Una misión de minería sale mal. Te han secuestrado y estás tratando de escapar, cuando un escuadrón al completo ataca la base en la que estás atrapado. Todos parecen ir contra ti, pero gracias a un nuevo e inesperado conocido, logras rescatar a un amigo y huir del peligro. Ante ti hay explosiones, armas con centelleantes luces de neón y una hermosa danza de colores. Inhabilitas el equipo electrónico de interferencia de tu nave espacial, lo que te permite alejarte a una velocidad mayor que la de la luz. Este escenario inicial ayuda al jugador a aprender rápidamente los aspectos básicos de Everspace 2 y creo que está presentado de una buena forma, muy entretenida.
Si jugaste a su predecesor, un roguelite, esta secuela te parecerá tanto familiar como extraña. La mejor comparación posible es con la diferencia entre Dawn of War y Dawn of War 2. Este título pertenece a un nuevo género, aunque mantiene algunos aspectos del original. Ya no tenemos que sufrir el estrés constante de morir y tener que empezar de cero, pero sí que jugamos con el mismo personaje que en el original, Adam. Ahora es un clon militar que huye de un régimen que quiere hacerle daño. La principal diferencia es que la secuela amplía el cosmos y te permite viajar a distintos sistemas solares cuando quieras. No es completamente abierto como el de No Mans Sky, sino que te permite volar entre áreas abiertas más amplias. En cada sistema solar puedes explorar múltiples localizaciones, tanto creadas de forma aleatoria como hechas a mano. Eliges a dónde quieres volar, qué misiones llevar a cabo y cómo mejorar tu nave o naves espaciales.
Puedes cambiar de color y personalizar absolutamente todo, desde los aspectos hasta los sistemas de armas. Si les das a tus compañeros los recursos que vas recogiendo, puedes desbloquear mejoras muy potentes. Lo que me llama la atención de inmediato es lo modulares que son todos los elementos de la nave espacial; incluso puedes mejorar componentes individuales o armas construyendo actualizaciones con los materiales. Como en los RPG de acción, existe un sistema por colores que indica qué objetos son mejores y peores, y tendrás que eliminar, añadir, mejorar y actualizar elementos de tu nave espacial constantemente. Todo tiene su función, incluso los objetos con el mismo uso que las pociones de Diablo, por ejemplo. Sirven para mejorar tus armas brevemente, aumentar tu salud y mucho más. Si te gustan los looter-shooters con elementos de rol en un universo amplio, disfrutarás mucho de este título.
Además de mejorar tus naves espaciales a lo largo de la aventura, también puedes comprar otras nuevas. Hay múltiples clases que puedes utilizar y, aunque en los RPG tradicionales normalmente estás limitado a una única clase, en este puedes ir cambiando entre ellas si tienes el suficiente dinero del juego para hacerlo. Las clases están divididas en tres categorías: ligera, media y pesada. Hay naves espaciales con torres ametralladoras y abundantes escudos, así como portaaviones con flotas de drones que lanzar. También puedes escoger naves con blindaje ligero que tienen más movilidad que el enemigo. Hay una nave espacial perfecta para cada persona y me gusta que todas las categorías sean viables.
Cada clase tiene una habilidad definitiva que te ayuda a limpiar el campo de batalla. Por ejemplo, los bombarderos tienen algo que parece una pequeña arma nuclear y los cazas te permiten hacer mucho daño con sus armas en un periodo corto de tiempo. También hay una clase que te permite paralizar unas cinco naves espaciales en una especie de red que las conecta y hace que compartan el daño recibido. Además, puedes mejorar elementos de tu nave como los escudos o desbloquear habilidades especiales. Hay muchos sistemas interactivos con los que puedes trastear y todas las naves tienen sus fortalezas y debilidades estratégicas. Descubrí muy rápido cuáles eran mis favoritas: Interceptor, Striker y Vindicator. La Interceptor, como su propio nombre indica, es útil para luchar contra enemigos y hacer daño sin resultar lenta o difícil de controlar. La Striker es muy buena para abatir múltiples objetivos al mismo tiempo sin que el tamaño o la velocidad la limiten. La Vindicator me pareció muy divertida porque se trata de una aeronave pequeña llena de drones que puedes lanzar.
Tú eres uno con tu nave espacial y pasarás todo tu tiempo en el asiento del piloto. Para que esto funcione, los niveles están diseñados con espacios abiertos y pequeños puzles. Puedes navegar por el interior de las estructuras del espacio, descubrir secretos y resolver puzles en tu nave. Hay varias actividades que hacer aparte de las misiones principales. Estas últimas narran una historia que incluye arte 2D, doblaje y distintos personajes. Por desgracia, la trama es el elemento menos interesante del juego: no es muy memorable, pero sí que sirve de introducción a los momentos de acción y a veces da paso a diálogos muy entretenidos.
Algo que me encanta es que hayan conservado a tu acompañante IA, Hive, que ya conocemos del título anterior. No le gusta estar en la misma nave que tú y lo deja claro constantemente. Me encantó el dúo que forman los personajes en el anterior juego y me encanta también ahora. Gracias a las actividades secundarias, la dinámica de juego y el mundo abierto donde siempre hay algo que hacer, esta obra se asienta en una base muy sólida. Agradezco el contenido que Rockfish Games ha creado, ya que una vez más es un espectáculo espacial genial con sonidos increíbles. La música y los colores me recuerdan a Thor: Ragnarök. Es un sonido muy característico y ayuda al juego a destacar, junto a sus elementos visuales de primera. En un instante te encuentras luchando sobre un planeta partido en dos por un arma gigante y al siguiente estás viajando en completa oscuridad a través de las nubes para encontrar viejos cascos que saquear. Después acabas volando sobre dunas de arena y disparando a enemigos sobre bases planetarias. Para mí, lo mejor del juego son sus cambios de escenario y todos los hermosos lugares que explorar en el espacio.
Cuando finalizas la campaña, hay más cosas que puedes hacer. Como ocurre en Diablo III con las fallas de Nephalem, en este juego existen los Ancient Rifts. En ellos, el campo de batalla te absorbe y debes luchar contra enemigos por una serie de niveles. Cuando completas un nivel, te dan algunas opciones para continuar. Funciona de la misma forma que en el primer juego, porque la idea es darte algún tipo de contenido al finalizar que suponga un reto y te presente diversos escenarios aleatorios para ti y tu nave. Creo que funciona de forma perfecta, aunque los sistemas estelares por los que viajas van subiendo de nivel con el tiempo y acaban suponiendo amenazas más difíciles. Esta herramienta resulta muy bien recibida desde el inicio.
Everspace 2 ofrece unos buenos gráficos, una banda sonora fantástica, sonidos increíbles y un ciclo de partida fantásticamente divertido. No me esperaba que la acción intensa y fácil de jugar se mantuviese durante todo el juego, pero incluso tras pasar 50 horas en él, no me sentí aburrido ni insatisfecho. Si lo finalizas al completo, puedes esperar más o menos unas 100 horas de juego. Aunque la historia resulta insuficiente, me gustaron muchos de los personajes, y la dinámica, los entornos, los puzles y todos los demás elementos compensan este defecto.
Everspace 2 se disfruta más cuando vuelas fuera del camino marcado ante ti y exploras. Siempre encontrarás algún puzle, una mina en la que entrar o una base repleta de enemigos que hacer volar por los aires. Recuerda un poco al Starglider 2 de 1988 en ese sentido. Sin lugar a dudas, es lo mejor que he jugado en este género este año, junto a Diablo IV. Si te gustan los RPG de acción, este título es el indicado para ti.