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Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado

Análisis de Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado

Reconstruimos el mundo en esta entrega inédita en Europa.

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Dieciséis años, ¡dieciséis! Hemos tardado en poder disfrutar de Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado en Europa. La entrega desarrollada por HeartBeat y ArtePiazza para la veterana PlayStation se estrenó en Japón el 26 de agosto del 2000 y el 1 de noviembre de 2001 en Estados Unidos, bajo el sello Dragon Warrior, en un momento en el que veníamos de disfrutar auténticas leyendas del RPG nacidas del prolífico duelo entre Squaresoft, padres de la aclamada Final Fantasy, y Enix, progenitores de la propia Dragon Quest.

Nintendo 3DS ha sido la elegida para ofrecernos la oportunidad de revivir la aventura de viajes en el tiempo que dio forma a la que es, para muchos, la entrega más larga de toda la franquicia, con permiso de Dragon Quest X. La portátil acoge en su seno una versión mejorada de este clásico que mantiene el estilo, las bases y, por supuesto, el espíritu y la personalidad característicos de esta saga. Es cierto, estamos ante un remake en toda regla, pero es de los que alegran, de los que sirven para dar a conocer a más público uno de esos videojuegos que forman parte honorífica del legado de un género.

La historia nos lleva al pueblo de Bahía Boquerón, en el Reino de Estarda. Encarnamos a un humilde hijo de pescador (mudo y sin nombre preestablecido) gran amigo del príncipe del reino, Kiefer, y de la hija del alcalde de su localidad, Mariel. Este trío de protagonistas comienza sus andanzas descubriendo la existencia de un templo en cuyo interior se hospedan una serie de altares con un poder inimaginable. Gracias a ellos, y a base de colocar correctamente una serie de fragmentos de tablillas escondidos, son capaces de viajar al pasado y descubrir regiones desconocidas por su civilización. Así, y resolviendo los problemas de cada una de estas, se van desvelando y reviviendo regiones que eran inexistentes hasta entonces.

Estos viajes temporales sirven como vehículo para conocer las pequeñas historias de cada nueva localización y vertebrar toda una trama con un trasfondo cada vez más claro, aunque con algún que otro interesante giro argumental. Se podría decir que la historia de Dragon Quest VII hace honor a su nombre, está dividida en una serie de fragmentos que al unirse van dando forma al auténtico problema. Cuál es y cómo termina es algo que os dejamos descubrir a vosotros, pero os avisamos que se puede tardar hasta 90 deliciosas horas en terminar esta aventura repleta de decisiones y momentos tanto cómicos como tristes.

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Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo OlvidadoDragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado

El mayor inconveniente del desarrollo de Dragon Quest VII es su acudida a la recursividad. En sus primeros compases, todo se reduce a descubrir X sitio, arreglar las cosas mientras consigues fragmentos, volver en el presente, conseguir más fragmentos, colocarlos y volver a empezar. Sin embargo, explorar el cada vez más vasto mundo (con vehículos cada vez mejores y más pintorescos, todo sea dicho) y sumergirse en cada ciudad y su pequeña historia es también una de sus mayores bondades, y se debe sobre todo a su maravillosa adaptación. Dragon Quest VII cuenta con un soberbio trabajo de localización al castellano, con un fascinante nivel de cuidado que anima al jugador a charlar con todo personaje que se encuentre e investigar hasta el último rincón. Además de imitar acentos en las diversas localidades, como por ejemplo el andaluz en Valdeascuas, las referencias a nuestra propia cultura lo impregnan todo. Por citar algo, y sin ánimo de chafar sorpresas, hay una aldea con un nombre que supone una genial y acertadísima referencia cinematográfica, o incluso guiños a figuras reales o festivales como el de Benicássim. Sinceramente, es un trabajo digno de elogio.

Ahora bien, dejando a un lado esa excelsa labor, para hablar de un RPG hay que tratar uno de sus aspectos más característicos. El sistema de crecimiento de personajes y de batalla usa una fórmula tan clásica como efectiva, aunque hay un pequeño matiz en este último distinto a la entrega original: se ha abandonado la aleatoriedad de los combates. Ahora los enemigos vagan por los escenarios de las mazmorras y el mapamundi y se lanzan a por ti para luchar en cuanto te ven, como también huirán despavoridos si tu nivel es mucho más alto. Uy, ¿hemos dicho nivel?, sí, como en todo buen Dragon Quest, nuestros personajes mejoran usando diferente equipamiento y subiendo de nivel con la experiencia obtenida al vencer a enemigos. Además, también cuentan con la posibilidad de elegir entre más de 40 vocaciones (el sistema de clases de toda la vida), que gozan de un método de crecimiento bien sencillo y que otorgan habilidades, algunas permanentes, que dan muchísimo juego a la hora de perfilar las completamente necesarias estrategias de combate. Aunque para descubrir esta capa de las mecánicas de juego hay que avanzar bastante, de hecho, se puede tardar entre unas 20-30 horas en encontrarla.

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Por otra parte, en el plano de los combates sí que es completamente fiel a su nombre. Al comenzar cada pelea, la cámara se coloca en esa posición tan típica de la saga, mostrando al enemigo frente a nuestros personajes mientras elegimos las convenientes órdenes. Es posible realizar comandos concretos con cada uno de los miembros de nuestro equipo (atacar, usar conjuros, habilidades, etc.), pero también se puede optar por automatizar este proceso, pidiendo a los compañeros que actúen con estrategias predeterminadas y concretando solo con el protagonista. Esta vía es una clara forma de facilitar las labores de 'grindeo', o subida de nivel, completamente necesarias para desarrollar nuestro equipo y salir airosos de las grandes batallas. Pero tampoco hay que preocuparse mucho por ello, este Dragon Quest VII es más fácil que el original y, aunque tiene combates complicados, es bastante más asequible y accesible para los más novatos en el género.

Hasta ahora todo lo que hemos visto forma más o menos parte de la experiencia original, pero este lanzamiento trae, sobre todo, cambios estéticos. Para empezar, y como salta a la vista, todo ha sido rehecho en 3D, dejando a un lado los sprites del título de PlayStation y mostrando con mayor fidelidad los diseños que tan bien reflejan el estilo de Akira Toriyama. Además, la doble pantalla de 3DS sirve para mostrar la acción en la superior y dejar la inferior para enseñar el mapa de la zona donde estamos (muy útil en ciertas partes) y listar información de vitalidad, magia y estados en combate. Es cierto que las animaciones de los personajes fuera de las batallas son algo toscas, que no estamos tampoco ante un hito técnico de la portátil y que la interfaz, aunque nostálgica y fiel a las líneas de la saga, es algo sobria, lenta y anticuada; pero, tanto la personalidad del universo Dragon Quest, las animaciones en batalla, el efecto 3D realmente destacable en ciertos momentos y el acabado artístico que da forma a todo, cumplen con creces y muestran un resultado llamativo y lleno de color.

Por supuesto, el apartado sonoro acompaña, hay mucho efecto de sonido familiar y una banda sonora marcada por el estilo del recientemente galardonado Koichi Sugiyama, pero aquí sí que debemos dar un pequeño tirón de orejas. En la versión japonesa de este remake toda la música es una reproducción de la interpretación de la Orquesta Sinfónica Metropolitana de Tokio, mientras que en la que nos llega a nosotros todas las melodías están reproducidas a través de un sintetizador MIDI. Por desgracia, comparando ambas, las diferencias son demasiado obvias como para pasarlas por alto.

Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado

Las mejoras en esta edición portátil no quedan ahí. Si no era suficiente ya con la ingente cantidad de horas que ofrece el título con su trama, tenemos el Refugio, una ciudad que podemos construir nosotros mismos, y el Monstruológico, una rama secundaria que nos permite coleccionar monstruos y mandarlos a expediciones para obtener tablillas con las que explorar nuevas mazmorras, derrotar nuevos jefes y obtener objetos especiales. Teniendo en cuenta que se pueden coleccionar hasta 200 criaturas distintas, que pueden compartirse tablillas vía StreetPass con otros jugadores y que, además, Nintendo liberará una buena cantidad de estas para su descarga el día de lanzamiento, 16 de septiembre, no hace falta decir que la duración puede multiplicarse de forma exagerada y ofrecer un aditivo ideal para el 'post-game' y los completistas.

En definitiva, estamos ante un juego que ofrece todo lo que se podía esperar del clásico que revive. Está cargado de una personalidad, un cariño y una cantidad de contenidos envidiable. Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado ofrece más de 90 horas del universo y la magia propios de una saga que cada vez se abre más hueco en Occidente. Es un título obligatorio para los amantes más puristas del género y una oportunidad genial para los que todavía no se han aventurado a probar las mieles del universo Dragon Quest. Remakes como este, que brindan la ocasión de saborear aventuras inéditas y de semejante calibre en nuestra región, sí que valen la pena.

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09 Gamereactor España
9 / 10
+
Duración, genial localización al castellano, sencillez de mecánicas y diseño de algunas mazmorras.
-
Desarrollo algo lento, banda sonora no orquestada.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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