Sin ninguna duda, este es el juego más espectacular que ha llegado a PS Vita hasta la fecha, un trabajo que mucho mejor que cualquier otro que llegara antes sabe demostrar de lo que es capaz la consola portátil en las manos adecuadas.
A diferencia de capítulos previos en la franquicia Killzone, en este caso no luchas por una causa mayor. Como indica el título, luchas por dinero. Todo consiste en matar, y además en matar con estilo. Ya nos pasó con el primer nivel de todos, que quisimos re-jugarlo nada más pasarlo, prueba de la naturaleza adictiva del concepto que se esconde detrás: aquí todo va de los multiplicadores.
Killzone: Mercenary es más desafiante de lo que esperas, incluso en los niveles de dificultad más bajos. Además, me ha sorprendido en varias ocasiones una inteligencia artificial poco dada a cometer errores estúpidos, incluso con esos estupendos gráficos chupando del procesador. Con estos sticks más pequeños de la PS Vita se hace un poco más complicado que con tu mando estándar, pero pronto te acostumbrarás, y finalmente no puedo quejarme sobre los controles del juego, más allá de lo que Guerrilla Cambridge se ha visto obligada a hacer cuando se han quedado sin botones.
Uno de esos problemas es que correr y agacharse están en el mismo botón, algo que suele llevar a ejecutar la acción equivocada. Vale que también tienes la opción de tocar dos veces en el touchpad trasero, pero eso no es precisamente intuitivo. Cosas como las granadas se emplean tocando iconos de la pantalla táctil, en la derecha o en la izquierda. Funciona, pero una vez más no es algo óptimo. Puedes modificar todo este esquema para que se ajuste a tu estilo de juego, pero no encontrarás una solución perfecta.
Como lo de multiplicar puntuación es tan adictivo, todo el rato buscamos maximizar los 'headshots', colarnos por detrás de los enemigos y apuñalarlos con nuestro cuchillo a lo Rambo y, lo más importante, matar un grupo de enemigos con granadas bien apuntadas para subir el multiplicador. Cuando la pasta entra en la cuenta, suena 'ka-chín', como debe ser.
¿Y para qué tanto dinero? Pues para comprar más armas, munición, mejor equipamiento y demás. Es un concepto que encaja muy bien con el formato portátil. Re-jugar niveles que ya has completado en busca de la puntuación más alta tiene más sentido que cortar una historia completa en pequeños cachitos intentando que el jugador siga inmerso. Es una decisión acertada para el sistema y que esperamos sigan otros juegos. Y eso no quiere decir que no haya historia, simplemente que no es prominente. La economía funciona sobre el multijugador y la campaña en solitario, consejo suficiente para que gastes tus fondos sabiamente.
Los niveles también están diseñados para llevar al jugador por distintos escenarios. Ninguno se parece al anterior, y normalmente tendría mis quejas sobre este tipo de narrativa, pero es algo que funciona para Killzone: Mercenary al tratar todo sobre el dinero. Cuando juego un nivel por décima vez en realidad no presto atención al mérito de usar el arma X en el lugar Y mientras se protege Z. La pasta es la única motivación que necesito para jugar, y en este sentido me recuerda un montón a las máquinas recreativas.
Finalmente, por primera vez en PS Vita, encontramos un modo multijugador que ofrece todo lo que esperas de los homólogos en consola. Pero tampoco es que sea perfecto, pues Guerrilla Cambridge ha metido la pata con los puntos de aparición ('spawn'). Matar a alguien para que te mate al segundo siguiente no es raro en Killzone: Mercenary. Tampoco convencen las largas animaciones de cuerpo a cuerpo ni el código de red, no carente de fallos.
Aun así, en general es una divertida escalada de acción y la mejor entrega de la serie desde Killzone 2. Con juegos como este PS Vita sí que puede sentirse fuerte y orgullosa.