Killzone: Mercenary - impresiones

Aunque sea Guerrilla Cambridge, anteriormente conocidos como SCE Studios Cambridge, quien está desarrollando Killzone: Mercenary, el juego lo hemos conocido de cerca en... Amsterdam. Durante la presentación, Guerrilla se apresura en señalar lo cerca que han trabajado con el equipo de Cambridge, y en subrayar que la mayoría del equipo implicado en el proyecto ya lo estuvo en su día en entregas anteriores.

Por último en la lista de cosas a recordar está lo típico, que Mercenary no es un simple spin-off o un intento chapucero de explotar la franquicia.

"Nuestra meta es crear una experiencia Killzone fiel y completa, y da igual lo que otros estén haciendo en la plataforma, nosotros teníamos una visión clara sobre lo que queríamos conseguir desde el primer día", asegura Piers Jackson, director.

Si miramos la competencia en cuanto a shooters en primera persona para PS Vita, no es particularmente fuerte. Resistance: Burning Skies fue decente como mucho, mientras que Call of Duty: Black Ops Declassified era tan divertido como pagar el recibo de la luz. Con Killzone: Mercenary, Guerrilla Cambridge quiere subir el listón del género todo lo posible.

A juzgar por nuestra sesión de pruebas, parecen haber realizado avances hacia una experiencia digna de la marca Killzone. Han pasado casi todo un año optimizando y adaptando el motor de Killzone 3 y haciendo que funcione lo mejor posible en PS Vita, y lo cierto es que te sientes como en casa en los decorados industriales con grises y marrones. Los modelos de las armas son detallados. La iluminación está muy conseguida. Los Helghast gritan "Die, Merc!" y los bombardeos resuenan a través de las paredes. Si has jugado Killzone 3 en tu PS3 también te resultará familiar, quitando la ausencia de gatillos secundarios.

Killzone: Mercenary sucede en paralelo a las anteriores entregas de la serie. Volvemos a visitar la ciudad Vekta del primer juego y participamos en misiones encubiertas justo antes de la invasión de Helghan en Killzone 2. El nuevo personaje protagonista es Arran Danner, un ex-militar con la obligatoria barba de un día y tatuajes cubriendo su antebrazo. No es un blandengue ni un gran defensor de la libertad.

Como sugiere el título, Danner se gana la vida como un matón a sueldo. Su único interés en el conflicto tiene que ver con el dinero, y de hecho no se casa con nadie. Mientras le paguen puntualmente, le da igual si se trata de ISA o de Helghast. Por eso mismo, en esta ocasión no sólo estaremos disparando a los típicos soldados Helghast durante la campaña de 6-8 horas, sino también contra los soldados de ISA.

La historia habla de una misión en la que Danner debe evacuar a un embajador vektano y a su familia de Helghan durante la guerra representada en Killzone 2 y 3. La misión no sale según lo planeado, así que Danner termina atrapado en medio de una especie de lucha de poderes entre ISA y Helghast en la que el hijo del embajador, Justus Harkin, parece jugar un papel crucial.

En uno de los niveles que probamos, Justus entra en acción y se esconde en un conducto de ventilación. Según Piers Jackson, el chaval es del todo importante y en ocasiones llegará a ayudar a Danner. ¿Será demasiado aventurar pensar que el tipo duro y frío de Danner se descongelará y descubrirá que tiene un corazoncito al final de la historia?

Además de la campaña en solitario, Killzone: Mercenary despliega tres modalidades multijugador y algo denominado el Modo Contrato. El multiplayer es más o menos lo que cabría esperar. Hay Duelo a Muerte, Duelo por Equipos y Warzone. El último es un modo con varios objetivos. Finalmente, Contract se va desbloqueando al pasar cada nivel de la campaña. Permite la posibilidad de re-jugar dicho nivel con desafíos específicos, como abrirte paso por el nivel de forma sigilosa o reventando objetivos concretos por el camino.

Una de las novedades más destacables es el dinero in-game. Tanto en la campaña como en el multijugador irás ganando pasta que luego podrás invertir en nuevo equipo y armas. Piers Jackson asegura que el jugador podrá decidir su estilo de juego. ¿Prefieres el sigilo? Pues gasta el dinero en una pistola silenciada. Y si lo tuyo es encarar directamente, probablemente deberás comprar un rifle de asalto. Aquí también entra en juego el Modo Contrato, demandando ciertos estilos de juego para los diversos retos.

Durante nuestro tiempo de prueba no encontramos demasiados sitios para colarse en silencio. Casi todos los encuentros acababan en un tiroteo sólo interrumpido por la ocasional pelea cuerpo a cuerpo en la que toqueteamos la pantalla táctil para realizar una sangrienta ejecución. Pasa el dedo para dar una puñalada por la espalda. Otras funciones de PS Vita empleadas son la inclinación para activar bombas o la zona táctil trasera para ampliar la vista desde el rifle francotirador.

Tras completar uno de los nueve niveles del juego, probar otro brevemente y repartir unos cuantos 'headshots' en el multijugador, parece que Killzone: Mercenary será un juego bastante competente. No hay nada que no se haya visto antes, pero tampoco es lo que busca Guerrilla Cambridge, sino que se ha centrado totalmente en conseguir una experiencia que se asemeje a Killzone 2 y 3.

La tasa de imágenes no era del todo estable, pero todavía queda tiempo para pulir este aspecto antes del lanzamiento en septiembre. Y también era difícil averiguar si será realmente posible colarte a lo Agente 47 por toda la campaña. A Danner le solía pillar una cámara o un soldado Helghast al borde de la pantalla.

Nuestra mayor preocupación sobre Killzone: Mercenary es si ofrecerá una jugabilidad adecuada para un dispositivo portátil. ¿Tendrán los jugadores paciencia para jugar despacito y en silencio o para encadenar rachas de bajas cuando están esperando al bus?

Cierto que Guerrilla Cambridge ha añadido algunas cosas táctiles aquí y allá, pero quitando eso parece un juego que se podría haber desarrollado para la PS3, quizás derivando en una experiencia aún mejor. Si estás loco por este tipo de experiencia Killzone en cualquier lugar, enciende otra llama en el termómetro de expectación de ahí abajo.