Lo que estás leyendo es una clasificación sobre los lanzamientos del año. Pero si nuestros herederos de 2099 redactaran una clasificación de las decepciones del siglo, probablemente Duke Nukem Forever coronaría la tabla. Estábamos esperando esta entrega desde tiempos inmemoriales, después de uno de los desarrollos más largos y problemáticos de la historia del sector y un 'hype' que casi se podía tocar con las manos. El duque estaba a punto de volver: recuperaríamos el control de uno de los mejores personajes de la historia de los videojuegos, nos enfrentaríamos a los cerdos aliens y masticaríamos chicles y tacos, descargando plomo y eructos contra bichos enormes. Cuando el juego llegó al mercado hicimos todo eso, pero nos dimos cuenta de que era mucho menos divertido que en los años 90. Duke Nukem Forever es un juego basado en unos recuerdos que se han ido desvaneciendo y que los desarrolladores, para nuestro pesar, no han sabido volver a impulsar.