Rune fue un buen juego. Tenemos buenos recuerdos de aquellas partidas en LAN con unos Macintosh, aguantado hasta las tantas a saltos entre este y Quake III Arena. Es fácil acordarse del sonido al coger armas en esas catacumbas bajo la arena de combate en la que los vikingos de Rune luchaban por su horno. O de la música del modo campaña. Y qué decir de aquellos graficazos para el momento, justo con el cambio de siglo.
Sus creadores, Human Head Studios, han sido capaces de producir después un gran shooter sci-fi como es Prey, e incluso venía una segunda parte hasta que Arkane se hizo cargo y la convirtió en algo distinto. Así que ellos decidieron volver atrás y, 19 años más tarde, resctar a Thor, Freya, Odin, Loki y todas esas deidades de la mitología nórdica para provocar un poco de caos en la segunda parte, un Rune 2 que en principio se iba a llamar Rune: Ragnarok.
Para Michael Larson y Chris Rhinehart, el original era ese juego soñado. Lo levantaron sobre el motor Unreal Engine, el uno. Era espectacular, con un multijugador increíble y una ambientación mística en la que meterte horas y horas. Todo ese goce se ha ido al traste al tener que analizar este candidato a una de las grandes decepciones del año, y lo decimos tras haberle dado bastantes horas y oportunidades.
Cuando empieza la aventura, el mundo está patas arriba. El Ragnarok está en su punto álgido y los tipos duros como Thor y Odin todavía no han puesto orden al desastre que ha provocado Loki. Te toca convertirte en un vikingo serio llamado Heimdal, que tiene como un par de horas para conseguir las armas, el equipamiento y los puntos de experiencia que pueda antes de ser enviado a una dimensión paralela en la que está el dios chalado. Lo bueno es que, una vez que llega allí, tiene que elegir un compañero de entre Thor, Hel y Odin, que no está nada mal. Representan a las tres clases del sistema, aunque funcionan tan mal como prácticamente todo lo demás.
La historia que vas siguiendo es muy plana y el relato nunca consigue coger ritmo, se interrumpe constantemente. Además, no hay unas líneas centrales a las que engancharse ni tampoco conexión entre algunas partes. La premisa de Ragnarok parece vacía y carente de sentido, y eso que han tenido años para perfeccionarla. Durante la partida tienes que buscar una serie de reliquias que contiene un poder capaz de ayudar a Heimdal en esta misión y, por tanto, de evitar el juicio final. Pero como se hace tan cuesta arriba jugar contra tantos errores, sinsentidos y bugs se te quitan las ganas de saber más.
Por cierto el propio juego también es una víctima de las malas artes del sector. Human Head Studios entró en bancarrota en este tiempo y justo después Bethesda anunciaba la creación de un nuevo estudio en Chicago llamado Roundhouse Studios, formado por la misma plantilla. Eso le sentó como una patada en los mismísimos a Ragnorok Game LLC, que no tenía ni idea de lo que se estaba tramando a sus espaldas, y por tanto decidió dejar de apoyar el proyecto. De ahí que ni haya tenido proyección comercial ni esté pulido de ninguna forma.
También se nota que Human Head Studios tenía sus propios dramas con este proyecto, y que además su plan maestro quedó bastante en entredicho en el momento que Sony Santa Mónica se metió en su camino con un juego de temática nórdica tan maravilloso como God of War para PS4. O al menos creemos que ese puede ser uno de los motivos por los que algunos aspectos de Rune 2 parecen recortes de una caja de cereales pegados después en el juego de cualquier manera. No pegan nada.
Al jugar, podemos comentar que los controles son raros y responde regular, así que no te sientes cómodo a los mandos, que la detección de golpes es horrorosa y que la cámara no para quieta. Después están los bugs, que lo salpican todo, y por separado habría que mencionar que hay parte del juego que, sencillamente, no están terminadas. Hay enemigos que aparecen con un pop justo en tus narices y desaparecen con las mismas, ataques especiales que no se renderizan pero se oyen, texturas que no cargan... y, claro está, a veces 'peta'. Todo, con un aspecto anticuado que no debería suponer ningún problema para un equipo actual.
A Rune 2 le encantaría ser God of War. Lo intenta, de veras. Ofrece esa misma dimensión hack and slash, los mismos planos de cámara, una temática y unos personajes extraídos de la misma guía (en esto, Rune estaba antes), armas semejantes y un diseño general coincidente. También te mueves por esos niveles bastante más cerrados de lo que aparentan ser cargándote enemigos comunes y jefes o paseos en bote.
Además tiene el multijugador. A diferencia del de Sony, en el de Human Head sí puedes colaborar con más personas, como ya hacíamos en el pasado. Hasta tres personas más pueden entrar a su modo PvE para plantar cara a los malos en la dimensión de Loki. Pero es que da lo mismo, porque como no funciona nada, para qué vas a perder el tiempo o dejarte que otro te convenza de hacerlo.
Rune 2 es una segunda parte horrible e indigna, inacabada y mal hecha.