La situación es desesperada para los Gears y la humanidad. A pesar de todos los esfuerzos y de que se derrotó a la reina Locust, una nueva amenaza, los lambent. Con la CGO desintegrada y la humanidad entera dispersa, la supervivencia y la guerra son el pan de cada día para los Gears que quedan.
Todos los elementos que catapultaron a la fama a Marcus Fenix y compañía vuelven de forma demoledora en la tercera entrega de Gears of War, el primer juego de esta generación que nos hizo sentir que de verdad había una brecha tecnológica respecto a todo lo visto anteriormente en videoconsolas. Y sí, esto es bueno, ya que Gear of War lo que hace, lo hace muy bien y de forma espectacular.
Visualmente el juego mantiene sus modelos tradicionales: personajes achaparrados y musculosos, de aspecto rudo, escenarios donde abundan los grises y marrones (y el rojo de forma esporádica), pasillos agobiantes y escenarios llenos de coberturas y recovecos donde conseguir una cobertura y maniobrar para lograr el mejor ángulo de tiro. Nuestra fiel lancer sigue tan precisa como siempre y su motosierra nos deleita con nuevas y espectaculares formas de trinchar a cuanto bicho se nos ponga por delante. Pero junto a toda esta familiaridad encontramos ligeros retoques visuales, sobre todo del lado de la aplicación de texturas y reflejos, mucho más naturales. Los modelos casi han perdido esta pátina brillante que les daba un aspecto plastificado y los personajes ya no parecen culturistas embadurnados de aceite, sino que resultan mucho más creíbles. También se notan cambios en los efectos de luces y la iluminación, que incide de forma más natural en las superficies.
El diseño de los nuevos enemigos es sensacional, una versión luminosa de los locust, que mueren entre destellos y mutan en medio de los combates. Hay de muchos tipos y cada uno tiene sus peculiaridades, pero bastaran pocos enfrentamientos para calarlos y pronto serán tan familiares como los grunts o los boomers.
Los enfrentamientos siguen siendo el punto fuerte de Gears of War. Ahora estaremos acompañados en todo momento por tres compañeros, importante ya que el multijugador se ha visto ampliado a cuatro jugadores, por si queremos ampliar nuestras sesiones de campaña cooperativa. Los escenarios son, por tanto, ligeramente más grandes, con espacios para todos y con mayor cantidad de armas a nuestra disposición. Quedarnos sin munición no será un problema, sí que no nos vuelen la cabeza de un tiro bien encajado. Lo único que se echa en falta es una mayor interacción con los escenarios.
Debido a la naturaleza cinematográfica de Gears of War, se nota que todos los elementos han sido controlados para conseguir determinados efectos en determinados momentos. Si pasas por este punto el coche caerá, si te pongo estos enemigos aquí es para que hagas explotar estos contenedores... Los escenarios son tan sólidos y bien terminados que choca, cuanto menos, cuando nuestra vena gamberra nos impulsa a disparar a unos pollos de granja y que estos sean completamente inmunes al daño. Si los Locust tienen a los tickers, ¿por qué los humanos no tenemos un regimiento de pollos inmortales explosivos kamikazes? De igual forma, si disparamos a una pared no habrá agujeros de bala y si queremos disparar a lámparas y focos sólo conseguiremos gastar balas que mejor servicio harían alojadas en algún cerebro alienígena.
Los combates están llenos de acción y movimiento. Cambios de cobertura y de armas para adaptarnos a la situación, elección de armamento para aprovechar las condiciones del escenario (si hay espacios cerrados y tenéis una recortada a mano os vais a divertir) y arriesgar a entrar en combate cuerpo a cuerpo para descubrir las "20 formas de hacer papilla a un enemigo" que hay en Gears of War 3.
Otro detalle que se ha cuidado es el de mantener la esencia de los personajes. Seguiremos indagando acerca del pasado de Marcus, Cole, Don y Bairde, con estrellas femeninas invitadas y un tercer hermano Carmine del que todos estamos esperando saber en qué quedó la campaña promocional que determinaría su suerte en este juego. Desde luego, en Epic han sabido regodearse en este hecho y hay numerosas referencias humorísticas. Los diálogos siguen siendo frases lapidarias de películas de serie B, bravuconadas y con más palabrotas que preposiciones. Marca de la casa.
El modo campaña es largo y depara muchas sorpresas argumentales y es rejugable, bien para disfrutarla con nuestros amigos, bien en modo arcade, en el que obtendremos puntuaciones (como en Vanquish). A estos modos se les añaden un modo Horda, en el que habrá oleadas de enemigos que habrá que liquidar, o el modo Bestia, una suerte de Time Attack en el que podremos controlar tanto a Gears como a locust y que es de carácter competitivo. U, por supuesto el modo enfrentamiento con el que partirnos la cara con ocho jugadores más en el Live.
Gears of War 3 es un juego que destaca, sobre todo, por su cuidada producción, aunque limite las acciones y efectos del jugador. Los combates son adrenalínicos y el modo campaña para cuatro jugadores es un gran acierto. El modo online, sin embargo, peca de algo escaso y no aporta nada nuevo al género, salvo el hecho de disfrutar de los nuevos escenarios y modos dentro de la licencia. Así pues, es un juego que se disfruta mucho más en modo campaña, con la historia y la experiencia cuidada que viviremos en ella y no en los azares de nueve tíos soltando plomo e insultándose por el micrófono.