Y al final llegó el final. De repente, adiós. Un adiós que seis años y juegos después recuerda aquellos largos viajes en tren para ir a la universidad, cuando -sofocada por la masa informe de los aburridos pasajeros- tuve la oportunidad de escaparme de la realidad y catapultarme hasta una Londres victoriana y cubierta por la niebla, gracias a una serie firmada por Level-5 que arrancaba para convertirse en uno de los rompecabezas más fascinantes de la historia. Una despedida dedicada a los cientos y cientos de puzles que nos dieron tanto dolor de cabeza como satisfacción por resolverlos, a las decenas y decenas de horas de sanísima diversión que hemos vivido desde que El Profesor Layton y la Villa Misteriosa se estrenara en Nintendo DS, allá por 2007.
Tras esta media docena de años en su compañía, el profesor Hersel Layton se despide, cómo no, con su clase innata en El Profesor Layton y el legado de los Ashalanti, sexta y última gran aventura protagonizada por el arqueólogo inglés que, sin decepcionar las expectativas de los fans, deriva en uno de los finales más apasionantes y sobrecogedores que recordamos. Una misteriosa chica, una civilización antigua, un viaje a bordo de un majestuoso dirigible, una buena dosis de misterio: una vez más, la receta que siempre ha caracterizado la serie de Level-5 mezcla ingredientes de gran calidad, dando vida a un título que termina a bombo y platillo una serie de mucha más profundidad de la que aparenta. Y para aderezar esa fórmula, siempre y cada vez más, muchísimos puzles por resolver. Nos adentramos por última vez en el universo de regusto 'steampunk' del brillante (y querido, y remilgado) arqueólogo londinense y asistimos a su intenso canto de cisne.
Uno de los puntos más fuertes de la franquicia, desde el primer episodio, viene siendo la gran atención al apartado narrativo. Esta sexta entrega no es excepción, contando una historia en la que el profesor y su pequeño equipo viajan a bordo de una aeronave tras (cómo no) recibir una misteriosa carta de otro arqueólogo, el profesor Desmond Sycamore. En la misiva, Sycamore afirma haber descubierto la existencia de una asombrosa "momia viviente", de modo que propone a Layton reunirse en la fría ciudad de Froenborg para compartir más detalles. Intrigado por el inusual descubrimiento, y siempre guiados por el instinto natural del erudito, Layton, Luke y Emmy aterrizan en la ciudad de las montañas. Aquí (y no destripamos más que el gancho del principio de la aventura), atrapada tras una pared aparentemente inexpugnable de hielo, descansa una niña (que no es tan "momia viviente"), que parece pertenecer a la antigua civilización Ashalanti y guardar un secreto de tal importancia que su revelación podría cambiar el sino de la humanidad. Impulsado por su deformación profesional de arqueólogo e ilustre hombre culto, Layton da comienzo a una de sus minuciosas investigaciones, aun cuando al poco tiempo resulta no ser el único. Otro sombrío arqueólogo y sus secuaces parecen seguir las mismas pistas tras la chica misteriosa, pero con propósitos que distan bastante del interés puramente científico.
Solo con los primeros minutos en compañía de Layton, Level-5 es capaz, aprovechando su habitual maestría, de sumergirnos en un relato frenético, lleno de suspense, secretos y sorpresas. Lo que contamos en el párrafo anterior, una vez más, representa apenas el inicio del juego; sólo hemos arañado la superficie de una trama que, como en cualquier Layton que se precie, es emocionante y llena de giros. Para enriquecer la narración, aparece un agradable componente de Road Movie o historia por el camino (aunque en este caso sería más correcto hablar de "por el aire", dado que avanzamos con un dirigible), lo que sin duda contribuye a refrescar la fórmula consolidada de la serie, explorando nuevos escenarios encantadores y aportando un mayor dinamismo al cuento. Así, subir a bordo de la aeronave y aventurarse a explorar los rincones más remotos de la tierra se convierte en uno de los leitmotiv más interesantes de este nuevo episodio, representando como decimos un gran valor añadido para concluir con gracia una saga excepcional.
Pero el orgullo de la franquicia de Level-5, derivado de la manía de su líder Akihiro Hino, ha sido siempre, por supuesto, la colección de puzles a resolver en la pantalla táctil. Incluso en El Profesor Layton y el legado de los Ashalanti, este aspecto no se revela venido a menos, sino que vuelve a involucrarnos en una gran variedad de rompecabezas, adivinanzas y problemas que, por última vez, son capaces de poner a prueba nuestra materia gris.
Al igual que en entregas anteriores, cada acertijo viene clasificado por su valor en Picarats, una especie de unidad de medida para indicar el nivel de dificultad (y el premio) de cada pregunta. Años después, todavía no queda muy claro el mecanismo subyacente de clasificación, ya que a menudo nos encontramos con puzles de dificultad particularmente elevada con un número de Picarats reducido y viceversa (aunque lógicamente también depende de cada jugador y su forma de afrontar los problemas). Por otro lado, la constante presencia de preguntas difíciles aumenta muy a menudo la "frustración" previa a la resolución, lo que en demasiadas ocasiones deriva en un proceder sin razonamiento lógico, confiando únicamente en el vulgar procedimiento "por eliminación". Por suerte, este problema -siempre presente en la serie- aparece únicamente con un puñado de puzles que no llega a desvirtuar la sensación de reto que nos empuja a avanzar constantemente.
Al tratarse del último análisis, es inevitable realizar una reflexión sobre la calidad gráfica con la que ha ido evolucionando la serie. Al igual que sus predecesores (cada vez con más recursos y mayores valores de producción), El Profesor Layton y el legado de los Ashalanti es un trabajo de primer nivel artístico y técnico en Nintendo 3DS. Unas escenas de corte con gran detalle que parecen dibujos animados (con una presentación en <i>anime</a> 3D de profundidad casi maníaca) se combinan con escenas producidas con los gráficos del juego de una factura sobresaliente, con un diseño y cuidado a la altura de las primeras. La que firma siempre ha sido una gran seguidora del cine de Hayao Miyazaki, y Level-5, desde la elección de un escenario en ocasiones 'steampunk', nunca ha dejado de hacer guiños a su estilo y al de otros grandes del sector nipón.
De grandísima calidad es el apartado sonoro del juego, como también viene siendo tradición. Junto a una perfecta localización y un doblaje magistralmente interpretado, el carácter de los ambientes de la aventura lo aporta una ideal banda sonora, nunca excesivamente invasora, sino que más bien hace de gran acompañamiento a nuestra resolución progresiva de unos enigmas grandes y pequeños que, por el contrario, intentan ponernos de los nervios.
Estamos en las notas finales. En estos seis largos años, Level-5 ha demostrado un gran talento en la realización, no sólo en términos jugables, de videojuegos de enorme calidad y atractivo universal. Si bien no han realizado cambios muy sustanciales con cada capítulo, las aventuras del Profesor Layton han sido siempre capaces de mantenernos pegados a nuestras portátiles Nintendo gracias a la combinación perfecta entre historia apasionante, genial reparto de personajes (siempre destacando, por supuesto, el mismo Hershel Layton) y un número casi incontable de rompecabezas. Nos da mucha pena dejar atrás nuestros viajes y vivencias en compañía del brillante arqueólogo, pero apreciamos la decisión del estudio nipón, que ha preferido poner un broche de oro a la serie antes de que empezara a quemarse o aburrir con los años. Menos pena es cuando decimos adiós a Layton con la gran esperanza en el corazón de que Level-5, apoyándose en el éxito sin precedentes de esta saga increíble, considere sus fundamentos para dar vida, quién sabe, a una nueva serie de aventuras fascinantes. Querido Hershel, ¡gracias por todo!