La interpretación de Crowe del papel del pistolero forajido Ben Wade en esta joya del Lejano Oeste infravalorada de James Mangold está llena de matices. Russell dota a Wade de humanidad e inteligencia, lo que proporciona el contraste necesario con el psicótico villano Charlie Prince de Ben Foster. Una actuación brillante, hasta el final.
Hay, por supuesto, una tonelada de peso en la forma en que Crowe retrata al brillante matemático John Nash en el multipremiado drama de Ron Howard. Russell interpreta brillantemente el papel de esquizofrénico paranoico, mezclando la humildad ante una tarea concreta con una arrogancia y unos delirios incontrolables, lo que hace que el espectador siempre se sorprenda.
Crowe ganó el Oscar por su papel del caudillo romano Maximus Decimus Meridius en la que debe considerarse una de las películas más bien hechas y épicas de los tiempos modernos. Aquí ofrece carisma, intensidad y confianza en una combinación que, junto con la vulnerabilidad y la convicción, hace que el personaje sea inmortalmente interesante, gracias únicamente a Russell.
La interpretación de Russell del capitán de barco Jack Aubrey, cuyo barco es atacado por la flota francesa y escapa por poco de una muerte segura, rezuma encanto y presencia. No hay un segundo de este fenomenal thriller en el que Crowe no resulte totalmente convincente, y su interacción con el ingenioso doctor Bettany destila una química brillante.
MEJOR INTERPRETACIÓN DE CROWE:
El modo en que Crowe se deja engullir (por completo) por quién es Jeffrey Wigand y lo que representa hace que esta película, por lo demás bastante artificiosa, sea increíblemente observable. El testimonio de Wigand sembró el pánico en parte de la industria tabaquera a mediados de los 90, cuando su formación como bioquímico le permitió explicar detalladamente a una clientela relativamente ignorante que los cigarrillos comercializados como relativamente inofensivos eran en realidad como chupar pura muerte. La interpretación de Crowe estaba llena de matices y su retrato del (naturalmente) presionado, superestresado y neuróticamente inseguro Wigand es tan convincente hoy como lo era cuando se estrenó El infiltrado. Desde el punto de vista de Russell, se trata de un estudio de estilo sobre una interpretación muy eficaz y metódica.