Outcast, pionero de los juegos tridimensionales de mundo abierto tal como los conocemos hoy en día, regresa a la actualidad en forma de secuela: un retorno al planeta Adelpha que, a pesar del gran éxito de crítica cosechado por el original, parecía que nunca llegaría a materializarse.
Nunca he ocultado mi amor indiscutible por el título de 1999, un juego que en su día me cautivó y, con su enfoque cinematográfico, me abrió las puertas definitivamente al mundo de los videojuegos, poniéndolo al nivel de otra de mis grandes pasiones: el séptimo arte.
Tras aquellas primeras impresiones sobre la demo, durante los últimos días he tenido la oportunidad de jugar, de forma anticipada, a la versión completa de Outcast: A New Beginning en PS5, terminando completamente la historia, realizando todas las misiones secundarias y parte de las tareas menos destacables del mundo abierto en unas 30 horas. Seguramente seréis capaces de imaginar la mezcla de ilusión e inquietud que sentí a la hora de arrancar el título por primera vez para viajar a Adelpha y descubrir cómo continúa aquella historia que se inició hace ya un cuarto de siglo.
Al final de Outcast, Cutter Slade se despedía de Adelpha para regresar a la Tierra, aunque nunca éramos testigos de su llegada al planeta ni sabíamos qué había pasado allí durante su ausencia. Al inicio de Outcast: A New Beginning, Cutter Slade es resucitado por los poderosos Yods, deidades de Adelpha, para salvar a sus habitantes, los Talan, de una fuerza invasora altamente tecnificada: la WFA. Un Slade amnésico descubre que nuevamente el destino de Adelpha está unido al de la Tierra y, a medida que avanzamos en la historia, empieza a recordar... proporcionando a los jugadores información vital que previamente desconocíamos sobre su pasado. Se trata de una estrategia narrativa que, siendo totalmente respetuosa con el juego original, permite reescribir y ampliar lo que creíamos saber al tiempo que introduce de forma amable a los nuevos jugadores (desconocedores, tal vez, del Outcast original) al inmenso lore de la saga.
Así, encontramos referencias directas a varios personajes importantes del original, como Zokrim (líder de los Guardianes Dolotai), su hijo Jan o Kroax (general de las tropas de Fae Rhan) mientras otros, que no mencionaré para evitar destripes, directamente regresan en cuerpo y alma para esta secuela. Así, las conexiones con el título anterior (y, por supuesto, su remake Outcast: Second Contact) están bien presentes durante todo el juego, como era de esperar en una auténtica secuela, pero no resultan alienantes para los nuevos jugadores. También resulta agradecidamente continuista este título en el humor del que hace gala, muy propio de los '80 y los '90 y con múltiples referencias a películas (Regreso al Futuro, Bravehart, Tiburón...) que ha logrado sacarme una sonrisa cada poco rato.
Teniendo en cuenta las tendencias actuales en la prensa de videojuegos, seguramente muchos cataloguen a Outcast: A New Beginning como un título AA, al estar firmado por un estudio relativamente pequeño, Appeal. A pesar de esto, estamos ante un título de gran escala con un atractivo artístico innegable, que entra por los ojos y los oídos como pocos.
La banda sonora original de Lennie Moore luce una enorme cantidad de nuevas composiciones al tiempo que recupera otras del juego original, llamando la atención al mismo nivel que en el año 1999 y consagrándolo, en mi opinión, como una de las figuras destacadas dentro de la industria. Hay un tema para cada momento y circunstancia, acompañando perfectamente a los apartados narrativo y visual del juego y elevándolos.
También cabe destacar la labor del equipo de diseño artístico: Adelpha, el auténtico protagonista del juego con permiso de Cutter Slade, sigue siendo un lugar que quita el aliento, una ecosfera con ecosistemas, ambientes, fauna y flora asociados de forma orgánica a territorios diferenciados. Esto se traduce en una paleta visual que oscila desde una viveza cromática impactante, inspirada en parte en el cine y los comics de los '80 y '90, hasta los colores apagados propios de un día de lluvia nublado. El hemisferio sur de Adelpha es hermoso y está repleto de rincones que parecen tomados de una postal. Durante la partida, cada poco rato me sorprendía tomando capturas de pantalla, acumulando unas 400 al final de mi viaje.
El esfuerzo realizado en la construcción del mundo es sobresaliente y muy destacable para un estudio pequeño. Al igual que el juego original, Outcast: A New Beginning hace gala de misiones no lineales, pero las lleva un paso más allá, con un útil registro de misiones que nos muestra, de forma gráfica y esquemática, cómo están relacionadas entre ellas, qué objetivos debemos completar, dónde y en qué momento del proceso nos encontramos, de modo que nunca nos sentiremos perdidos. Y es que en este título las misiones principales y secundarias están estrechamente entrelazadas, de modo que la mayor parte de las misiones secundarias resultan imprescindibles para avanzar en la historia. El mayor logro de este diseño es que la narrativa está entretejida de una forma orgánica que resulta muy natural.
Los núcleos principales en torno a los cuales se establecen estas misiones son las aldeas (Emea, Bidaa, Sappa, Palana, Prokriana, Desan y Kizaar), lo cual tiene perfecto sentido ya que debemos ayudar a sus habitantes, sometidos al yugo opresor de la fuerza invasora. Estas aldeas están conectadas mediante daokas (portales similares a un Stargate) pero, a diferencia del juego original, aquí podemos recorrer la enorme distancia que las separa a pie o planeando, descubriendo muchos elementos interesantes por el camino.
El nivel de atención prestado al lore es apabullante y, sin duda, uno de los aspectos que más me han llamado la atención con respecto a famosos juegos similares AAA de presupuestos más elevados (también soy fan confeso de muchos de ellos) que, sin embargo, no destacan en este apartado al nivel de Outcast: A New Beginning. Una muestra de esto es el idioma Talan, Agazork, que muestra una profundidad y atención al detalle propias de grandes producciones de Hollywood.
El hemisferio sur de Adelpha es un mundo enorme que se siente vivo, lleno de rincones interesantes, sin espacios vacíos, con una orografía que se traduce en verticalidad y que incentiva la exploración. En mi partida, continuamente quería saber qué había detrás de aquella colina y al otro lado de aquel cuerpo de agua, obteniendo así esa gratificante sensación de descubrimiento que adoro en mis juegos de mundo abierto favoritos.
Es precisamente el tamaño del mundo lo que me lleva a hablar de otra mecánica jugable que resulta destacable y que ya mencioné en mis impresiones de la demo: la forma en que atravesamos los escenarios (el famoso traversal) mediante la mochila propulsora del protagonista, transformando un proceso que podría resultar, a priori, tedioso, en algo divertido una vez dominamos su funcionamiento y, especialmente, cuando hemos desbloqueado todo su potencial a través de las 14 mejoras disponibles.
El combate resulta dinámico, pudiendo desbloquear 18 habilidades. Además de disponer de un escudo de energía que también puede llegar a utilizarse para el ataque, contaremos con dos armas que pueden personalizarse a placer mediante 32 módulos diferentes que iremos encontrando en el mundo de juego. En la pistola podemos combinar 4 módulos y en el rifle, 6; de este modo, la experiencia que proporcionan las armas es totalmente diferente según las decisiones de diseño que tomemos. Se trata, sin duda, de una enorme mejoría con respecto al sistema de armas del Outcast original.
A mayores de esto, podremos desbloquear 8 habilidades especiales muy poderosas a medida que avancemos en la historia principal. Una de ellas lleva el juego a una nueva escala y, aunque se puede extrapolar del metraje mostrado por THQ Nordic hasta la fecha, no hablaré de ella aquí para evitar spoilers. Outcast: A New Beginning utiliza el motor gráfico Unreal 4, sobradamenre probado en la industria y altamente competitivo. A nuestra disposición encontramos dos modos gráficos: calidad (según información proporcionada por el estudio, bloqueado a 30 fps) y rendimiento (con frame rate desbloqueado), como viene siendo habitual en los títulos actuales. Es importante diferenciar el apartado artístico, del cual ya he hablado, del apartado gráfico: me refiero aquí a algo puramente tecnológico y, como ya indicaba en mis impresiones de la demo, los gráficos de Outcast: A New Beginning no impactan al mismo nivel que lo hacían los del original en su momento, los cuales eran revolucionarios.
A lo largo de mi aventura en Adelpha he encontrado varios bugs, muchos de ellos relativamente leves (problemas aislados de clipping con algunos enemigos y escenarios así como elementos interactivos flotantes que deberían estar a ras del suelo); también he sufrido algún problema de rendimiento muy puntual donde el frame rate caía a niveles que impedían la correcta jugabilidad. Esto solía ocurrir tras sesiones de juego muy prolongadas y reiniciar la consola normalmente solucionaba o minimizaba el problema. Aunque hace apenas unos días un parche de actualización mejoró considerablemente el rendimiento y es esperable que en los próximos días el juego se actualice nuevamente. En ningún momento sufrí bugs que me impidiesen acabar una misión o me echaran de la partida.
Con una historia interesante, bien contada y respetuosa con la del original, aunque con una recta final apresurada y algunos cabos por atar que nos hacen pensar en una posible expansión o secuela, Outcast: A New Beginning es una rara avis, un juego realizado con amor por un estudio pequeño, que reverencia la obra original y es un digno sucesor que a veces sorprende por la escala de sus aspiraciones. Es un placer haber regresado a Adelpha.