Análisis de Duke Nukem 3D: Megaton Edition

La década de la irrupción del 3D trajo consigo el boom de los juegos en primera persona. Joyas como Wolfenstein (1992), Doom (1993) o Quake conforman esa juegoteca de la nostalgia que muchos siguen venerando como la primera gran época dorada del FPS. Algunos, como Wolfenstein, han sabido volver con fuerza con el reciente The New Order. El retorno de Doom lo esperamos para este año. Pero Duke, en su caso, ha sido el perro viejo que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Duke Nukem Forever supuso más un homenaje mal llevado que un renacer de la saga. Por ello, y porque lo merecía, tenemos Duke Nukem 3D: Megaton Edition, el regreso del original de 1996 (el primero de la franquicia en 3D) con sus respectivas expansiones.

En esta ocasión hablamos de una versión con leves mejoras respecto al clásico de compatibles que se reestrenó en Steam y Xbox y que ahora llega a las PlayStation, con su mejor versión en PS Vita. Hay que reconocer que la portátil de Sony le debe mucho al sello Devolver Digital. Junto a este gran traslado realizado con Abstraction Games y 3D Realms, la portable disfruta de joyas indie como Hotline Miami, Luftrausers o OlliOlli gracias a la compañía afincada en Texas. Volviendo a Duke Nukem, cabe decir que no encontraremos nada distinto con respecto al juego original, pero sí una puesta al día. Estamos ante una adaptación directa a PS Vita y PS3, incluyendo las expansiones Duke: Nuclear Winter, Duke Caribbean: Life's a Beach, y Duke It Out in D.C.

Si algo hay que diferencia a esta serie del resto de sus compañeras de época es la irreverencia. Si conocéis Serious Sam, heredero espiritual de Duke, sabéis un poco de lo que hablamos. Pero no estamos precisamente ante la franquicia más políticamente correcta, e incluso se ha ganado algún que otro tirón de orejas con respecto a su visión de la igualdad de género y el trato de las mujeres. Este shooter se enmarca dentro del humor de serie B típico de los noventa, con chistes fáciles y frases hechas acompañados de sangre y bikinis. ¿Es deliberado o se pasa de listo? Supongo que depende de cómo nos lo tomemos y de si lo enfocamos desde una perspectiva histórica. Aunque, hoy por hoy, resulta difícil abstraerse de tal aluvión de testosterona sin cuestionarse nada.

Yendo a lo jugable, es una propuesta plenamente noventera: estilo arcade, zonas secretas, interruptores escondidos que abren paso al siguiente área, espacios medianamente abiertos, etc. No es un juego permisivo, es fácil quedarse atrancado si no prestamos atención al escenario. Los controles son tradicionales, con el punto de mira, la opción de agacharse y saltar. Aquí es donde, posiblemente, más le pesan los años al género, teniendo en cuenta lo muchísimo que se ha avanzado en este aspecto. Aunque cabe decir que se sigue jugando de maravilla. Duke Nukem no es un juego pretencioso; a los primeros cinco minutos sabes lo que es y será. Y si te gusta, tienes para rato.

Visualmente ya es harina de otro costal. El apartado gráfico da lo que podía dar la industria en 1996, donde lo mejor que se vio fue el primer Resident Evil. Encontramos un especial desfase en los enemigos, sin volumen. Pero esto es lo que había y Duke Nukem 3D: Megaton Edition no pretende mostrar lo contrario (si bien lo estira para la pantalla de mayor resolución). Pese a ello, si le sumamos las expansiones, los distintos niveles extra (aunque los mejores están en el original) y los secretos que esconde cada escenario, nos encontramos ante un buen juego para echar el rato y, de paso, recordar de dónde venimos.