Análisis de Hyper Light Drifter

Con un aspecto completamente chocante y una influencia del mundo del neón difícil de encajar, el universo pixelado de Hyper Light Drifter es todo misterio. Pero no es nada ambiguo a la hora de presentar su aberrante mundo postapocalípitico, plagado de una enfermedad horrible que te hace avanzar por el arcaico páramo sin nombre agarrándote el pecho excepto cuando te detienes a escupir sangre. Es tu trabajo como errante al que se le ha encomendado buscar la tecnología del pasado que se decía que poseían las civilizaciones antiguas. Lo único que tiene para ponerte en situación son unas breves escenas de vídeo y algunas ilustraciones, pero ni idea de la causa de tu sufrimiento.

A pesar del horror, el mundo de Hyper Light Drifter ha quedado representado de una forma preciosa, repleto de localizaciones pintorescas que van desde su bosque con forma de diamante a sus elevadísimas cumbres nevadas. El estilo artístico te absorbe al instante, como el mestizaje perfecto que siempre esperaste encontrar entre un anime de los años 80 y un videojuego de los 16bits. Esa paleta de colores vivos añade una identidad fuerte y te invita a pensar que estás entrando en una gran aventura. No será extraño que te ocurra como a nosotros y que te veas al final parando cada dos por tres a echar un vistazo. Pero esto tiene un significado más, es una prueba de que es un título bien trabajado, diseñado a consciencia y al detalle.

El popular compositor de música electrónica Disasterpeace (Fez) ha prestado su talento al proyecto, una banda sonora a base de sintetizador tan sutil como efectiva. Su registro invita a entrar en trance desde el segundo planto, sin mostrarse de forma directa excepto en contadas ocasiones. Es capaz de aportar un aire tranquilo a este mundo en guerra, aunque sube la intensidad rápidamente cuando arranca un combate, sin transiciones. Hace lo que tiene que hacer toda banda sonora, ahondar en la emotividad del juego sin distraer demasiado del gameplay.

Porque, en esencia, Hyper Light Drifter es un RPG de acción en dos dimensiones con gran influencia de los clásicos como The Legend of Zelda o Diablo. Se le compara a menudo con Dark Souls por su dificultad, por sus combate cuerpo a cuerpo o muy cercanos contra las criaturas del vicio. Desde el principio tienes la opción de abrirte paso con la espada o con armas de fuego, pero hay que tener cuidado porque la primera forma requiere habilidad y la segunda saber condurar las balas. Su ambiente claustrofóbico y la agobiante cantidad de enemigos por momentos también contribuyen a esa fama de juego difícil que se ha ganado, y que hay que buscar directamente en la era de los títulos de NES.

Pero ese sistema de combate no nos recuerda tanto a Dark Souls como al remake de Doom, ya que requiere utilizar combates físicos y de fuego. Las peleas contra los jefes son las que determinan si tu habilidad y tu paciencia van a ser suficientes como para llegar hasta el final, porque cualquier descuido es fatal. Ni siquiera basta con estudiar sus patrones de forma meticulosa, además hay que mantener un nivel de precisión muy elevado.

Si te sales del camino principal vas a encontrar algunas pepitas de oro que van a ser tu garantía de una vida más sencilla. Porque con ella vas a poder comprar más armas, habilidades y mejoras. El árbol de desarrollo escapa del típico "más y mejor" para dar paso a una serie de objetivos que tienen un impacto real en la partida. Por ejemplo, si adquieres la capacidad para devolver las balas enemigas con la espada va a ser más probable que puedas evitar daños mientras avanzas. Hubiera sido ya sensacional si incorporase una serie de espadas con distintos niveles de poder o armas complementarias.

A diferencia de lo que ocurrió con la versión de PC, aquí está disponible el multijugador local desde el principio. Le da un toque fresco a este género tan abocado a la soledad de un solo mando. Eso sí, hay que pagar un precio, un fragmento de tu barra de vida, pero el cooperativo es increíblemente beneficioso, especialmente en las batallas contra los jefes porque es muy útil tener un segundo muñeco eliminando a esbirros o distrayendo al gran enemigo. La guinda al pastel hubiera sido un multijugador online a lo Journey, pero con esta propuesta ya estamos satisfechos.

Después de la partida y de los créditos aun viene una sorpresa más. Un modo game+ que te devuelve al inicio de este mundo postapocalíptico con todo lo que habías conseguido antes excepto la vida, más limitada. Es un gran reto porque la dureza es extrema, pero seguro que te has dejado algunas pepitas de oro por el camino que quieres recoger.

Erigiéndose como uno de los juegos independientes más bonitos de los últimos tiempos, Hyper Light Drifter pasea orgullo sus influencias retro porque sabe imprimir carácter y clase. Una ambientación exuberante, un sistema de mejoras con sentido y un sistema de combate exigente pero sólido hace que sea una de las joyas ocultas de 2016.