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Metro Exodus

Metro Exodus - impresión final

Nos hemos adentrado en el tercer juego basado en la serie Metro de Dmitry Glukhovsky para echarle un último vistazo, a meras semanas del lanzamiento.

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Ya habíamos jugado a Metro Exodus un par de veces (1 y 2), y estando a tres semanas del lanzamiento 4A Games y Deep Silver nos han invitado a probarlo una última vez antes de que llegue para PC, PS4 y Xbox One el 15 de febrero. La nueva demo sigue avanzando estación a estación y esta vez hemos jugado un fragmento ambientado en verano. Esto ha supuesto un cambio meteorológico que distancia aún más esta tercera entrega de la serie de los originales, ubicados en el antiguo sistema subterráneo del metro ruso que da nombre a la trilogía.

Al comienzo de la demo, Artyom y sus amigos llegan al pueblo en su viejo tren oxidado, una casa sobre ruedas que ya hemos mencionado anteriormente. La banda está buscando un nuevo lugar en el que poder asentarse, pero pronto nos damos cuenta de que este tercer paisaje no es nada acogedor. Para empezar, hay arena por todas partes y en tan solo unos minutos hace acto de presencia la primera tormenta radioactiva, que nos fuerza a ponernos nuestra fiel máscara de gas. Tampoco tardamos mucho en conocer a la población indígena, mutantes de arena que nos tendían emboscadas mientras explorábamos antes de encontrarnos con un local que no nos dio un muy buen recibimiento. Al menos podemos desvalijar a los humanos muertos, pero los mutantes no tienen bolsillos en los que rebuscar. La munición es escasa en Metro Exodus (como en el resto de la serie), pero a pesar de no encontrar demasiada no tardas mucho en empezar a disparar contra tus enemigos al verte ofuscado por el pánico.

Si te quedas sin munición puedes fabricar balas sobre la marcha usando tu fiel mochila (también puedes encontrar mesas de trabajo con más opciones en algunos lugares, pero no tuvimos tiempo de trastear mucho). Fabricamos bastantes balas y botiquines usando los recursos que encontramos en el camino, pero no eran las suficientes como para continuar, ya que al poco tiempo estábamos disparando cartuchos de fogueo y tuvimos que empezar a golpear con la pistola a nuestros oponentes hasta derribarlos. Algunos de los ataques más físicos son secuencias preparadas de antemano en las que tienes que pulsar los botones rápidamente, pero el resto del tiempo estás dando tumbos por ahí, por lo que puede que hubiese sido mejor hacer el combate cuerpo a cuerpo algo más dinámico

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El poder crear tus propias cosas te otorga mayor flexibilidad, y esta nueva libertad también se ve favorecida por una interfaz de usuario complicada pero con matices que se agradecen. Uno de los puntos fuertes que siempre ha tenido Metro es la inmersión que ofrece al jugador, y aparte de los cambios rápidos de tiempo ya mencionados, la mayoría de lo que necesitas saber lo tienes frente a tus ojos en la pantalla. No obstante, al presionar los gatillos superiores derecho e izquierdo aparecen un par de menús diferentes que te permiten recargar rápidamente un batería o un arma, seleccionar la linterna, etc.

Derrotamos unos cuantos zombis de arena, nos presentamos a los locales (violentamente, todo hay que decirlo) y nos dedicamos a hacer frente al trabajo que teníamos entre manos. La misión que decidimos aceptar consistía en rescatar a una mujer que estaba enfrentándose a unos matones locales desde la atalaya que le ofrecía el faro en el que vivía. Tras abrirnos paso entre los soldados bien armados que patrullaban por los túneles, terminamos flanqueando a los enemigos mientras que atacaban la torre. Con nuestro nuevo aliado cumpliendo el papel de yunque, nosotros actuamos como martillo y vencimos rápidamente a nuestros rivales. Subimos a la torre en una especie de ascensor para poder conocer a nuestra nueva compañera y pasar a la siguiente misión.

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La nueva misión nos llevaba a un territorio conocido: el subsuelo. La mayor parte de la acción de Metro Exodus tiene lugar al aire libre, pero aún queda mucho trabajo por hacer bajo la superficie, así que nos marchamos en busca de planos y una foto personal, tal y como nos indicó nuestra nueva mejor amiga. Entonces fue cuando conocimos a las arañas. Las llamamos arañas, pero esas cosas eran más grandes que perros y tenían colas que les hacían parecer escorpiones. Lo mires por donde lo mires no nos gustaron, para nada. Por suerte a ellas tampoco les gustaba la luz, y alumbrarlas con las linternas fue tan efectivo como usar una pistola. De hecho es mejor aún que disparar, porque así consigues ahorrar balas para más tarde.

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Estas bestias sensibles a la luz no tardan en rodearte, y luchar contra ellas puede desorientarte bastante. Los niveles están diseñados siguiendo cierta lógica, pero tienes que explorar cada sitio en lugar de seguir un camino ya marcado, por lo que hay que estar atento al mirar a nuestro alrededor. Es probable que no te acuerdes de adónde ibas cuando empieces a dar vueltas con la linterna mientras te atacan esos bichos gigantes que devoran hombres. La presión aumenta aún más cuando los filtros de la máscara de gas se te empiezan a agotar, esto causa tensión y es implacable, nos encanta.

El tiroteo es atractivo, el mundo sandbox es seductor y los gráficos son impresionantes, pero sin duda lo mejor de Metro Exodus es la atmósfera que crea cada aspecto de su diseño. Tras 90 minutos de juego, nos quedamos con eso. No alcanzamos a ver mucho de la historia (que en los dos últimos fue bastante buena, por cierto), ni llegamos a comprobar hasta dónde puede llegar el crafteo, pero la ambientación nos transmitió buenas sensaciones acerca de lo que 4A nos trae en el tercer título de la serie. Por si aún no había quedado claro, estamos deseosos por explorar y conocer más de esta aventura en primera persona cada vez más variada, y si lo que hemos vivido en este último vistazo es indicativo de la calidad general del juego final, este podría ser el shooter postapocalíptico guiado por la historia que todos hemos estado esperando.

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