Cuando hace meses se filtró el Modo Ratón de los nuevos mandos Joy-Con 2, a muchos se nos ocurrieron posibles usos. Los más obvios eran para party games (como será el caso de Mario Party Jamboree, por ejemplo), para juegos de estrategia (como será el caso de Civilization VII) o para shooters en primera persona (como será el caso de Metroid Prime 4: Beyond). Pero Nintendo necesitaba una pieza de software para mostrar de verdad un uso central innovador para la que es la mayor novedad de Switch 2 cuando hablamos de posibilidades de juego, dado que todo lo demás es una evolución de lo que vino antes.
Y no estoy hablando del polémico Nintendo Switch 2 Welcome Tour, un título no incluido que consiste en varias demos técnicas, sino de un juego en toda regla que se ha construido en torno a la propia característica, incluso teniendo en cuenta cómo se puede pasar al Modo Ratón con los dos Joy-Con 2 a la vez, con las manos en paralelo apoyadas sobre la mesa... o en tus rodillas, o en los brazos del sillón, o a tus lados en el asiento del sofá.
Evidentemente, estoy hablando de Drag X Drive, un juego deportivo que fue presentado durante el Nintendo Switch 2 Direct y que toma prestadas un par de notas de los manuales de otros títulos deportivos de enorme éxito, como son Rocket League y Nintendo Switch Sports. Y hay que reconocer que la premisa principal es poco menos que brillante: se trata de baloncesto futurista en silla de ruedas, lo que significa que tendrás que "arrastrar" (Drag) para, bueno, ejem, "conducir" (Drive). Deslizando el canto magnético de los mandos Joy-Con 2 sobre una superficie, controlarás cada mano y brazo de los personajes, moviendo la rueda izquierda o derecha de la silla hacia delante o hacia atrás. Una si quieres girar, las dos a la vez si quieres moverte en línea recta... o al menos intentarlo.
Permitidme hacer un inciso aquí para añadir algunos antecedentes personales, pues creo que es importante tenerlos en cuenta para el contexto. Me encantan los controles por movimiento y la innovación en los mandos. Empecé efectivamente a escribir sobre videojuegos fascinado por sus posibilidades hace casi 20 años. Los he disfrutado cuando han estado bien hechos durante todos esos años, hasta el punto en el que nos encontramos ahora con dispositivos como los mandos de realidad virtual, los giroscopios y acelerómetros integrados en el teléfono, las funciones hápticas del DualSense y, por supuesto, los mandos con movimiento de Nintendo Switch y Switch 2. Zelda: Skyward Sword fue un sueño hecho realidad, si sabéis a lo que me refiero. En otras palabras, no soy un hater, nunca lo he sido.
Sin embargo, en este caso, y a pesar de que los controles tienen todo el sentido del mundo en términos de diseño y funcionan a la perfección, no me sentí a gusto en ningún momento de los 15-20 minutos que pasé con Drag X Drive. No me sentí en pleno control del personaje del jugador, ni siquiera después de pasar por el tutorial completo antes de un supuestamente emocionante partido 3v3. De nuevo, los controles responden al deslizar-levantar-deslizar, y supongo que es cuestión de entrenarse y acostumbrarse para conseguir una maniobrabilidad precisa, pero yo me veía bastante lejos de eso. De hecho, los controles me parecieron innecesariamente complejos y sobre todo... nada divertidos.
¿Estaba puliendo la mesa en secreto? ¿Amasando una base de pizza? Creo que tuve problemas con todo el esquema. Es intuitivo, eso por descontado, pero si tienes que chocar de frente con otro jugador para robar el balón, o conducir más rápido de un lado a otro para defender o para encontrar espacios de pase o tiro, se vuelve demasiado frustrante demasiado rápido, incluso exasperante. ZR o ZL también funcionan bien como frenos, L+R para pasar, y entonces levantas la mano y haces el gesto de lanzar a canasta con la muñeca de una forma muy natural, lo que me dio un pequeño atisbo de satisfacción, pero incluso eso se me olvidó pronto al volver a conducir.
El problema no es, por tanto, la postura poco ergonómica que no me gustó de Metroid Prime 4: Beyond al no tener que pulsar tantos botones ni apuntar por la pantalla, sino más bien cómo me sentí: como si estuviera perdiendo parte de mi apretadísimo y valiosísimo tiempo con la máquina, por mucho que mi curiosidad me arrastrara a este juego. Me condujo hacia el enfado, tengo que admitirlo, y no estoy tan seguro de querer volver a jugarlo.
Tampoco podía presumir de tipazo. Rodeado de tantos juegos, first y third party, luciendo esas preciosas pantallas portátiles 1080p HDR, esos gráficos 4K60 en la tele por primera vez en una consola de Nintendo, este se me hizo soso y feo. Sin personalidad, sin extravagantes efectos deportivos futuristas, todo gris y ciencia ficción genérica. Para un título que, no lo olvidemos, sale ya en la ventana de lanzamiento de verano.
De todas formas soy consciente de que aquí hay opiniones encontradas. Sé de un colega que se enganchó a los controles y disfrutó de su partida, quizá incluso dominando la mecánica de desplazamiento. Y estoy bastante seguro de que algunos jugadores serán extremadamente buenos, que se harán tan pro, que esto podría tener potencial competitivo, ya que los controles en sí funcionan. Y, una vez más, hay que aplaudir la ingeniosa premisa y el mensaje accesible e inclusivo que hay detrás. Pero cuando se trata de la accesibilidad más literal, de la de coger el mando y jugar, a la que estamos acostumbrados, por ahora me tiraré un triple y diré que no la veo.