Análisis de Little Nightmares 2 (PS4, PS5, Switch, Xbox, PC)

A Little Nightmares nadie le niega que fue un juego muy capaz de llamar la atención y sus buenas ideas. Tarsier Studios, que venía de dejar su huella en Little Big Planet, supo dar un tono más oscuro y ominoso a un género habitualmente vivo como las plataformas. La historia de la pequeña Six encontró su público y aquel elaborado indie superó los dos millones de copias vendidas. Suficiente como para garantizar una segunda entrega. Pero no estaba exento de errores, y el primer acierto del equipo ha sido tenerlos muy presentes.

Little Nightmares 2 prosigue directamente con la historia contada cuatro años atrás, pero esta vez tiene un protagonista distinto, tan improbable como el anterior. Se llama Mono y lleva una bolsa de papel en la cabeza. Conoce a Six, que seguirá presente con su capucha amarilla como personaje de apoyo, y eso se agradece. Ambos se las van a ver con un mundo deslumbrado por la televisión. Siguiendo una señal llegarán hasta la torre y descubrirán que aquello es otra pesadilla. La historia de esta entrega es potente y explora de forma sutil los dilemas de la sociedad moderna. El mérito está en cómo logra trasladar su mensaje de forma convincente sin un solo vídeo cinematográfico ni una sola línea de diálogo.

Se criticó mucho que la monotonía de los escenarios entre aguas del original, pero a este no se le puede achacar el mismo problema. En ese viaje hasta la señal de televisión vas a tener que cruzar una ciénaga, una escuela de hace dos siglos o una morgue, por poner unos ejemplos. Han diseñado un espacio distinto para cada uno de los cinco capítulos y, aún más importante, han cambiado los puzles ambientales y los retos que aparecen en cada uno, así que la partida se va renovando constantemente.

Lo que no se pierde ni por un instante es la tensión. Los planos, con la oscuridad siempre presente, están repletos de situaciones grotescas, propias de un mundo que está al borde de la locura por tanto depender de la tele. Consigue hacerte sentir vulnerable y creer que no tienes casi ninguna posibilidad de sobreponerte a tan bárbaro destino. Todo está tan negro y hay tantos monstruos imponentes y poderosos en el camino ante los que solo cabe escabullirse de puntillas.

Los instantes más cardiacos de Little Nightmares 2 son las secuencias en las que te pide moverte a hurtadillas entre las sombras para que no te capturen esas criaturas que andan al acecho. Estos monstruos lo tienen todo para acabar en tus pesadillas una vez que apagues la consola, pero también tienen un trasfondo, hay "algo más" que el juego consigue transmitir. Por ejemplo, deja claro que el cazador del primer capítulo es el tipo de persona con la que mejor no cruzarse. La primera vez te lo encuentras en un edificio lleno de pieles de animales muertos, y de hecho hay que evitarlo mientras descuartiza uno. Se nota que tiene callo en lo suyo y no va a mostrar piedad si te pilla.

Las mecánicas básicas siguen siendo las plataformas y los puzles, pero hay mucho más variedad y creatividad que antes. Six no solo hace compañía, también ayuda a llegar a sitios más altos o a cruzar por lugares por los que Momo solo no podría. La mayoría de las situaciones incide en la idea de que se están ayudando, y por eso incluso cuando se quedan cada uno por su cuenta, lo siguiente es encontrar la forma de volver a juntarse. Al principio, las soluciones son sencillas y obvias, pero en la parte final aparecen pasillos infinitos y hace falta usar las teles como agujeros de gusano, y no es nada sencillo.

Pero no todos los cambios son a mejor. Ha parte de esta secuela en las que tienes que presentar rápidamente un arma antes de que te golpee un enemigo y la mecánica es muy imprecisa. No es que sea cuestión de práctica, que al final la acabas teniedo, es que no acaba de funcionar bien y sigues fallando más de lo que a uno le gustaría. Puedo entender que sea a propósito como muestra de la debilidad del personaje, pero tener una habilidad en la que no puedes confiar solo sirve para generar frustración en el jugador.

El otro problema de Little Nightmare 2 es la duración. Son solo capítulos y te lo puedes completar sin mucho miramento en unas cinco horas. No cabe ninguna duda de que han dado prioridad a la calidad frente a la cantidad, y que han evitado repetir puzles y localizaciones solo por exprimir un poco más la partida, pero apetece más cuando lo terminas. Me ha quedado un poco helado comprobar que para la impresión final ya me había jugado casi la mitad. En esto no mejora al primero, están los dos en la misma línea.

Puede que sea corto, pero hay aspectos que pueden ayudar a ampliar la duración. En primer lugar, en cada pantalla hay un par de accesorios para la cabeza escondidos con los que puedes dar un toque personal a tu Mono. Porque quién no prefiere un personaje con un tocón por cabeza en vez de una bolsa de papel. Otro coleccionable son las almas de quienes fueron absorbidos por la caja tonta, que todavía esperan en forma de destellos allá donde acostumbraban a estar. No es gran cosa, pero entretiene buscarlos y hacerse con ellos.

Little Nightmares 2 expande este concepto siendo fiel a su ADN en muchos aspectos que importan, y por eso esta segunda parte es superior a la inicial. La variedad de entornos sin perder un ápice de ambientación y su buen diseño para favorecer el gameplay son su mayor ventaja. Como también lo es su capacidad para contar una historia sin palabras, solo con las escenas y los puzles. Será por todo lo bueno que se me ha hecho demasiado corto, incluso con el borrón que son sus pequeños combates. Mono y Six hacen una gran pareja de malos ratos.