Diez años. Diez terribles años. Kingdom Hearts nos ha acompañado durante la última década, dejándonos tan solo dos entregas principales. Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance supone el séptimo juego de la serie (quinto para el segmento portátil). Hemos esperado suficiente por Kingdom Hearts III, ¿no es así?
El procurador de la franquicia, Tetsuya Nomura, prometió que Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance nos ofrecería un adelanto argumental de Kingdom Hearts III. Desafortunadamente, la palabra clave en esa última frase es "adelanto".
Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance supone otra adición al extenso cúmulo de títulos que los fans más fieles hemos jugado en busca de respuestas, cuando lo que realmente queremos es el tercer capítulo de la historia de Sora, Kairi, Riku, Mickey, Donald y Goofy.
La trama de Dream Drop Distance tiene lugar tras lo ocurrido en Kingdom Hearts Re:coded, centrándose en Sora, Riku y su viaje hasta el Mark of Mystery, examen que han de pasar los puros de corazón para ser nombrados maestros de la Llave Espada. En otras palabras, la misma premisa que ya jugamos en Kingdom Hearts: Birth by Sleep de la mano de Terra, Aqua y Ventus.
Es un propósito tan bueno como cualquier otro para que nuestros héroes se embarquen en una aventura repleta de cameos, a través de los ricos universos de Disney y Square-Enix. La historia es una montaña rusa conformada por vertiginosos altos y decepcionantes bajos. Tan pronto me entusiasmo como pienso que el guión es un completo desastre. Aún cuando te consideres un asiduo de la serie, resulta complicado comprenderlo todo a la primera, lo que nos obliga a seguir uniendo piezas mucho después de los títulos de crédito.
Dicho lo cual, hay algo especial en el juego. Un factor equis común a las distintas entregas de la serie que nos hace volver por más: la empatía con los personajes y su particular mundo. Esa irresistible mezcla de personajes Disney y el tratamiento de temas tan universales como la amistad, la niñez o la eterna lucha entre el bien y el mal. Es una auténtica lástima que la historia principal no haya progresado un ápice desde Kingdom Hearts II, sin duda.
Dream Drop Distance está dedicado por entero a Sora y Riku. Han sido separados y dispuestos en diferentes versiones del mismo mundo, obligándoles a recorrerlas en soledad. Así, en lugar de controlar a ambos personajes, los manejaremos alternativamente. Un inteligente sistema evita que juguemos más con uno que con otro, de tal forma que ambos progresen al mismo nivel.
Otro nuevo sistema, en este caso referido al control (Flow Motion), acelera vertiginosamente a Sora y Riku durante los combates y las secciones de plataformas, permitiéndoles recorrer amplias distancias en un periquete así como desplegar toda suerte de ataques especiales.
Aunque su dominio se antoja un tanto complicado, aporta una divertida variación a la mecánica clásica. Es un caos controlado que transforma los combates en frenéticas pulsaciones de botones, donde la improvisación y los reflejos son clave. Un cambio muy bienvenido.
La otra gran novedad son los Dream Eaters. Estas adorables criaturas presentan dos tipologías: Pesadilla y Espíritu. Como es natural, combatiremos las de tipo Pesadilla con la ayuda de las espirituales (previamente derrotadas, convertidas y reclutadas). Así es, Kingdom Hearts se fija en Final Fantasy XIII-2 y añade cierto componente Pokémon.
También podemos crear estos monstruos mezclando determinados ingredientes y usar sus ataques especiales en combate. También podemos juguetear con ellos gracias a la tarjeta de realidad aumentada incluida con el juego (así es cómo Square-Enix ha creado una potencialmente lucrativa línea de juguetes).
Normalmente sería un tanto cínico en torno a todo esto, pero no puedo. La dinámica de reclutar criaturas, buscar recetas y combinarlas desbloqueando vistosos ataques especiales resulta sorprendentemente divertida.
En lo visual, Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance es un juego muy aparente. El modelado de los personajes es detallado y colorido, la tasa de frames nunca decae, aún cuando encadenemos toda clase de conjuros en la más intensa de las batallas. El efecto 3D resulta muy vistoso y se usa con la suficiente moderación, pero la dificultosa cámara a que la serie nos tiene acostumbrados llega a enturbiarlo en ciertos momentos.
El audio presenta un rendimiento más irregular. La música sigue al mismo altísimo nivel que el resto de la serie, ofreciéndonos una mezcla de composiciones nuevas y actualizadas. El doblaje, sin embargo, deja bastante que desear en lo cualitativo. Especialmente en lo que al doblaje de Sora respecta, a cargo de Haley Joel Osment en su frustrado intento por sonar como un niño de 13 años. En cualquier caso, la cantidad de diálogos hablados es impresionante.
Con todo, Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance es otra entrega menor, con suficientes novedades jugables como para contentar al jugador. Una elaborada forma de saciar a los fans, que en mi caso funciona (en su mayor parte), dada su ubicación entre el brillante Kingdom Hearts: Birth By Sleep y el mejorable Kingdom Hearts Re:coded.