Cuando me desplacé a Londres hace unas pocas semanas para probar tres proyectos e Konami entre los que se incluían el remake de Silent Hill 2 y Metal Gear Solid Δ: Snake Eater, lo que no me esperaba era que lo que más me iba a flipar era el tercer título, perteneciente a una propiedad intelectual completamente nueva.
La gente de Far Out Games tuvo la genial idea de crear un proyecto con una experiencia parecida a la de Crazy Taxi, con la salvedad de que, en vez de mover a personas por una ciudad moderna, esta vez te convertirás en un repartidor de paquetes que vive en un pueblo estadounidense de los años 50. El juego se conoce por el título de Deliver at All Costs y, tal y como implica tal nombre, tu meta es completar tu entrega sin importar la situación. Y creedme, a veces la situación es de las que te quitan la palabra de la boca.
La perspectiva de la cámara al jugar a Deliver at All Costs es isométrica, un poco como en Diablo, y la idea principal es que te pones al volante del coche y destrozas el mundo entero si hace falta para terminar tu trabajo sin que te importen los posibles impactos ambientales. Y los va a haber, creedme, porque todo en el mundo del juego es destruible, así que puedes apisonar edificios, aplastar coches, destrozar todo tipo de tuberías y atropellar peatones. En este sentido, es como si hubiesen juntado Destroy All Humans! y Grand Theft Auto, con la gran diferencia de que en Deliver at All Costs no hay consecuencias para tus acciones. Si provocas una cantidad de destrozos lo suficientemente elevada podrías alertar a la policía local, pero no son rival para tus dotes de conductor. Una vez que hayas desaparecido de su línea de visión, puedes salir de tu coche, brincar en un contenedor para ocultarte y esperar a que pase el peligro.
Probablemente te haya sorprendido la mención de ser capaz de salir de tu coche, algo que no solemos ver en juegos de conducción. El motivo principal es que el mundo está repleto de recovecos y huequecillos con secretos ocultos y personajes dispuestos a entregarte misiones secundarias, la mayor parte de ellas tan raras y alocadas como los objetos principales. Pero ¿por qué te molestarías en hacerlas más allá de para lograr el legendario 100%? Porque el premio son planos o partes para fabricar cosas que luego podrás usar para mejorar y modificar tu coche añadiendo cosas como una grúa que te sirva de ayuda en tus entregas o unas puertas con suspensión que se pueden abrir a mano mientras correteas por el mundo para agarrar a cualquier desgraciado que te encuentres y mandarlo hasta los cielos.
Bueno. ¿Y esos encargos de entregas tan locos de los que llevo un rato hablando qué? Lo que empezó con una sencilla caja de fuegos de artificio extremadamente volátiles y que me explotó mientras la transportaba entre dos regiones del mapa, acabó convertido en entregas consistentes en: un marlín vivo más grande que mi coche, 80 sandías podridas cada una con su propia simulación de físicas separa de las demás y una máquina de globos que a veces hacía que mi coche se pasase unos segundos despegados del suelo. Cada misión de entrega era un nada que ver con la anterior y realmente no había forma de prepararte mentalmente para lo que fuera que te fuese a lanzar Deliver at All Costs en la próxima tarea.
Diré, eso sí, que el mundo del juego me pareció más bien sencillito. Aunque hay una variedad de áreas únicas con su propio estilo y bioma que puedes visitar, mientras exploras no se te pedirá mucho más que romper cajas marcadas con cruces amarillas para hacerte con el botín oculto en ellas o abrir los cofres que encuentres para conseguir más planos y partes. Es otro de los puntos en común con Destroy All Humans! en vez de con Maneater, en el que Tripwire sí que añadió tareas y desafío adicionales a su mundo que hacían que fuese interesante de por sí.
Ya que hablamos de DAH y Maneater, diré que el sentido del humor de Deliver at All Costs es bastante parecido, con un tono muy satírico y que encaja muy bien con las mecánicas y dinámicas de juego. El humor logra que tengas más ganas de aprender acerca de los distintos personajes y sus motivaciones, incluso aunque casi toda la historia se centre alrededor de cómo Winston Green trata de sobrevivir tras ser despedido de su antiguo (y amado) trabajo como ingeniero aeroespacial.
El resultado final es un juego con un aura y hasta una estética de diversión innegables. No cuesta nada arrancar el juego y ponerse a jugar y a divertirse y con una historia principal de cerca de 11 horas (más otras 5 de contenido si eres completista) un diseño pensado únicamente para un jugador y una serie de mecánicas de juego y motor de destrucción que hacen que el mundo semiabierto del juego se convierta en tu patio de recreo. Desde luego, no faltan razones para tenerle ganas a este título. Estoy convencido de que su estilo algo chiflado mantendrá a este juego fresco y divertido a medida que pasan las horas y volveré a St. Monique a por más cuando Deliver at All Costs salga en PC y consolas, sin ninguna duda.