Aún hoy me sigo maravillando por cómo el estudio Pixar consigue transformar conceptos tan abstractos como las emociones en algo "tangible" para que la mente de un niño y un no tan niño lo comprenda y alcance cierto nivel de autoconsciencia. Lo hemos visto a pequeña escala en cada trabajo del estudio desde la primera película de Toy Story, y luego a lo grande cuando llegó 'Del Revés' y nos mostró que hasta las emociones tienen... bueno, emociones. Pero el laureado equipo de animación sigue explorando los recovecos de la condición humana y la sociedad actual en nuevos e inesperados sitios, y ahora nos presenta En la victoria o en la derrota, una serie donde explorar los diferentes puntos de vista de ocho individuos en el mismo lapso de tiempo y un evento catalizador: Un partido de sóftbol.
Hablaba antes de Del Revés, porque En la victoria o en la derrota de nuevo hace uso de elementos visuales "tangibles" para dar sentido a emociones humanas más complejas, como la ansiedad, el ostracismo o la vanidad. Son elementos que perciben algunos de los protagonistas de cada capítulo de la historia y el espectador, y de esta forma, empatizar instantáneamente con ellos. Y además están muy bien presentados porque, además de tener suficiente espacio en cada capítulo para desarrollar su exposición (bien empaquetado en 20 minutos cada uno), puedes ver como los hilos de la narración se van entretejiendo en segundo plano para formar la gran historia detrás de todo.
Eso sí, no creas que por ser del sello Disney va a tener piedad, porque hay situaciones que pueden ser desgarradoras si te pillan con la guardia baja. En la victoria o en la derrota se presenta como una serie divertida y casi distendida para toda la familia, pero yo no he sido capaz de verla del todo así. Cada personaje tiene al menos tres capas de profundidad sobre su situación. Y en lo más profundo de cada uno hay algo realmente perturbador que, al menos en esta primera tanda de episodios, no tiene el final que uno esperaría de la factoría Disney. Serios complejos de inferioridad, inseguridad, problemas de padres e hijos, corazones rotos, asumir responsabilidades de adultos en la infancia, presión de los compañeros de trabajo, exposición a redes sociales... No quiero explayarme demasiado en todo esto, porque creo que es el núcleo puro de la serie, pero sí creo que hay que ir prevenidos. Los adultos saldréis peor parados aquí que los niños, aunque siempre con una lectura positiva.
Por suerte, también es una serie con la que generar debate si la compartes con los pequeños de la casa. Mientras que unos pueden disfrutar más del humor afinado y actual de sus situaciones, los mayores aprovechamos para hacernos entender un poco mejor. Puede parecer que ese personaje no cuida a su hija todo lo que la niña espera, pero no es hasta dos capítulos después cuando entendemos que esa madre está trabajando día y noche por mantener a su familia y que está al límite de sus fuerzas.
Dedicar un capítulo a cada personaje al tiempo que montar la narración coral requiere de ciertas florituras de guion que voy a reconocerles a Caririe Hobson y Michael Yates. Muy superiores a los de las películas a las que nos tiene acostumbrados Pixar. Si esto es algo que puede abrir el camino a más producciones complejas, estoy completamente a favor de ello.
Tras esta primera mitad de temporada de En la victoria o en la derrota anticipada, reconozco que he marcado en mi calendario las fechas de estreno de los episodios restantes. Pasando brevemente por el apartado artístico, visual y sonoro de la producción, es excelente (con música de Ramin Djawadi, por cierto), el verdadero mérito de En la victoria o en la derrota está en su guion y en la construcción de sus personajes. Absolutamente recomendada para todos los públicos.