Into the Restless Ruins

Cuando se trata de géneros favoritos, los roguelikes están sin duda entre mis favoritos. Creo que he jugado a más juegos de esa categoría que de ninguna otra. Así que me resulta bastante fácil saber si un nuevo roguelike ofrece algo nuevo o si es simplemente otro juego más del montón. Into the Restless Ruins mezcla y combina un poco en ese aspecto, pero en general lo hace muy bien.

El ingrediente único de Into the Restless Ruins es que tú creas tu propia mazmorra. Al igual que Slay the Spire tiene cartas con diferentes ataques, Into the Restless Ruins tiene cartas con diferentes tipos de habitaciones que puedes colocar para llegar a los lugares del mapa que desbloquean nuevas partes del mundo. Las salas también tienen distintas habilidades: por ejemplo, una sala que aumenta tu vida, una sala que aumenta el daño de tus ataques, o salas que te dan más puntos para comprar más salas o salas más caras en la siguiente ronda.

Tu trabajo consiste en llegar hasta el jefe final, una especie de guardia que se ha estado metiendo con La Doncella (que es quien te da la misión) y, una vez que lo hayas hecho, desbloquearás el siguiente camino. Hay un total de seis caminos diferentes para desbloquear y todos tienen diseños distintos que cambian la estrategia de cómo dispones tus habitaciones. La Doncella y todos los demás personajes que encuentras en Into the Restless Ruins están tomados de la mitología escocesa. La Esposa de la Gallina y el Wulver son otros personajes que te encuentras. La Esposa de la Gallina te permite mejorar las habitaciones y el Wulver te da varios beneficios durante tus carreras. No hay mucha historia, pero lo poco que hay ambienta bastante bien. Si quieres, incluso puedes jugar todo el juego en gaélico escocés en lugar de en inglés.

Ahora bien, no puedes simplemente colocar habitaciones en el mapa y esperar poder correr a tu antojo completamente libre de trabas. En primer lugar, tu mazmorra contiene un montón de monstruos a los que tienes que enfrentarte. Luego está la antorcha, que se consume lenta, pero inexorablemente y hace que te envuelva la oscuridad. Para evitar que la antorcha se apague, hay habitaciones que te permiten darle a la antorcha un empujón que la hace arder un poco más. Por tanto, debes colocarlas estratégicamente para que puedas mantener la antorcha encendida tanto durante el trayecto hacia tu destino del día como de vuelta a tu portal de salida.

Está claro que Ant Workshop se ha inspirado en parte en Slay the Spire y también mucho en Vampire Survivors. Si fracasas en las tiradas y mueres, al final el juego te penalizará dándote cartas con maldiciones. En cambio, si lo haces bien, serás recompensado con cartas que te darán un gran impulso. También tienes la oportunidad de añadir varios "cantrips" que te lo ponen más difícil o más fácil la próxima vez que empieces una pista. Éstos se desbloquean a medida que juegas a Into the Restless Ruins y hay unos 40, pero estás limitado a utilizar un máximo de cuatro a la vez. Todo el aspecto de construcción de mazos es muy similar a Slay the Spire y eso no es en absoluto un punto negativo, sino todo lo contrario. En lo que respecta a Vampire Survivors y a cómo tomaron ideas de allí, soy un poco más dudoso, por desgracia.

El caso es que no pulsas ningún botón para atacar a los enemigos. El juego lo hace automáticamente, igual que en Vampire Survivors. Y el hecho de que los pasillos estén llenos hasta los topes de ellos de vez en cuando hace que los paralelismos con Vampire Survivors sean aún más fuertes. Into the Restless Ruins es una especie de mezcla entre un rouge like-deckbuilder y un superviviente de horda. Pero no es tan gratificante como el rey de los supervivientes de horda, Vampire Survivors, y se siente muy soso e insulso todo el tiempo. No hay peso en los ataques y te limitas a correr y a mirar mientras los enemigos desaparecen lenta, pero inexorablemente porque les has atacado. Desbloqueas nuevas armas a medida que juegas, pero el problema persiste y las batallas se sienten sosas y aburridas. Sin embargo, los jefes finales ofrecen un poco más de variedad. En ellos, tienes que esquivar los ataques y moverte con inteligencia para evitar caer antes de tiempo.

Into the Restless Ruins Ofrece una música realmente agradable. Una especie de fusión entre el bit-pop clásico que coquetea con el sabor de la música folk escocesa. Mientras que la música es una partitura completa, los gráficos se mezclan un poco. Se trata de gráficos pixelados bastante sencillos, que funcionan perfectamente y son agradables de ver, siempre que no se les vean las costuras. Un problema que se encuentra a menudo en los juegos con gráficos de píxeles es que los desarrolladores han agrandado a los personajes sin darles la suficiente densidad de píxeles para que funcionen en el juego; ése también es el caso aquí, con Esposa Gallina y Wulver con un aspecto bastante cutre. En general, diría que está bien, pero todo se ve arrastrado por errores chapuceros que podrían corregirse fácilmente.

Into the Restless Ruins en realidad ofrece algo nuevo y fresco que ayuda a enriquecer el querido género rougelike. Aunque toma prestado abundantemente de otros gigantes rougelike, Ant Workshop ha tomado prestado realmente de los lugares adecuados y ha creado algo único que es muy adictivo y ofrece una cantidad insana de valor de repetición. Me habría gustado más peso en las batallas, especialmente, y los gráficos flaquean en algunos puntos, pero en general Into the Restless Ruins es un juego muy bueno. Así que sal ya y construye tu propia mazmorra.