Cuando la gran obra de August Wilson sobre la familia Maxson iba a ser llevada al cine, Denzel decidió ocupar él mismo la silla del director y, al mismo tiempo (como en Broadway), interpretar al personaje principal, Troy, cuyas reflexiones sobre su propia vida y sobre la vida en el Pittsburgh de los años 50 constituyen un fantástico estudio de personaje. Denzel interpreta a Troy de una forma que pocos actores podrían haber logrado. Fugazmente vulnerable, pero fiel y fuerte, proyecta sus propios defectos en su hijo adulto Cory, en una película que rebosa buena actuación.
En el extraordinario biopic de Spike Lee sobre el controvertido líder de la organización nacionalista de poder negro Nación del Islam, Denzel hace una interpretación increíble, en la que hace gala de su variedad y presencia. Washington fue nominado al Oscar por el papel pero nunca ganó, lo que por supuesto consideramos una ignominia.
Ese padre fracasado, egoísta y egocéntrico que, durante un permiso especial forzoso para salir de la cárcel, pretende influir en la decisión de su hijo estrella sobre la elección de la universidad durante un fin de semana, es un papel que Denzel hace de forma tan convincente que no creo que la película en sí hubiera funcionado (en absoluto) sin él. Lleva sobre sus hombros por completo el fantástico drama sobre baloncesto de Spike Lee e interpreta el personaje de Jake Shuttlesworth de un modo absolutamente increíble.
Suicida, destrozado y condenado a conciencia a una especie de fuego infernal eterno tras dos décadas de misiones clasificadas de espionaje. La interpretación de Denzel del personaje de John Creasy es fuerte, vulnerable y hay una fragilidad bajo la impenetrable superficie que lo hace humano de una forma que pocos asesinos lo han sido en la historia del cine. La forma en que Denzel deja que Pita se meta en su piel y la forma en que expresa la mayor de las emociones en esta asombrosa película, con medios pequeños y austeros, está tan desmesuradamente bien hecha.
El Oscar que ganó Denzel por el papel de Alonzo sigue siendo el más merecido de todos los tiempos, porque su interpretación de este policía de narcóticos baboso, corrupto y manipulador es hipnotizante de una forma que muy pocas interpretaciones lo son. Hay muchas escenas clave en este thriller brillante e ingenioso que todavía hacen que se me erice el vello de los antebrazos, todavía hay momentos en los que el Alonzo de Denzel es tan incómodo que me estremezco.