Análisis de Fuse

Fuse se vio por vez primera en el E3 de 2010 bajo el título de Overstrike, pero desapareció del radar poco después, dejando a los jugadores preguntándose que había pasado. Después, en el otoño pasado, el lanzamiento de EA reapareció por fin con un nuevo look y un título diferente. Los gráficos coloridos, exagerados y de tipo 'cartoon' se habían tirado a la papelera en favor de un aspecto que se parecía a cualquier otro shooter futurista genérico. Las primeras pruebas a los mandos, sin embargo, dejaron sensaciones prometedoras y presentaron armas bastante divertidas, como es marca de la casa en Insomniac. Con sentimientos encontrados abrí la copia de review que llegó a la redacción. ¿Me iba a llevar una decepción?

En esencia, Fuse es el típico shooter en tercera persona, en el que te mueves de cobertura en cobertura disparando a todo lo que se mueva. Los controles son suaves, saltas por encima de las coberturas o te postras tras ellas como una pantera, y los tiroteos son precisos. Aquí es cuando entrarían por regla general las comparaciones con Gears of War o Uncharted, pero en realidad no podemos ir más allá y solo valen para la mecánica central, pues por desgracia el guión y la ambientación no están a la altura.

Protagonizan la historia un equipo de cuatro mercenarios que se hacen llamar Overstrike 9, contratados por el gobierno para investigar un ataque en un complejo de investigación. Al parecer existe cierta sustancia alienígena novedosa llamada Fuse, a la que los malos quieren echar el guante. ¿Por qué? Pues, lógicamente, para conquistar el mundo. Y como cabría esperar, de ti depende salvar el mundo, así que no es el relato más innovador del año. Pero hay un trabajo por hacer y alguien tendrá que hacerlo.

Los nombres de los personajes se te habrán olvidado en cuanto apagues la consola. Los enemigos, por otro lado, parecen haber sido desenterrados del cementerio de los diseñadores de videojuegos. Son una colección de humanos con diversos atuendos, pequeños robots-araña explosivos y mechas arrasadoras, y todos parecen algo fuera de lugar en este shooter de cobertura. ¿En realidad esos eran los planes de Insomniac desde un principio?

Los dos primeros niveles del juego están ambientados en unas plantas industriales del todo genéricas y aburridas, pero tras un rato comenzarás a jugar en escenarios algo más variados. Los enemigos se repiten como un disco rayado, y las batallas contra jefes no es que ayuden, precisamente. En todo el juego hay exactamente una batalla contra jefe interesante, pero la mayoría resultan insípidas y nada inspiradas.

Lo que salva al producto son las habilidades de los personajes. Todos son capaces de atacar con armamento estándar, pero además cada uno de los héroes tiene acceso a un arma única potenciada por Fuse. Estas armas especiales aportan habilidades distintas que permiten cierto grado de especialización según el personaje. El equipo está formado por un francotirador que cada vez hace más pupa, un tanque con un escudo de energía, uno que se encarga de las multitudes y otro experto en curaciones.

Cuando se combinan estas armas, consiguen elevar el nivel de diversión pese al aburrido guión y a la repetición incansable de los enemigos. También hay cierta progresión del personaje que hay que tener en cuenta, pero no esperes nada que se acerque a Borderlands. Cada protagonista cuenta con un árbol de progreso, y aunque son bastante similares, se centran en su propia habilidad única.

Por lo tanto, las interesantes mecánicas de equipo son lo que vale la pena aquí. Se ha diseñado con 2-4 personajes en mente, por lo que jugando en solitario no lo pasarás especialmente bien. Al principio del juego podrás avanzar empleando cualquiera de los personajes, pero hacia la sección final tu única opción viable es usar una aproximación a distancia. La inteligencia artificial de tus compañeros de escuadrón simplemente no está a la altura, así que se hace tedioso. Súmale el hecho de que el juego dura unas 7 horas y descubrirás que en solitario no es como se supone que hay que jugar a Fuse.

Sin embargo, si puedes jugar a pantalla partida en el mismo sofá o conectado online, entonces la cosa mejora. Aparte de la campaña está la incorporación (casi obligatoria estos días) de un modo de juego co-op del estilo Horda, en este caso llamado Echelon. Una docena de oleadas con mini-misiones aleatorias, entre las que están proteger ciertos objetos, cargarse a un líder enemigo dentro del tiempo o simplemente sobrevivir durante un rato concreto. El nivel de dificultad es bastante alto, pero si formas equipo con unos buenos colegas, vais a pasar unas buenas horas con el juego.

Esto no es a lo que nos tiene acostumbrados Insomniac Games. En algún punto del infierno de producción, este juego se separó de lo que podía haber sido una actividad muy divertida y se convirtió en un lío mediocre y sin ingenio. Lo único que se puede disfrutar al final son las mecánicas y el cooperativo, y es una revelación bastante triste que las armas potenciadas con Fuse tengan más personalidad que los protagonistas. Si tienes a mano unos cuantos amigos para compartir partida, Fuse merece al menos un rato, pero en realidad hay alternativas mejores en el mismo género.