La publicidad sigue creciendo a un ritmo gigantesco en YouTube, y la cosa no va a parar. Quienes más impactos reciben, los más pequeños, tanto por cantidad como por falta de adecuación a lo que ven.
La compañía propiedad de Google ha puesto en marcha un plan, revelado solo tras revisar sus términos y condiciones, para incluir aún más comerciales. En concreto, ha comenzado a colar anuncios incluso en los vídeos de quienes no están sujetos al programa de afiliación, lo que significa que encima la plataforma se queda con todo el beneficio. De momento este mecanismo solo está activo en los Estados Unidos, pero para mediados de 2021 estará en todo el mundo.
Antes de que todo esto entrara el marcha, el 95% de los vídeos de YouTube destinados a niños menores de ocho años contenía anuncios. Los adultos, en la mayoría de ocasiones, tenemos capacidad para dar al botón saltar y no verlos completos en caso de que así lo deseemos, pero los niños más pequeños no. Ya sea porque no domina la tecnología o porque está en una posición fija ante una reproducción que no puede controlar, como por ejemplo en la sillita del coche.
No solo están viendo una gran cantidad de publicidad, además al menos un 20% no es apropiada para ellos. Es la conclusión a la que ha llegado un estudio de Common Sense Media junto a investigadores de la Universidad de Michigan, basado en 1.600 vídeos recogidos de YouTube (no de YouTube Kids) por 191 familias participantes del que se ha hecho eco Al-Jazeera. Entre los productos promocionados están el alcohol, piezas de lencería, videojuegos violentos o productos farmacológicos. En un 30% se mostraba algo de violencia ligera.
Pero los investigadores no solo se han fijado en el contenido, también han estudiado la presentación. Critican que los banners bloquen contenido educativo y que algunos anuncios están colocados para simular que es contenido recomendado o recurren a imitaciones de personajes conocidos como Peppa Pig para atraer la atención de los menores y ganarse visitas.
La regulación de los contenidos en la red es muy escasa y las plataformas como YouTube lo explotan en su beneficio. En las manos de los padres está decidir qué tipo de contenidos reciben sus hijos.