Tras casi una década en TV, Peaky Blinders, de Steven Knight, se despide de la televisión. La serie, que comenzó en 2013, ha concluido con el último y extenso episodio de su sexta temporada. Un final atemporal, que cierra muchos de los arcos narrativos de la serie y que encaja bien con el Thomas Shelby de Cillian Murphy, al menos tal y como lo conocemos como personaje televisivo. Aunque no voy a hacer spoilers en esta crítica, hay que dejar muy claro que Peaky Blinders no termina aquí. Habrá una película próximamente con la que se pondrá final a este drama de gansteres, y eso hace que esta temporada final no queme tantos puentes como han hecho otras series al terminar.
Pero, ¿qué quiere hacer exactamente la T6 de Peaky Blinders? Se centra, sobre todo, en atar cabos sueltos. ¿Qué va a pasar con los Shelby en esta nueva era en la que se encuentran? ¿Cómo afectará el aumento del fascismo al mundo y a la Shelby Company Limited? ¿Cómo se aborda la ruptura entre Tommy y Michael Gray? Y, del mismo modo, ¿cómo se despide la serie de la maravillosa Polly Gray de Helen McCrory tras su fallecimiento? Prácticamente todas las preguntas de las que queremos respuesta la tienen, pero, al mismo tiempo, aparecen varios problemas y nuevas cuestiones para Tommy, y la mayoría lo desafían de maneras que jamás habría imaginado tanto emocional como físicamente.
Que el tema central de la temporada sea cerrar las numerosas líneas argumentales que se han ido desarrollando a lo largo de la serie, no implica que en estos capítulos no haya acción a rabiar ni drama que te mantenga en suspense. El arranque es muy parecido al de las anteriores temporadas, mostrando a Tommy y compañía surcando la política en un mundo cada vez más civilizado Tommy quiere dejar un legado legítimo, algo "bueno" y que realmente ayude a la gente, cosa que es difícil de ver de otra forma que no sea un último esfuerzo por equilibrar todos sus malos actos del pasado. Pero, a medida que avanza la temporada, empezamos a ver cómo los primeros Peaky Blinders vuelven a salir de la nada y a Tommy, Arthur y el resto teniendo que ensuciarse las manos otra vez. La acción pandillera y criminal que catapultó a esta serie a la grandeza vuelve a ser un pilar importante, así que no hace falta decir que la sangre vuelve a correr y los cadáveres a caer.
La narrativa es de primera, y quizá de lo mejor que hemos visto hasta ahora en la serie, pero la actuación del reparto no se queda atrás. Murphy es icónico, eterno y excepcional, al igual que el cada vez más distante y apático Tommy. Paul Anderson muestra las dos caras de la moneda que da forma a Arthur Shelby, retratándolo como un adicto al opio, pero también como a esa persona despiadada, intrépida y agresiva que conocimos hace años. Para completar a la familia Shelby, tenemos a Sophie Rundle (Ada Shelby), como actriz principal, interpretando a un personaje que tiene un nuevo papel en esta familia: ser la figura firme, inteligente y arraigada que compensa la naturaleza salvaje de sus hermanos. Sí, el papel que antes ostentaba la tía Polly. El resto del reparto también hace un trabajo brillante a la hora de dar vida a sus personajes, ya sea la Lizzie de Natasha O'Keeffe, mucho más importante ahora; el Michael de Finn Cole, que se vuelve totalmente antagonista; o varias de las estrellas que vuelven a aparecer (Tom Hardy, Anya Taylor-Joy o Sam Claflin entre otros), o incluso las nuevas caras que aparecen para fortalecer la trama.
Tanto la historia como las interpretaciones son brillantes, al igual que todo el conjunto de estos últimos capítulos. Entre la inquietante y ruidosa banda sonora repleta de temas de rock and roll, los llamativos decorados y la calidad del diseño de vestuario, se puede decir que esta temporada es el resultado de casi una década de aprendizaje contando esta historia a sus fans. La conclusión que lleva a la pantalla es satisfactoria y será icónica durante muchos años, a la vez que prepara el gran final, ese cierre que irá in crescendo y del que espero que, si se produce con una calidad similar al de esta sexta temporada, será recibido con un atronador aplauso.
No hay duda de que Peaky Blinders es el mejor drama que la BBC ha hecho en la última década, quizá incluso en toda su historia. Esta temporada lo reafirma, aunque Sherlock y el inminente final de Killing Eve pueden tener algo que objetar. Si no has tenido la oportunidad de ver Peaky Blinders, pero te gustan los dramas cautivadores o las series de gánsteres y pandilleros, asegúrate de darle una oportunidad a la familia Shelby, porque no te va a decepcionar en absoluto.