Elemental

Te damos la bienvenida a Element City: una metrópolis en la que todos los elementos viven en perfecta armonía. O casi todos, ya que los marginados de fuego se ven obligados a vivir con una infraestructura bastante precaria y con los constantes prejuicios sobre su naturaleza destructiva. Una de ellos es Ember Lumen, una llama inquieta que algún día heredará la tienda de su padre, un sueño por el que ha trabajado durante toda su vida. Sin embargo, cuando aparece Wade, un guapo inspector de agua, este amenaza con cerrar la tienda. Es entonces cuando Ember se ve obligada a colaborar con Wade para salvar el futuro de la tienda. Por el camino, se da cuenta de que debe dejar a un lado sus prejuicios y abrir su mente para ser capaz de comprender mejor el mundo.

Pixar no ha sido capaz de llegar a ese nivel tan alto al que nos ha tenido acostumbrados durante años. Si bien es cierto que disfruté tanto con Lightyear como con Red (valoré a ambas con un ocho), es evidente que la libertad creativa y la atemporalidad que una vez definieron al estudio brillan ahora por su ausencia. Elemental pertenece a esta categoría post-Pixar en la que te introducen en un mundo que nunca llega a convencer en su lógica de la coexistencia de los elementos. Al principio parece como una especie de Zootrópolis barata, una película con una temática mucho más fuerte que el torpe mensaje de tolerancia de Elemental. Además, el planteamiento de la historia de amor es demasiado «elemental», nunca mejor dicho.

A pesar de todo, he de confesar que me he encontrado absorbido y atraído por la química que se fraguaba entre los personajes opuestos. La chispa que surge entre la joven llama y el personaje de agua es realista y muy dulce, haciendo que te olvides rápidamente de la decadente ciudad. Es muy fácil simpatizar con estos desafortunados amantes a medida que se van conociendo a ellos mismos y, por ende, van conociendo mejor el mundo que les rodea en este viaje que les cambia la vida. Lo único que les impide enamorarse es el miedo a extinguirse el uno al otro por el contacto físico. La forma en la que se desarrolla la historia es muy estereotípica y no sorprenderá a nadie, pero sí que es cierto que Pixar ha dado en el clavo, por lo que merece la pena ver la relación o, mejor dicho, la reacción entre estos polos opuestos.

Se trata de una victoria para el estudio de animación en el apartado visual. Al principio no estaba muy entusiasmado con el aspecto de los personajes de fuego, pero sí que me ha impresionado la forma en la que los personajes se movían, se bamboleaban y brillaban constantemente, algo que ha disipado al momento cualquier duda que pudiera tener al principio. Es un espectáculo pirotécnico de colores, texturas y formas que encantará incluso a los más pequeños, aunque puede que no les guste tanto la dinámica de comedia romántica como a los mayores. No hay duda de que, a pesar de todo, el elemento más mágico de la película es la composición musical de ensueño de Thomas Newman. Si la historia no consigue arrancarte una lágrima del rabillo del ojo, estoy seguro de que los sonidos suaves y dulces de Newman lo harán.

Puede que Elemental no sea esa película innovadora de Pixar que llevas tanto tiempo esperando y te parezca uno de esos cortometrajes que se proyectan antes de la película que has ido a ver. Sin embargo, no puedo pasar por alto el hecho de que se trata de una experiencia cinematográfica de lo más amena, en la que lo único que debes hacer es dejarte llevar por su argumento tranquilo. Es una película común y parecida a otras, pero con la que poder identificarse y cuyo estilo de animación distintivo y original hace que merezca la pena ir a verla. Es acogedora, cálida e innovadora, por lo que es un placer verla.