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Diablo III: Eternal Collection

Diablo III: Eternal Collection - impresiones del multijugador local

Una hora con tres colegas en un salón pegando palos y looteando se pasa volando.

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Nintendo Switch puede convencer más o menos a los compradores, de momento parece que más, pero lo fascinante de su historia es cómo está convenciendo a los desarrolladores. Ver a tantos estudios independientes, pequeños y medianos, siempre es bueno, pero que dos gigantes como Bethesda y Blizzard vuelvan a acordarse de ti debe haber sido un subidón en las oficinas de Seattle (no vemos a los de Kioto dando brincos).

Mirando de reojo Overwatch, lo primero en llegar a este mundo híbrido es Diablo III: Eternal Collection. Lo hace en un formato completo y totalmente adaptado. Respecto a lo primero, porque dentro del cartucho está todo el contenido creado, también Souls of Reapers y Despertar del Nigromante, además de un obsequio exclusivo de Ganondorf. Y en lo de adaptado no solo cuenta que se pueda jugar en formato portátil, que era obvio porque casa a la perfección, sino también por cómo han aprovechado los Joy-Con para el control y por el nuevo modo multijugador local para cuatro personas.

Este último formato es lo más interesante de la partida que Blizzard había organizado para los medios españoles esta semana con una versión casi final del juego. Grupos de cuatro personas para poder formar partidas de batalla que se lanzaran a la inmensidad de sus pasillos, galerías y laberintos a matar, matar y matar. Y a lootear, claro. El signo de este hardware es versatilidad y eso es lo primero que pudimos comprobar, porque con cuatro consolas y una tele, nos pudimos organizar para probar todos un poco el formato portátil y el formato sobremesa sin ningún lío. Quita tu consola para poner la mía y cámbiame el asiento.

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Tiene su importancia porque el aspecto visual no es el mismo en una pantalla de 6,1 pulgadas que en un televisor de 50. La adaptación de Diablo III a Switch es buena, se nota ya en esta demo que está muy pulida, y atrae especialmente por la fluidez total. Prometieron que iba a correr siempre a 60 fotogramas por segundo y no le ponemos ni un pero, ni siquiera jugando entre cuatro personas en modo local. No importa el número de enemigos que haya en escena, ni que estemos cuatro jugadores, más las respectivas mascotas y unas cuantas invocaciones del nigromante peleando, ni los efectos visuales. Todo va suave. El sacrificio está en la definición, que está lejos de ser espectacular, y aún así es más agradable en tele que en tablet.

Diablo III: Eternal Collection
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Para montar esta fiesta LAN no hay que hacer mucho lío. En el menú principal del juego (o al menos de esta versión, pero parecía el menú final) hay una opción de comunicación local junto a la de comunicación en línea. Nada más pulsar aparecen el resto de jugador a nuestro alrededor que estén dentro de ese mismo menú. Basta con que todos os pongáis de acuerdo en quién será el host y aceptar para entrar todos en mismo mundo, con el personaje ya seleccionado.

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Nosotros optamos por empezar de cero, con uno de nivel 1 para cada uno. Paseamos por los Jardines de la Catedral y llegamos a Nueva Tristán en busca de misiones que nos llevaron hasta el Cementerio de los abandonados. Fue una hora de partida muy sencilla, con apenas un puñado de comando a los que prestar atención, pero que sirven para recordar por qué es tan adictivo este mata-mata de mazmorras y pasillos. Hasta que por fin dimos con el Canciller Eamon, que no nos duró ni un asalto a este grupo de cuatro. Sin mucha intención, nuestra selección de personajes resultó de lo más compenetrada, aunque se nota el poderío del Nigromante por encima del resto. Tenéis parte de la partida en el gameplay exclusivo que acompaña a este texto.

Las interioridades de Diablo III no son nuevas porque estamos, literalmente, ante el mismo juego que Blizzard lanzó hace más de un lustro y del que os hemos hablado tantas veces en nuestros análisis y artículos dedicados al principal y a las expansiones.

El control es la otra particularidad que se puede encontrar en esta versión. La asignación de poderes y habilidades a los botones es muy distinta a la de PC, como es de esperar, y también ligeramente diferente a la que hemos visto anteriormente en las consolas Xbox y PlayStation. Los ataques están asignados a los botones centrales y a un par de gatillos, mientras que los otros dos son para pociones y fijar objetivo. Sin embargo, estos dos últimos están en sitios diferentes. No tuvimos tiempo de mirar si se pueden editar para poner al gusto. Y, lamentablemente, tampoco pudimos comprobar el modo de control con un solo Joy-Con. Efectivamente, se puede jugar con un solo mando, y tenemos ganas de ver el resultado porque nos faltan botones se mire por donde se mire.

Fue una experiencia muy positiva, tanto por cómo ha quedado el propio Diablo III en Nintendo Switch por lo bien que gestiona la conexión local, sin ningún tipo de lag mientras transcurre la partida. Sí sufrimos, justo al final, un fallo más grave, una especie de desincronización general que nos mantuvo como un minuto cada uno en su consola y sin poder hacer nada. De repente, nos recolocó a todos en el mismo lugar bien coordinados sin saber muy bien qué había pasado. Es una versión previa, así que esperamos que no ocurra en la final. Porque Diablo tiene un gran hueco en el catálogo de Switch y poder llevarlo a cualquier sitio y jugar en cualquier momento con el arranque rápido de esta máquina o en compañía son motivos de sobra para volver a engancharse.

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