Análisis de Postal 4 - No Regerts

Los walking simulators frenéticos de Running with Scissors nunca han sido muy bien recibidos por la crítica. Al contrario, han hundido a la saga Postal hasta tal punto que continúa volviéndose cada vez peor. El tercer juego de la saga se menciona a menudo en debates acerca de cuál es el peor juego de todos los tiempos, y los creadores han utilizado esta reputación para impulsar el marketing.

No es un secreto para nadie que la calificación de los críticos puede ser completamente diferente a la de los jugadores, como demostró la joya de la corona en esta saga, Postal 2. Este juego fue muy criticado, hasta el punto de que los medios de comunicación lograron prohibirlo en varios países (incluyendo Suecia, durante un tiempo). Esto provocó que sus ventas se disparasen. Postal 2 era un diamante en bruto enterrado bajo tierra, pero la diversión se esfumó por completo en Postal 3, un título que críticos y jugadores estuvieron de acuerdo en que era extraordinariamente malo.

Postal siempre ha representado la libertad de expresión hecha juego. Es una saga que nunca se ha tomado en serio a sí misma, lo cual resulta su principal atractivo. Después de todo, hay algo innovador y refrescante en abandonar toda inhibición y todos los tabús y desatar tu furia contra la civilización. Pero una cosa es ser arrogante y provocador, y otra muy distinta ser absurdo y estar estropeado. Cuando un juego está completamente repleto de bugs y resulta infantil de la forma más vergonzosa, es imposible hacer la vista gorda. Ahora que ha salido Postal 4: No Regerts, es evidente que sigue el mismo camino que los anteriores. No es tan lamentable como el descontrol de la tercera entrega, pero no se queda muy lejos: es una completa catástrofe.

Mi personaje es Postal Dude y al comienzo del juego me acaban de robar la casa rodante tras parar en un aseo al borde de la carretera, así que me he quedado tirado sin casa ni dinero.
Estoy dispuesto a trabajar para ganarme el sustento, así que me dirijo hacia la ciudad ficticia de Edensin para encontrar empleo. Tras una frustrante búsqueda de agencia de empleo, finalmente encuentro el lugar adecuado y me cruzo con un verdadero archienemigo escondido tras su escritorio. Al menos está dispuesto a darme varios trabajos de mierda por una tasa del 50 %, así que acepto. El trato es un completo insulto, por supuesto, y no esperaba que Dude, que en otros juegos se ofende fácilmente y es muy intenso, lo aceptase sin rechistar. En fin, eso es lo que ocurre, así que ahora me encuentro con una serie de opciones entre las que se encuentran cambiar bombillas en las alcantarillas, detener una sublevación en la prisión o simplemente caminar a cambio de dinero. Cada elección es más aburrida que la anterior, y todo el juego es así: misiones diarias de lunes a viernes. No hay un significado más profundo, ni una burla política o comentario social. No hay crítica satírica de la sociedad, solo un empleo remunerado mezclado con bromas que suelen tratar sobre la zona circundante o directamente el esfínter.

En cuanto a la dinámica de juego, la saga Postal es la menos original que te puedas encontrar, pero lo compensan con un sentido del humor retorcido y mostrando que claramente les importa todo una mierda. Un ejemplo es que puedes usar gatos como silenciadores. Este truco no convence a todo el mundo, por supuesto, pero puede funcionar para la audiencia adecuada. Sin embargo, es algo muy difícil de equilibrar. ¿Cuándo pasa a ser demasiado? ¿Cuándo deja de ser divertido caminar por ahí meando encima de la gente? No hay una respuesta concreta a estas preguntas, pero para mí este juego cruza la línea. Postal 4: No Regerts es soporífero y aburrido, tiene una de las peores dinámicas de juego que he probado, el combate es muy poco fluido, el humor es muy tonto y es tan defectuoso y tiene tantos bugs que a veces estuve a punto de explotar y tirar la consola y la televisión por la ventana.

Cuando lucho contra alguien, siempre acabo deseando haber escogido la ruta pacifista, porque la experiencia de combate es tan mala que rara vez he experimentado algo así. La IA es terrible y todos los enemigos corren directamente hacia mí y les explota parte de la cabeza ya en el proceso. A veces se quedan atrapados en algún elemento del entorno o los unos con los otros, en cúmulos grandes, así que no suponen ninguna amenaza. Simplemente te los cargas, porque son objetivos fáciles. Como de costumbre, tengo muchas armas en el inventario, pero ninguna me gusta especialmente. A todas les falta esa sensación de peso y dinamismo. Al final, usé la pistola casi exclusivamente, que me parecía decente pero aun así muy floja. Tampoco ayudaba el hecho de que los enemigos pudieran recibir una cantidad ridícula de balas sin morir según iba avanzando el juego. Uno piensa que la mitad de un cargador directamente en la sien bastaría para hundir hasta al más fuerte de los hombres, pero no. Por otro lado, da igual si muero. Vuelvo a empezar exactamente en el mismo sitio y no pierdo nada, excepto quizá mi honor. Cada encuentro es monótono y carece de espíritu, es como una tarea que hay que completar para poder avanzar.

Explorar Edensin resulta igual de aburrido. Tratar de encontrar algún lugar utilizando el peor mapa de todos los tiempos supone un reto, pero no uno divertido. Al final me cansé de vagar en círculos con incertidumbre y quedarme atrapado en bugs gráficos, lo que me obligaba a reiniciar el juego. Decidí alquilar un vehículo con mi sueldo ganado con esfuerzo y cuál fue mi sorpresa cuando el remedio resultó peor que la enfermedad. Tratar de maniobrar esa criatura rígida, lenta y torpe fue sin duda la peor experiencia que he tenido en un videojuego en años. Si ya antes había muchos bugs, la cosa no mejoró. El mundo es plano pero no le faltan lugares en los que te puedes quedar atrapado y, cuando eso ocurre, bueno entonces puedes decirle a la sesión «Sayonara, hija de puta». Otra cosa muy «divertida» fue que cuando alquilé el vehículo y lo dejé aparcado durante un rato, desapareció. Ya no estaba, sin más.

Algo que odio en los juegos es cuando se plataformean hasta el límite, incluso cuando las mecánicas se desmoronan por completo y no están adaptadas para una tarea así. La parte más difícil de un juego nunca debería ser bajar por una escalera y que eso añada más leña al fuego. Cuando en 2023 el creador no se ha molestado ni en hacer una animación de trepar por una escalera, en vez de permitir que el jugador «flote» en dirección descendente, sabes que es un título totalmente chapucero. Aunque los gráficos no lo son todo en este mundo, los de Postal 4: No Regerts son completamente atroces. Son tan angulares, sin vida e irremediablemente anticuados que la única forma de distinguirlos de los de los juegos anteriores para la sexta generación de consolas es por el año. Los modelos de personajes son de los peores que he visto en la época actual y los efectos de sonido tampoco son gran cosa. Por lo general, no están sincronizados y, como las armas de fuego no tienen ningún tipo de presión, suenan casi como fuegos artificiales.

Todos los defectos de Postal 4 unidos son totalmente desmoralizadores y deberían detener a cualquier persona cuerda de gastar un solo céntimo en el juego, pero lo cierto es que aunque hubiese sido totalmente gratis, seguiría siendo demasiado caro para lo que ofrece.