Resulta tan obvio cuando veo una película de Paul Thomas Anderson que el director, responsable de dramas tan queridos como Punch-Drunk Love, Boogie Nights y Magnolia, se perdió por completo en la interpretación de Joaquin Phoenix durante la realización de esta película. Porque Anderson pierde el foco en múltiples ocasiones y el director se vuelve más pasivo, confiando por completo en la interpretación de su actor principal para hacer avanzar la historia en lugar de en la historia en sí, lo cual es tan fascinante como frustrante. No me gusta especialmente The Master, por considerarla una de las películas más flojas de Anderson, pero siempre me impresiona ridículamente la interpretación de Phoenix.
Fue nominado al Best Actor Oscar por su interpretación de Johnny Cash y, francamente, debería haberlo ganado. Porque es un retrato empapado de carisma y humanidad el que Mr. Phoenix ofrece aquí y consigue transmitir la oscuridad inherente que Cash llevaba consigo, con medios pequeños y poderosos. Apretado y elegante, con una gran intensidad.
El clásico de 2018 del director Gus Van Sant (El indomable Will Hunting), dolorosamente olvidado, es una historia hilarante, trágica y fascinante en la que Phoenix hace de las suyas con todo y con todos. Phoenix consigue, como hace tan a menudo, dar vida a sus personajes y, sobre todo, inyectarles la suficiente humanidad y vulnerabilidad como para hacer que incluso la más oscura de las tragedias sea observable y encantadora. Así pues, he aquí una película que no creo que hubiera funcionado sin Phoenix, en absoluto.
Cuando Phoenix cambia de ritmo, lo hace con fuerza, y en repetidas ocasiones nos ha ofrecido cambios bruscos entre personajes cinematográficos tan diferentes que a veces resulta difícil aceptar que en realidad se trata del mismo actor detrás de todos los papeles. Así me ocurrió a mí cuando vi por primera vez la maravillosamente cálida y observable Her, en la que Phoenix interpreta a un personaje tierno, amable, cariñoso y delicadamente solitario, con una especie de adorable vulnerabilidad que hacía avanzar la película fotograma a fotograma.
Cuando Heath Ledger nos hipnotizó como el archienemigo de Batman Joker, sentí en muchos sentidos que ningún otro actor podría asumir el personaje y estar a la altura ni siquiera de la mitad de lo que Ledger ofrecía. Era así de bueno. Pero todos pensamos mal, porque haría falta un caballero especial llamado Phoenix para superar la interpretación de Ledger del papel, lo que ocurrió gracias al estudio de personajes absolutamente perfecto del director de esta Joker, Todd Phillips. Phoenix retrata al trágico, psicótico e impredeciblemente peligroso Arthur Fleck con una presencia y una dinámica que encantaron y, por una vez, hicieron las delicias de la Academia de Hollywood y le dieron un Oscar por este papel inolvidable.