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Final Fantasy XV

Final Fantasy XV - impresiones de un fan

El juego se acerca a su fase clave de desarrollo, en busca de la perfección que quiere su creador. Así hemos podido ver este RPG en busca de libertad de Square Enix.

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En las películas no ocurre como en el cine. Aquí es raro ver que un título sea conocido por el nombre de su director a no ser por excepciones como Shigeru Miyamoto, Rod Ferguson, Jade Raymond o Hideo Kojima. Aunque el de Hajime Tabata también está cogiendo peso, especialmente desde que sustituyó a Tetsuya Nomura en 2014 no sin una gran oleada de críticas. Pero él lo tenía claro, su objetivo era que Final Fantasy volviese a ser genial.

Para conseguirlo, como ha repetido en varias entrevistas durante estos años, se ha marcado dos objetivos. El primero era lograr que Final Fantasy volviese a transmitir sensación de modernidad, y el segundo era hacerlo llamativo para todo tipo de audiencias y en todo el mundo. La escena inicial del Capítulo 1, en la que aparece el Rey Regis despidiendo a su hijo Noctis, captura a la perfección esa noción de tecnología punta al mismo tiempo que presenta a unos personajes que no solo parecen accesibles, parecen posibles. El juego te sujeta por los hombros para mostrarte este momento fatídico, también para admirar la exquisitez y el detalle de los personajes y para dejarte absorto por los matices de sus comportamientos. Regis está totalmente agotado por esos años de mandato con puño de hierro; Noctis no es más que un crío que no ve lo que pasa más allá de sus narices y que se encanta a sí mismo.

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En cuanto le vemos desenvolverse con su pandilla, que completan Gladiolus, Ignis y Prompto, apreciamos sus personalidades creíbles, fuertes, fáciles de identificar en el mundo real. Su bólido, roto en medio del desierto, y sus mofas por ver quién empuja hasta el taller conforman una de las escenas de apertura más insólitas en un videojuego, aun más en un RPG japonés. Es la yuxtaposición total de nuestra concepción de la realidad y de la fantasía, con esos cabezahuecas empujando un coche mientras a sus espaldas se dirime el pasado, el presente y el futuro de su reino.

Por lo que nos han contado hasta el momento esto no es más que un viaje para formalizar el matrimonio que sellará la alianza entre dos familias. Te presenta una situación casi romántica y dulce que esconde el tono político serio, más maduro y elegante, que esperamos que recorra su trama. El diálogo es fresco ("se supone que este coche nos tenía que llevar a nosotros", dice uno de ellos nada más comenzar) y va acompañado de un escenario sorprendente.

Final Fantasy XV
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Esta puesta en escena se mantiene igual de potente a medida que nos adentramos en el mundo de juego, pero, en esta demo, su factura técnica no aguanta tanto. Por suerte, desde Square Enix ya nos advirtieron de que hay muchos elementos como el framerate o los tiempos de carga que mejorarían en la versión final y nos olemos que tiene mucho que ver con ese retraso de dos meses recién anunciado. Visto lo visto, es de agradecer que tomen esta decisión.

Tras una conversación con la sonriente y grasienta Cindy, nuestra mecánico, comienza la partida en serio. En esa área de servicio hay vendedores y otros NPC para conseguir misiones secundarias, de caza. Es justo ahí cuando las cosas empiezan las complicaciones. Porque no solo dan problemas los asuntos de desarrollo, hay que preocuparse porque la estructura es bastante rara. Ese interés por el realismo ha provocado que corretear por las montañas en busca de batallitas con alimañas débiles pero ágiles sea lo único que podamos asumir por el momento. Vale que esta misión se llame "El príncipe pobre", que te hace ver que empieza de cero, pero esos chanchullos no es lo que te esperas.

El dilema al que se han enfrentado Tabata y su equipo a cada paso es evidente. En algunos encuentros con criaturas dormidas que son el doble de un autobús aparece algo de temor y lo mejor es moverse de forma sigilosa, con movimientos lentos y observando sus reacciones. Unas situaciones con peso que contrastan con esa estructura de misiones un tanto aleatorias que se parece en algo a los MMO. Te pone frente a un mapa (una vez que lo consigues) y te deja ahí para que la narrativa vaya fluyendo a través de tus decisiones.

Se criticó mucho y con razón que Final Fantasy XIII fuera tan lineal, pero las primeras misiones de FFXV hacen todo lo contrario, dejan que la historia avance por cualquier parte. Por supuesto, esto provoca que Noctis y los suyos puedan ir haciendo lo que les dé la gana, incluso pasar un rato pescando en vez de luchar contra criaturas gigantescas que solo aparecen de noche. Pero hubiera sido de agradecer algo más de orientación, especialmente en el aprendizaje de las artes de combate, dado que la acción empieza muy pronto.

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Al fin y al cabo, el combate es el núcleo de cualquier Final Fantasy y, por extensión, de cualquier JRPG de primer nivel. Este título se aferra de nuevo a la idea de libertad total en este aspecto y permite, sin turnos ni cortes, que este equipo de cuatro se organice como quiera para luchar. En principio controlas solo a Noctis, que tiene la capacidad de atacar hasta con cuatro armas (o magias) alternando entre todas a ellas al vuelo. Enseguida te enseña a utilizar Phase, una técnica de teletransportación entre puntos concretos del escenario semejante a la vista en otros títulos previamente y muy efectiva para atacar, para defender y para diseñar tácticas para el resto del grupo. Aquí sí hay un mínimo aprendizaje para saber aprovecharlo. Noctis es un gran guerrero al que seguro que vas a querer sacar partido, y mientras hace sus combos con espada o lanza, sus compañeros añaden movimientos. Cada uno tiene técnicas especiales, como el golpe Tempestad (viento) de Gladiolus o el brazo de fuego de Prompto. Tú les ordenas usarlo y solo hay que aguantar un tiempo de espera para volver a ello.

En estos primeros momentos puedes confiar un poco en machacar los botones con un poco de criterio, pero en cuanto llega la primera prueba fuerte queda, que en cierto modo es un tutorial, queda claro que hay que recurrir al trabajo en equipo. Hay un detalle muy interesante, la forma en la que tus compañeros te dan consejos sobre cómo afrontar las batallas para asegurar la victoria. Porque además, si se sigue, se premia con puntos de habilidad, que son los que después se necesitan para ir progresando por sus árboles de habilidades. Por su utilidad, y por lo bien que mantiene ese tono distendido de colegas y ayuda a fomentar la conversación.

El mayor cumplido que podemos hacer a Final Fantasy XV tras estas horas de partida es cómo se combinan y se mejoran los distintos elementos de su gameplay una vez que se van incorporando. Hay que pensar que habrá que pasar ratos buscando los elementos esenciales para poder realizar magia, al mismo tiempo que te vas cruzando con criaturas más duras que empiezan a exigir ue las utilices. A pesar de toda esta exhuberancia, el sistema de juego de FFXV sigue teniendo mucho del grindeo de todo JRPG, con todas esas pequeñas batallas imprescindibles para sobrevivir a las mayores.

Y hasta aquí podemos contar sobre sus misiones, porque no podemos meternos en nada de lo que presenta el capítulo 2, que se titula algo así como "sin vuelta atrás". Pero os dejamos caer que el mundo se abre de una forma semejante a la que ofrecen los títulos de The Legend of Zelda cuando pasas esa "presentación inicial". Final Fantasy XV rasga las costuras de esta saga en busca de una nueva identidad, pero en esta sesión de prueba ya comprendimos que el equipo de Tabata ha hecho un auténtico Final Fantasy. Para saber cómo de buen y de real habrá que esperar a esa partida de más de 50 horas que nos lleve al análisis.

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