros desarrollos. No olvidamos que ha sido desarrollado por un equipo novel muy reducido, y eso nos hace tener esperanzas. Clid the Snail ha sido su carta de presentación, y tenemos ganas de ver cómo evolucionan sus ideas en el estudio en próximos títulos. Estaremos pendientes.
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