Análisis de Sadame

Shi Sengoku-Den Sadame (Sadame para los amigos) es la última apuesta indie de Rising Star Games para la eShop de Nintendo 3DS. Se trata de un viaje repleto de acción frenética en un Japón feudal -todo dibujado con un apabullante estilo 'pixel art'- donde samuráis, ninjas y más personajes del país del sol naciente se enfrentan a ejércitos de no muertos. Pero, ¿pasa el corte o las katanas están romas?

Armas y acción a raudales

Sadame es un título de acción muy accesible para usuarios que no estén acostumbrados al género, pues no es exigente en sus mecánicas. Al comienzo de la partida hay que elegir uno de los cuatro personajes disponibles, cada uno con diferentes armas y funcionamiento, siendo por ejemplo el samurái un poderoso y blindado luchador a corto alcance que contrasta con la pícara con su arco y armas de largo alcance. Se puede alterar la paleta de color de cada personaje para darle un toque más personalizado al protagonista.

La experiencia de Sadame gira en torno a dos tempos bien diferenciados. Por un lado está la preparación, donde eliges el equipamiento y los set de hechizos que vas a llevar, así como repartes los puntos de experiencia o visitas a un mercader si lo has liberado de su cautiverio en la misión previa.

El control de Sadame es extenso, pero sencillo. Tres botones manejan las dos armas diferentes que cada personaje efectuando diferentes tipos de ataque, que se pueden combinar de una manera predeterminada para ejecutar un combo que, a su ve, irá creciendo con el tiempo. Para complementar las habilidades en las armas existen dos tipos de magia diferentes: el karma y los hechizos. Cada uno se activa combinando los botones L o R con A, B, X e Y y cada uno de los efectos mágicos vas desbloqueando conforme completas capítulos y obtienes armaduras con magia ligada.

Una vez derrotado el jefe, se listan todas las piezas de armadura obtenidas y comienza la navegación por menús que hace de preparación para el siguiente capítulo. Aquí puedes cambiar las armas o armadura del protagonista por unas más poderosas. También es posible engarzar gemas en el equipamiento para añadir efectos adicionales como otorgar a un arco daño de fuego o similares. Si a lo largo de la misión has hallado (al azar) y liberado a un mercader, este te ofrecerá en los menús sus servicios, y por último pero no menos importante, este es el momento en que hay repartir los puntos obtenidos al subir de nivel para desarrollar al personaje, asegurando que cada jugador pueda adaptar la experiencia a su estilo.

¿Orgulloso samurái o un ronin sin honor?

Hasta este momento en el análisis no hemos incidido lo suficiente en uno de los aspectos más llamativos de Sadame. Se trata de un juego precioso, con un acabado píxel a píxel asombroso que sumerge al jugador en lo más bonito del Japón feudal, ya sea por sus personajes, edificios, entornos y sí, por sus enemigos también, inspirados en la cultura nipona. Los episodios de la historia, bastante arquetípica y nada sorprendente, se ramifican ofreciendo distintas posibilidades que llevan a desenlaces desiguales. Por ejemplo, si en un templo budista eliges salvar a unas doncellas, estas crearán un portal que evite un viaje por el bosque. Si por el contrario no logras salvar a las sacerdotisas el juego rw llevará a un capítulo diferente.

Sí subrayamos que es un título que da al usuario mucho poder para personalizar a su protagonista y adaptarlo a su forma de jugar, y de ahí emerge uno de los mayores puntos grises de Sadame. Por muchos puntos de mejora invertidos o hechizos que se puedan desbloquear, al final la experiencia de juego se parece demasiado. En cada una de las pantallas de cada capítulo hay que derrotar siempre a dos oleadas de enemigos muy similares, que mueren de poco más que dos golpes sustituyendo la estrategia por simplemente colocarte de forma que impactes a cuantos más enemigos mejor. Los jefes, aunque espectaculares en su diseño, resultan algo decepcionantes cuando se derrotan en aproximadamente veinte segundos.

Estos detalles no son suficientes para arruinar una experiencia visual y de desarrollo de personaje tan buena y divertida como es Sadame, pero sí es cierto que el juego genera unas expectativas que luego no cumple en su sistema de juego, el elemento más importante en un juego de acción. Lo que podía ser administración de movimientos y combos se convierte en un repetitivo "colócate para matar a cuantos más enemigos mejor de tan solo dos golpes, dos oleadas por pantalla" hasta llegar a un jefe al que cae tras solo dos o tres combos. Se podría decir que, a pesar de su poderoso despliegue visual y las buenas ideas que presenta, Sadame se queda corto a la hora de desarrollar lo más importante de su propuesta, la acción.