¿Te gusta conducir? Muy pocos juegos de coches te han hecho esta pregunta de verdad. Los simuladores más o menos serios te invitan a competir, a pilotar. Los juegos de arcade y diversión desenfadada te proponen velocidad sencilla y sin complejos. Pero, ¿qué hay de la conducción más cercana a lo que hacemos la mayoría con nuestros coches? ¿Dónde están las carreteras y campos, la sensación de libertad, el placer al volante? Forza Horizon 2 llega para hacer y responder todas estas preguntas, y luego como videojuego pone en tus manos una excelente colección de desafíos y vehículos de ensueño.
Que quede claro: FH2 es un juego de marcado corte arcade, pero con interesantes toques de simulación. Fuera de los circuitos de Forza Motorsport 5 y dada la enorme variedad y extensión de sus caminos, carreteras y terrenos, simplifica los parámetros que debes controlar con precisión para dominar tu máquina y la repercusión que tienen en las imitaciones físicas. No es necesario buscar el máximo realismo de pilotaje para disfrutar en este tipo de experiencia abierta. Casi diríamos que no es ni recomendable. Pero, dadas las sensaciones que producen los preciosos entornos, la respuesta de los coches y la libertad al volante, tampoco lo sería una apuesta por la fantasía.
Playground Games, Turn 10 y Microsoft fueron muy listos cuando colocaron el primer Forza Horizon en ese punto medio entre dos subgéneros. Hoy en día hay varios simuladores, otros tantos juegos de disciplinas concretas como los rallies, las motos o la F1, y unos cuantos títulos de estilo recreativa frenética. Ninguno es comparable a Forza Horizon 2, que llega como la casi perfecta realización en Xbox One del concepto que arrancó la primera entrega para Xbox 360.
En otras palabras: puede ser fácilmente el arcade de carreras que más guste a los fanáticos de la simulación (incluso el único), y a la vez también es capaz de enseñar a los acostumbrados a los palancazos y derrapes sobre raíles que se puede alucinar sin ser un experto, introduciendo unas cuantas variables más en la ecuación. Y nunca pienses que esto puede reducir la diversión. A lo mejor no estás pulsando el nitro para ver lucecitas de neón, ni provocando explosiones o persecuciones, pero la enorme gama de situaciones que se pueden dar dentro y fuera de tu coche en esta imitación de un mundo viviente y rodante conforma otro tipo de espectáculo y emociones.
También hay momentos, simplemente por la velocidad, que sirven a los abonados a los arcade para sentirse como en casa. En las autopistas, Forza Horizon 2 es un Need for Speed. Al realizar algunos derrapes cerca de la costa, recuerda a Ridge Racer. Pero aquí no hay que hacer una combinación de botones como en el clásico de Namco, sino tener unas cuantas cosas más en cuenta.
¿Para qué serviría contar con más de 200 coches desbloqueables si todos se controlaran más o menos igual? ¿Qué más me da coger el Mercedes o el Nissan si ambos 'corren' lo mismo? Eso es lo que pasa en los juegos más fantasiosos mencionados en el párrafo anterior, pero no aquí. FH2 coge de su hermano mayor FM5 todo el sistema de clases y una buena ración de parámetros de comportamiento de cada vehículo. No hay dos coches que se manejen igual. De nuevo: no es un simulador, pero notas los pesos, la adherencia, el agarre, la revolución y longitud de cada marcha, las fuerzas, la tracción... Esto, a las claras, es lo que le da y dará vida al trabajo de Playground. Porque pueden pasar los eventos, puedes conocer todo el mapa o puedes cansarte de jugar online, y al cambiar de coche todo vuelve a empezar. Solo necesitas media hora para dominar el siguiente coche (quizá un poco más para los más raros y especiales) y adaptar tu conducción.
Esto, prácticamente insólito en un arcade, realmente invita a echar muchísimas más horas, a sacar todos los coches que sea posible, porque son realmente distintos. Por esto FH2 es mucho más cautivador que otro juego de carreras en el que la diferencia se basa únicamente en la trampa de la IA, los reflejos o la velocidad punta. Y lo mismo pasa con las condiciones del circuito. No es ultra-exigente, pero se agradece un montón cómo se nota el cambio entre seco y mojado, asfalto o adoquinado, gravilla o viñedo (sí, viñedo).
Partiendo de este concepto intermedio, todos los cambios y novedades respecto al primer FH se cuentan por mejoras.
La más atrevida y publicitada es la posibilidad de lanzarse campo a través en cualquier momento, simplemente porque la recta es el camino más corto entre dos puntos. Puede que el estilo rally no sea el que mejor cale entre los amantes de Forza, o que incluso resulte 'insultante' que en más de una ocasión haya que meter el súper-deportivo por el barbecho. Además, está claro que no es el punto fuerte de estos desarrolladores, pues está mucho mejor recreado el manejo sobre carretera. Sin embargo, lo cierto es que esta posibilidad significa cambios de ritmo y de estilo y, sobre todo, hace mucho más creíble un mundo con cada kilómetro cuadrado completamente explorable. Si le das una oportunidad, estos tramos terminan resultando también emocionantes y refrescantes, aunque maldigas cada vez que te comas un árbol o que pierdas agarre.
En cuanto a los otros grandes cambios (efectos meteorológicos, online conectado y social, posibilidades en Xbox One, Europa en lugar del Cañón, reducción del 'rollito Festi') también amplían las posibilidades y el atractivo, pero por si te estamos aburriendo, una vez definida la propuesta de juego vamos a hablarte de todo esto a través de vivencias, libertad y belleza, que es lo que te marcará de verdad de Forza Horizon 2.
El primer paseo a Castelleto, el pueblecito costero al principio del juego, me puso los pelos de punta cuando, a medio camino, los reflejos del sol sobre el mar dejaron paso a un chaparrón repentino veraniego. Las tormentas, grandes y pequeñas, breves o duraderas, aportan más de lo que esperaba no solo a nivel de conducción, sino también como refresco tras una apretada carrera o como espectáculo adicional. Una vez gané una prueba de rally con mi Subaru Impreza (cómo no), y tras conseguirlo y subir de nivel me quedé con el coche parado, la radio apagada, ante un bonito paisaje interurbano, con las gotas repiqueteando sobre el capó y el limpiaparabrisas bailando sobre el cristal curvo con ritmo y sonidos hipnóticos, como pasa en la vida real.
El paso del entorno árido y rocoso del primer Horizon a la inspiración en el norte de Italia y el sur de Francia para esta ocasión no podía ser más acertado. Aunque algunos elementos visuales estropean la ilusión puntualmente (sombras repentinas, modelos básicos, acabado general por la noche), la familiaridad y la realización de los entornos multiplican el atractivo del juego, y la riquísima paleta de colores siempre busca los contrastes y la impresión, si bien cuida que el conjunto resulte realista. A veces, durante unos segundos, se te olvida que es un producto virtual. El trabajo artístico y técnico (muy fluido pese al mundo abierto) es sobresaliente.
No es España, pero los españoles tenemos paisajes muy parecidos. Llanuras amarillas y naranjas cruzadas por carreteras planas, campos de vendimia, pueblos con paredes de cal y colinas cubiertas de encinas recuerdan a La Mancha, mi tierra. En unas carreteras costeras te sientes como si fuera otra visita más a los pueblos playeros de Valencia, mientras que otras como la mencionada de Castelletto bordean la montaña como en algún lugar de Cataluña o Asturias. En este sentido, aplaudimos la gran verticalidad que ha cobrado el juego, atreviéndose con más subidas y bajadas dentro y fuera de las poblaciones, con cuestas y con caminos a distintos niveles. Y si estás arriba, siempre puedes bajar cortando por el monte a lo loco, o viceversa.
Una de las Experiencias Vitales (eventos preparados para coches que no posees y que esperan aparcados en el mapa) me puso al volante de un legendario Ferrari 250 GTO, a subir una carretera montañosa. En la radio, para mi sorpresa y escalofrío, el Verano de Vivaldi presentando la nueva cadena Levante, un canal alejado de las moderneces musicales de todos los demás. Motor y violines se fueron emocionando con el paso de los metros en casi perfecta armonía hasta la meta. Ese coche suena a Vivaldi; pienso repetir este evento y comprarlo cuando tenga suficientes créditos. (Reproduce el siguiente vídeo de gameplay para hacerte una idea).
Porque FH2 también ha ganado un puntito de elegancia con cosas como estas. Sigue hablándote como si fueras un chaval, y con el trasfondo del Festival, del fiestón y de las concentraciones de flipadillos del 'tuning', pero se corta un poco más con este estilo para acercarse a todos los públicos, algo muy conveniente. Es menos macarrilla y más fino. Y la selección musical gana no solo con la emisora de música clásica, sino con una oferta mucho más amplia que se va sintonizando poco a poco y con la que, casi siempre, puedes encontrar la banda sonora que vaya muy bien con tu viaje o carrera. He acelerado a fondo a base de house y drum 'n' bass, he arrasado por el campo con el rock a toda pastilla.
En otra ocasión me tiré casi una hora (literalmente) dando vueltas por el campo, mientras caía una preciosa tarde en el juego, buscando un coche abandonado con mi Renault Clio Williams de color verde lima chillón. Esa chatarra estaba muy bien escondida, pero también era que me lo estaba pasando pipa arrancando las viñas y siguiendo una línea de cipreses para subir a una cima, echar un vistazo y pegar un salto. Es el tipo de cosas que te pueden pasar con los objetivos secundarios de FH2, ahora que te puedes perder por ahí.
En dos de las contadas carreras de exhibición que hay contra aviones y trenes (!) pasé por la línea de meta dando un gritito a lo David Hasselhoff. En otro evento ambientado cerca del aeródromo, el terreno iba cambiando sin parar, y en una misma curva, en el mismo derrape, podías pasar de tierra arada a camino, asfalto y luego campo otra vez. En estos casos agarras el volante con fuerza pese a los tirones de cada terreno, aprietas los dientes e intentas no perder el control, deseando (si llevas un coche de carretera) volver a pisar pista lo antes posible. Qué rápido aprendí que había que llevar marchas más largas por el campo, torcer suave y menear el volante en base a las vibraciones. De hecho, uno de mis todoterrenos solo tiene tres marchas.
De la ilusión visual y al volante también te pueden sacar, paradójica y repentinamente, las repeticiones. No sabemos muy bien por qué no han sido capaces, pero queda realmente mal que en las repeticiones no giren ni las ruedas ni el volante (en vista interior). Es un fallo que quita las ganas de disfrutar de otra visualización de las carreras, y una pena cuando esta función está repleta de cámaras, ángulos y posibilidades en el modo foto. Si lo arreglaran, veríamos algunas carreras una y otra vez para deleitarnos. Así, no. Y ya que es un párrafo de pegas, también echamos en falta un retrovisor en la cámara sobre el capó (¿de verdad tenemos toda la telemetría y esto no?).
En cuanto al contenido, no debería preocuparte para nada. En un juego de este tipo siempre se podría pedir más cantidad o variedad, pero ya hemos dicho que la diferencia la marcan todos esos coches tan distintos y las situaciones que se generan una y otra vez, solo o en línea. Tienes 315 carreteras y caminos por descubrir, 16 campeonatos y una finalísima, más que de sobra para combinar con tus viajes libres y objetivos adicionales o improvisados. Hay dos sistemas de mejoras, uno para toquetear y poner a punto cada coche, y otro dedicado a la progresión del usuario, ahora planteado en un bonito panel con ventajas al estilo 'perks' de Call of Duty. El primero es como en los anteriores Forza, para que tu coche compita en su clase o para ajustar manualmente en base a gustos y necesidades. El segundo es un aliciente más y no sirve para hacer trampas ni correr más que nadie, sino para multiplicar la ganancia de XP y créditos. Además, una especie de ruleta de la fortuna te regala premios en 'metálico' y coches cuando subes de nivel.
Y luego está el modo online "sin cortes", completamente integrado en el mundo de juego. La conexión es rápida, la forma de preparar eventos para los corredores es sencilla y está bien que podáis correr juntos hasta el destino, provocando piques y contactos. En Gamereactor hemos hecho un club con conductores de niveles muy distintos, y hemos echado unas buenas sesiones multijugador con las que se nos han pasado las horas casi sin enterarnos. Pese a la diferencia de nivel, como todos deben llevar un coche del mismo tipo y en una carrera puede pasar de todo, la cosa se iguala bastante, si bien los de más alto nivel también tienen un garaje mucho más amplio del que sacar un vehículo óptimo, frente a la pobre colección o los coches de alquiler de los niveles más bajos. Algo que habría que indicar, no obstante, es quién conduce con volante. Entendemos que el número de jugadores con volante en condiciones es todavía reducido, pero las condiciones y posibilidades cambian bastante, y podría ser interesante correr sólo contra pilotos con volante, y no contra los que aprovechan la simplificación del mando (lee la segunda opinión bajo estas líneas para más información sobre Forza Horizon 2 y los volantes).
Por otro lado, si perteneces a un club sigues sumando constantemente (también si juegas en carreras por equipos, muy interesantes), y las opciones de reto a Drivatares se amplían con desafíos cada vez que terminas una carrera, para que no dejes de competir (aunque en más de una ocasión los cara a cara sobre la marcha son ridículos; tiene poco sentido quitarle las pegatinas a una van antigua de Volkswagen Type 2 De Luxe con un Ferrari). La progresión es ágil y se puede hacer de muchas formas, lo que te pega aún más horas al volante. Cuando ganas a un amigo porque has cogido un atajo a lo bestia es una pasada sólo posible en este juego.
Pero la integración no es total y el multijugador, como el juego con las pequeñas pegas mencionadas, tampoco es perfecto. Cuando estás en una carrera o jugando online, los radares de velocidad dejan de funcionar, por lo que pierdes opciones muy jugosas. Las colisiones en línea no son demasiado finas (aunque el juego pone en modo fantasma al que se estrella para no molestar), algunas carreras no funcionan del todo bien, lo que genera barullos o confusión, y finalmente, de vuelta al juego en solitario, la IA de los Drivatares sigue lejos del comportamiento que esperamos y hace extraños delatadores, al menos de lanzamiento.
Pequeños arañazos en un juego sin igual. Como decíamos, si te gusta conducir aunque sea un poquito, Forza Horizon 2 es tu juego, mucho más si tienes un volante. Creemos firmemente que es lo mejor que te lo puedes pasar hoy por hoy con un juego de carreras para todos los públicos, y directamente uno de los mejores juegos de Xbox One. Hacía tiempo que uno de coches no nos enganchaba tanto ni nos ofrecía unas situaciones tan novedosas y estimulantes. Consolida lo que inventó el primer Horizon y bebe lo justo y necesario de la simulación de Forza 5, pues la gran diferencia que hay entre los 210 coches es lo que multiplica la diversión y las posibilidades de verdad. Mira dónde flotan los globos en el cielo, porque indican por dónde queda el Festival. Dile al GPS Anna que te lleve con un comando de voz. Allí te esperamos con el motor en marcha.