Este artículo se escribió antes de los resultados de las elecciones alemanas de 2025 y sirve de guía para todo lo que necesitas saber sobre las elecciones alemanas del domingo. Si te interesan los resultados de las elecciones, no dejes de consultar nuestras actualizaciones de noticias más recientes.
Imagínate que entras en un bullicioso colegio electoral alemán en un fresco día de elecciones: una escena que puede parecerte familiar y a la vez totalmente nueva, sobre todo si estás acostumbrado a sistemas en los que un solo voto lo decide todo. En Alemania, cada votante participa en un proceso intrincado pero cuidadosamente diseñado que combina la responsabilidad local con la imparcialidad nacional. Este método único, en vigor a partir de 2024, se basa en un sistema de dos votos que no sólo da a los ciudadanos una voz directa en la elección de su representante local, sino que también garantiza que la composición general del Bundestag refleje las diversas opiniones de todo el país.
Cuando entras en el colegio electoral, te entregan una papeleta que puede parecer un poco inusual a primera vista. En lugar de marcar un solo candidato, tienes la oportunidad de emitir dos votos distintos. El primer voto, conocido como "Erststimme", te permite elegir un candidato de tu circunscripción local, una zona geográfica más pequeña donde el candidato con más votos gana un escaño directo en el parlamento. Esta parte del proceso tiene que ver con la representación personal; es tu forma de garantizar que alguien de tu propia comunidad, que entienda los retos y prioridades únicos de tu barrio, se siente a la mesa nacional.
El segundo voto, o "Zweitstimme", es donde realmente brilla el carácter nacional del sistema. Este voto es para un partido político y no para un candidato individual, y determina cómo se reparten los 630 escaños del Bundestag en todo el país. Esencialmente, el porcentaje de segundos votos que recibe un partido se traduce en su cuota de escaños parlamentarios. Para entrar en el Bundestag por esta vía, un partido debe obtener al menos el 5% de los votos nacionales, aunque hay una excepción importante: si un partido obtiene al menos tres mandatos directos a través de la primera votación, puede obtener representación aunque su voto total sea inferior al 5%. Esta salvaguarda garantiza que los partidos con un fuerte apoyo regional no queden completamente marginados.
A lo largo de los años, el sistema alemán ha evolucionado para lograr un delicado equilibrio entre la representación local y la nacional. Una de las reformas recientes más significativas ha sido la decisión de limitar el Bundestag a 630 escaños, una medida introducida para evitar que el parlamento crezca de forma incontrolada debido a los escaños "excedentes" y "nivelados". Según las nuevas normas, si un partido obtiene más escaños por circunscripción directa de los que justificaría su participación proporcional en la segunda votación, algunos de esos escaños adicionales simplemente quedarán sin cubrir. Esta reforma subraya el compromiso del sistema de garantizar que todos los votos sean justos y que la institución siga siendo eficiente y manejable.
A medida que el país se dirige a estas elecciones anticipadas, nunca ha habido tanto en juego. El colapso del gobierno de coalición del canciller Olaf Scholz -una alianza en su día improbable entre los socialdemócratas (SPD), los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP)- ha conmocionado el panorama político. La dramática destitución del ministro de Finanzas del FDP, Christian Lindner, desencadenó una reacción en cadena que llevó a la ruptura de la coalición, sumiendo a Alemania en un estado de incertidumbre política.
Al frente de la batalla política está el bloque conservador, liderado por Friedrich Merz. Su campaña se centra en promesas de recortar impuestos, endurecer las políticas de inmigración y estimular una economía aletargada que ha estado luchando contra altos costes energéticos y retos estructurales.
En agudo contraste está el Partido Socialdemócrata (SPD), que sigue defendiendo sólidos programas de bienestar social e inversiones públicas destinadas a apoyar a las familias con rentas bajas y modernizar las infraestructuras.
Los Verdes, por su parte, impulsan reformas medioambientales agresivas -incluido un "impuesto multimillonario" destinado a financiar la transición a las energías renovables-, al tiempo que hacen hincapié en la justicia social y el crecimiento sostenible.
Mientras tanto, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha ido ganando popularidad apelando a los votantes frustrados con el statu quo político, aunque sus posiciones radicales hacen muy improbables las alianzas en coalición.
Para añadir más complejidad, la recién formada Alianza Sahra Wagenknecht representa una mezcla de populismo de izquierdas y sentimientos nacionalistas, lo que podría agitar aún más las líneas tradicionales de los partidos.
El resultado de estas elecciones está llamado a tener profundas implicaciones no sólo para la política interna de Alemania, sino también para el panorama europeo y mundial en general. El nuevo gobierno tendrá que navegar por una economía acosada por los retos del comercio mundial, el abandono de los suministros energéticos tradicionales y las complejas presiones internacionales, que van desde el impacto persistente de los conflictos geopolíticos hasta los efectos dominó de las alianzas cambiantes. La coalición que finalmente surja -ya sea una alianza de centro-derecha liderada por Merz o una combinación más centrista en la que participen elementos del SPD y los Verdes- marcará el tono de la dirección política del país en los próximos años.
Para los lectores extranjeros, este intrincado sistema puede parecer inicialmente laberíntico. Sin embargo, en el fondo, el modelo electoral alemán es un esfuerzo cuidadosamente equilibrado para garantizar que cada región, cada comunidad y cada voz contribuyan a dar forma a la agenda nacional. Permite que las preocupaciones locales se expresen directamente, al tiempo que garantiza que la composición general del Bundestag refleje la voluntad colectiva del país.
En resumen, el sistema alemán de dos votos -que combina la representación directa y la proporcional- constituye un marco sólido para una democracia moderna que se enfrenta tanto a los retos tradicionales como a las nuevas corrientes políticas. Promete que, aunque las comunidades locales tienen sus defensores en el parlamento, el voto nacional define en última instancia el equilibrio de poder. Mientras la nación se encuentra en esta coyuntura crítica, las elecciones no consisten simplemente en elegir un nuevo gobierno, sino en reafirmar el compromiso con un sistema democrático que se esfuerza por representar todas las voces, desde el pueblo más pequeño hasta la ciudad más grande.
De momento, queda por ver cómo estas reformas y la dinámica política en evolución darán forma al próximo capítulo de la democracia alemana, y cómo las decisiones que se tomen el día de las elecciones conducirán al país, y quizá incluso a Europa, hacia un nuevo futuro.