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Análisis de Dungeonland

Esto no es Disneylandia...

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Tiene que ser duro ser un genio malvado. No importa el plan, no importa cuán meticuloso seas a la hora de prepararlo, siempre habrá un puñetero héroe dispuesto a arruinarlo todo. Parece que los malhechores no pueden ni maquinar sus cosas privadas en paz. Incluso algo tan inofensivo como montar un parque temático provocará que aparezcan aspirantes a héroes en tropel.

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Un sólo héroe ya es molestia suficiente, pero es aún peor cuando vienen en tríos. Normalmente hablamos de Guerrero, Pillo y Mago. Miembros habituales de estas facciones que tienen pocas cosas mejores que hacer que añadir unas cuantas cabezas diabólicas más a su vitrina de trofeos.

Paradox Interactive y Critical Studios prueban suerte con un innovador giro sobre el típico género de los 'dungeon crawlers' de vista aérea. En Dungeonland, los jugadores asumen el control de uno de los personajes del trío y pasean entre alegres edificios y calles, haciendo estragos por donde pasan. Cada área presenta un ambiente poco convencional, resaltado por una salerosa banda sonora y una divertida interpretación de voz en off. El conjunto está aderezado con una buena ración de humor; ovejas explosivas, farolas bailongas con guantes y disfraces ridículos son algunos del los elementos que sacan una sonrisa.

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Pero que no te engañe la presentación colorida y de dibujos animados. Este parque no tiene atracciones para nenas. El reto de vencer en este recinto endemoniado es realmente duro. El nivel de dificultad más bajo es "Hard". Eso ya es una señal. Dungeonland es un juego que quiere que mueras. Pero bien, y muchas veces.

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Cada zona se divide en tres fases que se van complicando poco a poco. Los enemigos crecen en número y estatura, la navegación del nivel se va complicando y los encuentros aleatorios aparecen cada vez más. Pese a la música, no es que vayas bailandillo por el escenario precisamente. Cada intento es otro pasito adelante. Dungeonland requiere que vayas aprendiendo constantemente nuevas formas de afrontar cada prueba. Superar un área exige paciencia y muchos 'continues'. Y aunque el desafío suela ser bastante contundente, los citados eventos aleatorios pueden hacer que el juego resulte exasperantemente desequilibrado en ocasiones.

Machacar a los arqueros-esqueletos o a los patos fortachones puede parecer sencillo al principio, pero cuando los fénix gordinflones, los abejorros lanza-aguijones o los simios activistas se unen a la trifulca, las áreas pueden llegar a ser inexpugnables. Cada dos por tres te encuentras en apretados rincones, con legiones infinitas de monstruos corriendo hacia a ti desde todos lados. Para salir victorioso hace falta práctica y muchos intentos, pero la satisfacción de conseguirlo es verdaderamente gratificante. Cada rival derrotado explota con un satisfactorio manchurrón en la pantalla, y despachurrarás muchos, pero no llegarás muy lejos sin un buen equipo de apoyo.

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El equipo es fiel a los arquetipos de la fantasía tradicional. Los guerreros vienen equipados con brutales armas de cuerpo a cuerpo y pueden desviar a los enemigos con sus bloqueos. También pueden liberar poderosos ataques zonales para tumbar a los rivales. Los magos cuentan con cetros que rezuman magia y lanzan muros de fuego, rayos o picos de hielo, además de poder invocar un "rayo formidable" para hacer invencible temporalmente a un aliado. La clase de los asesinos puede apartarse y echar un cable con devastadores proyectiles, o colarse en la batalla aprovechando su genial habilidad de puñalada trapera.

Experimentar con los tres tipos de personajes y sus habilidades desbloqueables es entretenido y genera ligeras diferencias en el estilo de juego. La variedad reduce la posible monotonía de la mecánica del juego, pero según te acostumbras a cada conjunto de movimientos va resultando evidente que hay pocas formas de variar la acción. Es una pena que, por mucho que Dungeonland te vaya pidiendo que repitas los mismos retos una y otra vez, las modificaciones de la jugabilidad disponibles sean mayormente estéticas.

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Como buen título enfocado al multijugador, la mayor diversión se saca online o con unos cuantos amigos en casa. El juego en solitario puede terminar siendo frustrante, debido a unos compañeros con una IA bastante inútil, pero con colegas se pueden coordinar los talentos para liberar poderosos ataques combinados, preparar estrategias y ofrecer apoyo cuando la salud está bajo mínimos.

Es especialmente necesario el apoyo humano cuando te enfrentas a un Élite, una aparición aleatoria con poderosas habilidades. A veces son invisibles, otras veces curan a todos los enemigos de su entorno, en ocasiones se apoyan en hordas de monstruos aparentemente inacabables. Estas peleas exigen ingeniosas tácticas y cubrir la espalda de los demás para salir con vida.

Y si eres un poco sádico, entonces el modo "Dungeon Maestro" puede ser lo tuyo. Te conviertes en el malvado titiritero que intenta eliminar a los héroes que se han colado en su laberinto. Las opciones son retorcidamente geniales. Trucos, trampas y estructuras ideadas para entorpecer a los rivales: tú eliges a los monstruos e incluso puedes meter unos cuantos más con un solo clic.

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Identificar las mejores áreas de atasco y lanzar todo tu arsenal contra otros jugadores es una pasada. Sin embargo, hasta el maestro de las mazmorras tiene sus límites, de modo que una barra de maná que va cayendo y una cantidad finita de turnos evita que se aproveche. Pese a estas restricciones, la balanza se decanta claramente a su favor, haciendo que la conquista de su mazmorra sea muy gratificante para los héroes.

Cada partida recompensa al equipo con monedas que pueden invertir en mejoras. El motín se reparte a partes iguales, enfatizando el lema de trabajo en equipo del juego. No hay premio para el que se separa del grupo en busca de su propio 'loot'. Para conseguir más oro, los jugadores deben pensar en el grupo. Sub-clases de personajes, armas cómicas, armaduras ridículas y útiles ventajas están a su disposición.

Hace falta mucho oro para conseguir las mejores actualizaciones, pero el juego está diseñado para dejar un buen terreno para novatos y expertos indistintamente. Acabar un nivel ya es suficiente recompensa. Los objetos y habilidades liberables son más un símbolo estético del status sobre lo que has conseguido, más que el medio para hacerlo.

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Los distintos modos de juego y mejoras evitan que el relativamente simplón sistema de juego se haga demasiado repetitivo, garantizando algo de re-jugabilidad. Aunque son rara vez innovadores, los diseños estrambóticos, los personajes coloridos y las graciosas voces dan un toque a este juego que pocas veces se encuentra en títulos del género.

Por desgracia, pese a sus encantos, Dungeonland no puede esconder sus fallos. Es una experiencia hack-and-slash entretenida, pero muy limitada en cuanto a lo que ofrece. Algunos chistes se hacen pesados a la primera de cambio, lo mismo que la banda sonora subida de azúcar, pero estas pegas son pasables. Cautivarte lo suficiente como para que vuelvas a jugar en busca de castigo es la cuestión. Si bien la dificultad puede mantener tu interés durante un tiempo, quizás no sea suficiente como para aguantar hasta completar todos los retos.

Pero también es cierto que no se puede discutir demasiado por ese precio. Por menos de lo que cuesta una pizza (sobre los 10 euros actualmente), te llevas bastantes horas de contenido. Ahora sólo te falta la paciencia y los amigos que piden a la puerta de este parque temático.

Dungeonland
07 Gamereactor España
7 / 10
+
Diseño estrafalario e innovador, sistema de juego desafiante, énfasis en el trabajo en equipo.
-
Repetitivo, juego en solitario sin sentido, chistes pesados.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Jon Newcombe

"Dungeonland es un juego que quiere que mueras. Pero que mueras bien muerto, y muchas veces."



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