La interpretación de Matt Damon en la aislada aventura espacial del astronauta Mark Watney desprende una humanidad y amabilidad discretas que son fáciles de apreciar. Me encanta cómo Damon se adueña de cada fotograma de esta película gracias a una presencia brillante y una intensidad radiante. Es carismático y divertido cuando el papel lo requiere, conmovedor e implacablemente fuerte cuando el papel requiere otra cosa.
El papel de Damon como el sheriff LaBoeuf, Ranger de Texas, en el fantástico thriller del Oeste de los hermanos Coen es sin duda una de sus mejores interpretaciones, aunque solo sea porque en esta película apenas se parece a ninguno de sus otros personajes. LaBoeuf es intenso, decidido, deliberadamente despiadado y carga con una agresividad pasiva que da vida y profundidad al personaje. Damon está realmente brillante aquí.
Recuerdo perfectamente cómo todo el mundo del cine levantó la nariz ante la noticia de que el chico pálido de El Indomable Will Hunting iba a cambiar de rumbo e intentar consolidar su lugar en la historia de los héroes de acción. De antemano parecía una farsa y, según Ben Affleck, aconsejó a su amigo de la infancia que abandonara la producción para evitar arruinar toda su carrera. Sin embargo, resultó que Damon había nacido para este papel. Tenso, seguro de sí mismo, físico, pero no violento por naturaleza, y muy inteligente.
El suave, socialmente torpe, manipulador, algo perdido, encantador y profundamente psicótico Ripley pasó de ser un fascinante personaje literario a un ser humano real gracias a la brillante interpretación de Damon en esta obra maestra del thriller. Damon retrata a un auténtico monstruo de un modo que hace que nosotros, el espectador, básicamente (en el fondo) deseemos que escape del largo brazo de la ley y siga asesinando a la gente que se interpone en su camino. Esta fenomenal interpretación infunde tanta humanidad, ambición subyacente y agresividad.
Hay tantas cosas de esta película que me fascinan e impresionan 27 años después que no sé muy bien por dónde tirar. En primer lugar, que la escribieran dos debutantes de 20 años, pero también que el dúo Affleck/Damon decidiera protagonizar su propia película, y que Damon en particular consiguiera eclipsar en su debut a todos los demás protagonistas a lo largo de 1997. En este drama magistral, Damon encarna todos los problemas de la intimidad y la indisponibilidad emocional, dotando al papel de profundidad, motivo, significado y humanidad que, en este caso, solo pueden conducir a una cosa: un puesto destacado en la lista de las mejores interpretaciones de Matt Damon.