Los alemanes acudieron el domingo a las urnas en unas elecciones cruciales en las que se espera que el bloque conservador de Friedrich Merz recupere el poder, mientras que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) obtiene el mejor resultado de su historia.
Dado que no es probable que ningún partido consiga una mayoría absoluta, las conversaciones para formar una coalición podrían prolongarse durante meses, lo que dejaría al canciller saliente, Olaf Scholz, en una posición provisional y retrasaría reformas económicas clave. El ascenso de la AfD, alimentado por la preocupación por la inmigración y el estancamiento económico, ha sacudido a los principales partidos alemanes, que siguen rechazando trabajar con la extrema derecha.
Mientras tanto, los aliados de la Unión Europea observan atentamente, esperando un gobierno estable capaz de navegar por un panorama económico frágil y unas tensiones geopolíticas crecientes. La frustración de los votantes por el declive económico y la política migratoria ha definido la campaña, convirtiendo estas elecciones en unas de las más importantes de Alemania en años.