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Do Not Feed the Monkeys

Análisis de Do Not Feed the Monkeys

El Gran Hermano te vigila.

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Vas al zoo, ves a los animales haciendo sus vidas. Encerrados, sí, pero intentando vivir con la mayor naturalidad posible. Tú estás ahí como un mero espectador, aunque sabes que te encantaría acercarte a esa jirafa para tocarla o, por qué no, ver hasta qué punto es suave el pelaje del rey de la selva. No puedes, hay barreras y carteles que te recuerdan constantemente cuál es tu papel aquí y que, por supuesto, ni se te ocurra alimentar a las criaturas.

No des de comer a los cocodrilos. No des de comer a los suricatas. No des de comer a los monos. No hace falta realizar una enorme reflexión para darse cuenta de por dónde van los tiros y de dónde le vino la inspiración a Fictiorama Studios para dar vida a Do Not Feed the Monkeys. Este "Imagina Ser Voyeur" nos pone frente a un teclado y ratón virtuales para que consumamos la misma materia que cuando vemos el reality de turno, solo que la eleva a la enésima potencia.

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De aspecto sencillote y pixelado, esta mezcla entre point-and-click e intriga del estudio español está pensado para sacar el lado más cotilla y entrometido que tenemos. En una época en la que precisamente los realities invaden la tele día sí y día también, llevar este concepto al campo de los videojuegos se nos antoja necesario porque, en el fondo, hay cierto sentido crítico tras cada monitor y cada cámara que manejas. La diferencia está en que aquí no vas a ver a concursantes de OT haciendo gorgoritos y discutiendo sobre palabras, vas a ver a personas normales haciendo sus vidas normales, o cadenas de montaje en las que no pasa nada, o campos de trigo, o sótanos, o lo que sea.

Eres un miembro recién llegado al Club de Observación de Primates. Un grupo elitista y clandestino, con unos peligrosos tintes de secta, que se dedica a estudiar el comportamiento de las personas, a las que denominan primates, a través de diferentes cámaras instaladas estratégicamente. Estos lugares o habitaciones, a las que se denominan jaulas, pasan a ser automáticamente el lugar al que dedicas más horas durante el día observando, tomando notas de cada palabra interesante y explorando por internet.

A esta locura se le añaden los quehaceres del día a día. Vives en un cuchitril alquilado, con una casera que llega cada semana a cobrarte el alquiler, con un estómago que necesita comida y un cuerpo que necesita descanso y cuidados para no caer enfermo. El dinero no cae del cielo, como todos sabemos, y la única forma de salir adelante es haciendo trabajos de poca monta para poder pagar cuotas y comida. Pero también para comprar jaulas.

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Sí, este club te impone una serie de metas semanales con un único requisito: adquirir una cantidad determinada de jaulas adicionales. Así subes de nivel y desbloqueas más opciones; pero también te dejas parte del poco dinero que tienes para alimentar un círculo vicioso que poco a poco te hace pasar más y más horas frente al monitor y olvidarte de los relojes. Y si los miras, es solo para saber a qué hora vuelve el sujeto de la cámara 7 para ver si tiene algo más que contar.

La organización, además, manda cada cierto tiempo una serie de peticiones pagadas en las que se te pide responder a preguntas como el nombre del individuo de la cámara 2, la localización exacta de la 5 y más detalles similares. Estos mails son los que te hacen comenzar con las labores de investigación y donde termina de añadirse el último elemento con el que se ejerce presión al jugador.

Porque Do Not Feed the Monkeys, además de su dosis de voyeurismo, infla poco a poco un globo de agobio que te explota en la cara en minutos. A medida que sumas cámaras, se te acumulan peticiones y, por tanto, pesquisas. Pero también tienes que comer, tienes que dormir, tienes que ganar algo más de dinero con chapuzas para pagar el alquiler y las cámaras si no quieres que te echen del club, y todo eso se lleva horas. ¿Se parece a tu vida actual? Ojear el periódico o hasta hacer una compra se traduce en tiempo consumido por ir y volver del mercado. Todo suma, todo presiona, todo se te amontona hasta llegar a puntos en los que crees que no puedes dar más de ti por la cantidad de variables que se te suben a la espalda. Y todo mientras la adicción de las dichosas cámaras aumenta.

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Aumenta tanto que, al poco tiempo, comienzas a pasar del cartero que siempre se equivoca, o del vecino gorrón que viene a pedirte dinero. Se te olvida comer y te bebes las tazas de café a pares mientras alternas entre la ventana repleta de cámaras y el buscador para usar esas palabras clave (en perfecto castellano) que sacas de cada conversación, cada comentario o cada detalle de lo que ves en las jaulas para averiguar más sobre cada sujeto, sobre cada chimpancé que hace parte de su vida frente a tus ojos.

La sensación de dar por fin con esa clave que tanto oculta uno de los individuos, con ese dato que tanto se te escapaba, o incluso esa sensación turbia que te asalta la cabeza cuando ves la doble vida de más de uno, es algo realmente fuerte. Ahí, Fictiorama Studios ha dado en el clavo, aunque al principio te sientas como un pulpo con patines por no saber dónde clicar ni qué palabras combinar para investigar. La información sobre las mecánicas es algo confusa al principio, pero una vez entiendes las mecánicas para buscar y conseguir resultados interesantes en tu Google de Hacendado, engancha.

Al comienzo hablábamos sobre el mensaje que da nombre a este juego. No dar de comer a los monos es la única regla que este selecto club te impone si quieres seguir siendo miembro. Eres observador, pero aquí sí puedes interactuar si te atreves. Enviar algo que hayas comprado a una de las direcciones de las cámaras, llamar a deshoras para incordiar y hacer otras tantas cosas son otras opciones que están ahí en todo momento, pero que te obligan a rebasar esa línea roja que te han impuesto nada más comenzar. Tú decides, pero las consecuencias pueden ser serias... O no.

Do Not Feed the Monkeys

Cada historia que pasa frente a tus ojos en cada una de esas jaulas es propia e independiente, y en tu mano está prestar atención a unas o a otras. Ciertamente, seguirlas todas acaba siendo un completo caos que requiere de auténtica planificación horaria, cosa que puede provocar cierta frustración si no te organizas. Cualquier pequeño detalle en una conversación puede ser importante, hasta un movimiento furtivo y puntual que logres observar puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de una familia. Claro está, si rompes la regla de oro.

Do Not Feed the Monkeys es una fórmula diferente, un planteamiento original con un hilo que nace de ese instinto que alimenta nuestra curiosidad. Te hace picar un poco más, aumentar la cantidad de cámaras para seguir haciendo de Gran Hermano (el de Orwell, no el de la TV); pero te corta las alas justo cuando te has familiarizado y has cogido el ritmo. Ese es el único gran bache que nos hemos encontrado dentro de un juego que sorprende por su brillantez y su atrevimiento.

Frena de forma seca y brusca, antes de tiempo, con un desenlace que puede dejarte frío cuando esperas toda una revelación tras todo lo que haces; pero que también te recuerda que eres otro peón más dentro de una sociedad repleta de gente como tú. Que por mucho que tengas unas herramientas de las que nadie dispone, no puedes cambiar gran cosa si te atienes a las normas. Entonces, vuelves a empezar y vuelves a descubrir cosas que en tu anterior partida no habías sido capaz de lograr.

Sus pixelotes, aunque les cueste en la primera toma de contacto, enganchan. Do Not Feed the Monkeys nos ha sorprendido gratamente. Puede ser corto y dejarte con ganas de más, pero es altamente rejugable y siempre tiene algo escondido para que sigas escarbando, para volver a meterte dentro de su círculo vicioso. Es una de esas pequeñas joyas que debéis probar, de esas que de vez en cuando recuerdan el enorme potencial de la escena indie.

Do Not Feed the Monkeys
08 Gamereactor España
8 / 10
+
Su originalidad; peligrosamente adictivo; cada nueva partida te trae situaciones diferentes.
-
Abrumador y confuso al principio; deja con ganas de más; que odies la pasividad en videojuegos.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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