La primera persona que se sentó en la silla de director del drama histórico La lista de Schindler no fue otro que Martin Scorsese, algo que no mucha gente sabe. En su lugar, cedió el puesto a otro gran director, Steven Spielberg. En una entrevista con Deadline, detalla por qué no aceptó el trabajo él mismo.
"Para La lista de Schindler, contraté a Steve Zaillian, y Steve y yo trabajamos en el guión. Estuve a punto de dirigirla. Pero en cierto momento tuve mis reservas. No olvides que estamos en 1990. Hice La última tentación de Cristo en 1988. El objetivo de esa película era iniciar un diálogo sobre algo que sigue siendo importante para mí, que es la naturaleza -la verdadera naturaleza- del amor, que podría ser Dios, podría ser Jesús. No estoy siendo culturalmente ambivalente, es lo que hay en nosotros. ¿Dios está en nosotros? Yo soy así, no puedo evitarlo. Me gusta explorar eso".
Scorsese continúa diciendo que realmente pensó que la historia de Oscar Schindler sería mejor si la contara un judío y por eso eligió a Steven Spielberg.
"En el caso de La lista de Schindler, el trauma por el que había pasado era tal que sentí que debía abordar ese tema... Sabía que había judíos molestos porque el escritor de El diario de Ana Frank era gentil. Oí que había gente que se quejaba de Schindler, de que utilizaba a los presos para sacarles dinero. Me dije: "Un momento". Podría... bueno, no defenderlo, sino argumentar quién era. Creo que era un hombre increíble, pero no sabía si estaba preparado para ello en ese momento. Yo no tenía el conocimiento. Recuerdo que Steve Spielberg, a lo largo de los años, me lo mencionaba todo el tiempo. Levantó el libro cuando íbamos en avión a Cannes y me dijo: 'Esta es mi película oscura y voy a hacerla'".
"En aquel momento utilicé la frase: 'No soy judío'. Lo que quería decir es que, según la vieja historia, el viaje lo tenía que hacer un judío a través de ese mundo, y creo que Steven también lo aprendió. Él vino de ... [pausas] ¿dónde está ambientada The Fablelmans, Phoenix? Me dijo que sólo había 200 judíos en Phoenix. No podía creerlo. Porque vengo del Lower East Side, y crecí con la comunidad judía. No estaba siendo altruista, pero solo tenía sentido para mí que él era la persona que realmente debería pasar por esto. Me preocupaba no ser capaz de hacer justicia a la situación".
Y tenemos que estar de acuerdo en que la elección de Steven Spielberg fue extraordinariamente acertada porque el resultado fue una película cruelmente emotiva que te hacía sentirla en el corazón.