Permitidme empezar diciendo que, aunque pocas películas son absolutamente perfectas, considero que toda la obra de Denis Villeneuve, incluida la primera Dune, es algo parecido a una obra maestra. Eso no quiere decir que no cambiaría ni un solo fotograma, pocas obras de arte son francamente infalibles, pero Villeneuve demuestra una y otra vez que domina su oficio de un modo tan hipnotizador que incluso algo tan difícil como una interpretación grandiosa y a la vez íntima de una de las novelas de ciencia ficción más avanzadas, profundas y alegóricas no está nada fuera de su alcance.
Villeneuve ha dirigido y escrito tantas buenas películas en todos los géneros que el concepto de secuela desafiante no es realmente aplicable, pero al mismo tiempo, la presión está en estos tiempos inciertos, donde las películas únicas pueden convertirse en éxitos multimillonarios, pero las franquicias, como todo lo que DC y Marvel han producido recientemente, ya no pueden considerarse fiables. Así pues, ¿cómo puede funcionar una secuela épica de ciencia ficción con un presupuesto de 190 millones de dólares, al tiempo que intenta cerrar una versión tremendamente ambiciosa de la primera novela de Herbert?
Vale, me estoy desviando un poco. La respuesta es, sencillamente, que Villeneuve no solo demuestra que entiende fundamentalmente de qué trata Dune, sino que consigue encontrar la esencia, el hilo conductor, en la escritura ligeramente facetada de Herbert. Dune: Parte II es una de las mejores películas de Villeneuve, lo que ya es mucho decir, y posiblemente una de las mejores superproducciones del año por varias razones.
'Parte dos' retoma los hilos del exterminio, más bien cínico, sistemático y planificado, de las operaciones de la familia Atreides en el desértico planeta Arrakis, y el clan rival, la familia Harkonnen, vuelve ahora al codiciado negocio de la producción de especias con la bendición del emperador Shaddam IV. Paul Atreides debe vengarse de los jefes Harkonnen y del resto del profundamente corrupto Landsraad, y lo hace a través del pueblo del desierto Fremen, que debe resistirse a la toma de control de los Harkonnen kilómetro cuadrado a kilómetro cuadrado.
Vuelven muchos de los personajes clave de la primera película, ya de por sí repleta de estrellas. Timothée Chalamet está divino como Paul, pero aunque Dune: Parte dos es "su" película, por así decirlo, está respaldado por un reparto estelar que incluye a Josh Brolin, Zendaya, Rebecca Ferguson y Stellan Skarsgaard, así como las nuevas caras Austin Butler (que está fantástico como el central Feyd-Rautha Harkonnen), Florence Pugh y Christopher Walken. Una buena parte del presupuesto de la película se ha destinado a esta alocada selección, pero se tiene la sensación de que nadie ha sido elegido puramente por su poder de estrella. Están ahí porque encarnan a sus respectivos personajes con profundidad y dedicación, y no hay ningún eslabón débil entre ellos.
Todo ello combinado con algunas de las secuencias bélicas más épicas que jamás se hayan llevado a la gran pantalla y que, si bien utilizan animación por ordenador, lo hacen de una forma increíblemente táctil y física (como hizo, por ejemplo, El Señor de los Anillos). Además, Hans Zimmer ofrece quizá su mejor partitura hasta la fecha, y aunque algunos de sus trabajos están un poco sobrevalorados, en mi opinión, esta es memorable, extraña, única e icónica.
Entonces, ¿hay alguna crítica? Bueno, sí, incluso con muchos hilos argumentales a los que agarrarse, personajes que exponer y desarrollar y acontecimientos que cubrir, Dune: Part Two se hace larga. Dos horas y 46 minutos no son nada del otro mundo, y hay muy pocas películas, si es que las hay, que sean tan largas sin resultar un poco fatigosas, recordándote que el punto de equilibrio entre el alcance épico y algo que se alarga porque sí es tan fino como el filo de una navaja. Dune: Part Two se me antoja un poco demasiado larga, pero me he quejado repetidamente de las grandes películas de Hollywood, y me he dado cuenta de que no todo el mundo experimenta esa fatiga mental de la misma manera que yo. Sin embargo, la otra cara de la moneda es que Dune: Segunda parte necesita su larga duración para explorar realmente algunos de los temas más centrales que son tan cruciales para pretender haber interpretado con éxito la obra de Herbert, y lo hace con confianza. De hecho, hay momentos en los que la trama propiamente dicha avanza incluso un poco rápido, lo que demuestra una vez más lo difícil que ha sido mantener el hilo conductor. Pero lo hemos conseguido, de verdad.
Y con eso, hemos llegado a la meta. Villeneuve lo ha conseguido, el reparto lo ha conseguido, el guionista John Spaiths lo ha conseguido, el compositor Hans Zimmer lo ha conseguido, han conseguido una interpretación exitosa, ambiciosa y bien construida de un libro que antes se consideraba imposible de interpretar. Y no solo eso, en el proceso Villeneuve ha cimentado aún más su reputación como uno de los directores más consistentes y emocionantes de Hollywood y, bueno, tal vez de todos los tiempos. Con siete películas en su haber, todas ellas recomendadas de todo corazón por mí, no queda más que decir 'bravo'.