Soy un gran admirador de Tom Segura, el cómico que, en muchos sentidos, saltó a la fama en casa de su amigo y monolito de los podcasts Joe Rogan, que ha ido a más en los últimos años. Me encanta su podcast con Bert Kreischer, sobre todo el episodio en el que se da cuenta de que su mejor amigo sigue una dieta carnívora, y también soy un gran admirador de su monólogo. El especial de Netflix Ball Hog es divertidísimo y casi siempre disfruto con la forma que tiene Segura de burlarse de simples incidentes cotidianos y de ver la gracia en lo mundano. Hace tiempo que es para mí una versión algo menos seca y algo más infantil de Jerry Seinfeld.
Así que he estado esperando con impaciencia la serie de Netflix Bad Thoughts (Malos pensamientos, en España), escrita y dirigida por Segura, basada en algunos de sus monólogos, que se centra en todas las veces que le asaltan pensamientos oscuros y asesinos como resultado de las situaciones más molestas de la vida cotidiana. Por ejemplo, podría tratarse del camarero pretencioso que te mezcla mal el café por la mañana y responde con un encogimiento de hombros grosero cuando le pedimos que arregle nuestro pedido.
Segura sueña con irse a trabajar como asesino profesional, que dispara accidentalmente a la persona equivocada y acaba en una situación peliaguda, por no decir otra cosa, en lo que supongo que parecía superdivertido sobre el papel. El problema básico aquí, sin embargo, es (por desgracia) que Segura como actor cómico es mucho, mucho peor de lo que es como él mismo, en el papel de monologuista. Significativamente peor. De hecho, no tiene ninguna gracia. No hay ni una línea, ni una mueca, ni una réplica, ni una floritura de lenguaje corporal o gesticulación que provoque risa aquí y, dado que la dirección también está centrada al 100% en Segura, a sus coprotagonistas tampoco se les permite ocupar demasiado espacio. Por lo tanto, nunca resulta gracioso realmente.
El humor también es descaradamente juvenil, lo que puede ser "gracioso", pero no si todo trata exactamente de lo mismo. Aquí, el guion de Segura trata en un 99,99% sobre el semen, las relaciones homosexuales y los chistes de caca, y tras una docena de sketches con el mismo final estúpido y torpe que carece de delicadeza, es fácil acabar en una especie de estado de medio aburrimiento en el que el resto de la temporada simplemente fluye, como la versión televisiva de un desvarío radiofónico habitual. Diré, sin embargo, que el sketch sobre la bella francesa y su gemela bruja es divertido y lo único de Bad Thoughts que aprecié. Por lo demás, es sistemáticamente pobre.