Rock of Ages ya trae de por sí un título raro, y de hecho la primera vez que oí su nombre se me vino a la cabeza algo así como un defensa de la torre con humor a lo Monty Python. Sin embargo, si bien no me quedó demasiado lejos, no hacen justicia a este pequeño gran juego con el que te lo puedes pasar pipa.
Si tuviera que describir Rock of Ages 3: Make & Break (ups, tengo que hacerlo que es mi trabajo), lo resumiría sencillamente como un tower defense competitivo con gráficos muy chulos y varios modos de juego con clara inspiración de juegos arcade, como por ejemplo Marble Madness. No es del todo conciso ese enunciado, pero no se puede comprimir más. Porque no es uno, sino que desde la misma pantalla de título se divide en dos, Make y Break, es decir, hacer y romper. Hablaremos sobre Make más tarde, de momento nos quedamos con el último porque es donde están la parte un jugador y multijugador.
Para empezar, todo arranca con un tutorial más que decente en el que te plantean las mecánicas básicas. Que son: hacer rodar una roca gigantesca por un trazado, esquivar obstáculos y empotrarla contra la puerta de un edificio. La idea principal es evitar que se dañe o chocarla contra todo lo que se ponga en el camino y chocar contra la puerta del oponente con tanta velocidad y tanta fuerza como sea posible.
Lo segundo que hay que tener en cuenta es que la colocación de los obstáculos de forma premeditada para que la roca de tu rival pierda velocidad y golpee flojito contra tu puerta. Esta batalla es mucho más divertida a los mandos de lo que puede parecer así contada. En parte, porque los dos vais haciéndolo todo a la vez, así que nunca sabes cómo va el otro, ni a la hora de colocar trabas ni a la de tirarse colina abajo. Todo se resuelve al final de forma inesperada.
También tiene su estrategia porque hay varios tipos de pedruscos y de obstáculos entre los que escoger, y también algunos ases en la manga que dependen más bien del modo y la técnica. Porque no es lo mismo colocar vacas que se queda pegadas a la roca que personas, que salen disparadas contra la pantalla. Ni que decir que los cañones y las catapultas van fatal para la integridad de este ser. En cuanto a nuestra personificación calcárea, hay que verlas más bien como el coche o vehículo a elegir, con sus propiedades de velocidad, daño y resistencia.
Los controles han sido simplificados al máximo para que sea fácil maniobrar colina abajo, pero tienen la precisión suficiente como para que se nota la diferencia entre llevar una roca u otra. Han encontrado el equilibrio adecuado.
Conocida esta mecánica, que suena de lo más arcade, hay que sumar una capa de historia. Hay una campaña que te saca de las cuestas y te mete en el mar, a bordo de un barquito navegable en perspectiva isométrica, que te lleva de torre en torre, es decir, de misión en misión. Pero no puede uno perderse en las orillas porque la travesía funciona como timeline de la Historia con mayúsculas. Arranca en la Grecia Clásica y va avanzando de la mano de personajes como Julio César o Guillermo Tell.
Así que, cuantas más pantallas vas completando más estrellas ganas y, con ellas, más partidas puedes jugar o ítems comprar. Hay otros modos de juego adicionales como carreras, duelos, contrarreloj o incluso uno Humpty Dumpty en el que hay que proteger un huevo, o al menos tratar que no se haga pedazos, mientras rueda calle abajo.
Es siempre, pero hay tantas cositas con las que entretenerse durante un buen puñado de horas. Tiene una pinta estupenda y está súper afinado en cuanto a tono y acabado visual, dentro de su sencillez. Cuenta con unas escenas cinematográficas que, una vez que las asimilas, te hacen entender por qué se te pasó aquellos de los Monty Python por la cabeza; por cómo aprovechan el humor para contar pasajes de la Historia sin ningún rigor historicista, sino con dibujos animados.
En cuanto a toda la parte del multijugador online, solo hemos podido conocer lo que hay, pero no jugarlo porque todavía no se había estrenado a la hora de escribir estas líneas. También hay un modo local a pantalla partida, que siempre es muy agradecido aunque pierda la gracia ver dónde coloca los obstáculos la persona de al lado.
No, nos hemos olvidado de Make, es decir, de esa segunda mitad que aparece desde la pantalla de título. Como ya sospecharía mi querido lector, se trata de un editor de niveles en el que hacer torres propias. Empieza también con su propio tutorial, tan agradable y bien explicado como el de Break, pero con Napoleón como consejero en tan ardua tarea. Conseguir una pantalla propia es muy sencillo y eso significa que está abierto a que internet se llene de construcciones de lo más interesantes con el paso del tiempo.
Pues sí que me lo he pasado bien con Rock of Ages 3: Make & Break. De una idea tan sencilla han sacado tantas cosas que hacer y le han dado unos toques tan variados, ya sea en campaña o en multijugador, que no hay quien se aburra. Tiene de repetitivo lo mismo que cualquier arcade, así que si hace clic con tus gustos, te puedes pasar los horas tirando piedras.