Destino Final: Lazos de Sangre

¡Que te jodan, muerte! Destino Final ha vuelto y sería injusto negar que no es más que repetición de una repetición, que ya era una repetición de una repetición... Pero eso no importa. Más bien me tranquiliza que haya secuelas de películas que saben lo que son, saben lo que hace falta para tener éxito, saben lo que quiere el público y se niegan a cambiar un concepto ganador. Nada es "definitivo" porque siempre hay más por venir y, en este caso, la obstinación de la muerte es tan entretenida como lo fue en las dos primeras películas.

La historia se plantea prácticamente igual que siempre. Una mujer anticipa una tragedia, avisa a mucha gente, se pone a salvo y evita ganarse un billete de ida al más allá. Sin embargo, la muerte no se rinde tan fácilmente y, tras un gran salto temporal de los felices años 60 a la actualidad, queda claro que la voluntad de la muerte ha vuelto para destruir a toda la estirpe de la ahora anciana. Todo va a morir, y se necesita astucia y mucha cautela para sobrevivir.

Stefani (Kaitlyn Santa Juana) vuelve a casa con su familia para advertirles a todos de que la muerte se acerca para todos y cada uno de ellos, y es entonces cuando las muertes empiezan a desencadenarse, al estilo clásico de Destino Final. Gran parte del atractivo de esta serie de películas, en mi opinión, son las distintas formas en que muere la gente, y Lazos de sangre es un acierto en ese sentido. Menos la icónica secuencia del camión maderero de Destino Final 2 (incomparablemente buena), creo que Bloodlines contiene algunas de las muertes más inventivas e inusuales, y por tanto entretenidas, como una relacionada con un camión de la basura que me hizo reír a carcajadas como un auténtico psicópata.

Las interpretaciones no son lo mejor de estas películas, pero en realidad no tengo mucho de lo que quejarme. Los personajes son clichés de manual, o caricaturas de personas reales, pero está claro que se hace a propósito y con un brillo en los ojos, y el diálogo es tan de slasher noventero como debe ser, como siempre ha sido -y espero que siga siendo-. Destino Final: Lazos de Sangre no es exactamente una obra maestra, pero es una película con suficiente autoconciencia y humor como para que no pueda evitar darle una calificación de "buena".