Análisis de Shaq Fu: A Legend Reborn

Hay quien dice que Shaq Fu es el peor videojuego de la historia. Rivaliza en el ranking con ET de NES y Super Man de N64. Este beat'em up lateral de SNES, uno de tantos de aquella época, ha logrado ser recordado con el paso de los años, aunque no sea por algo positivo. Además, ese toque macabro que nos caracteriza propicia que hasta se le haya cogido un poco de cariño en vez de más manía. Aprovechando un poco el tirón mediático del viejo juego y la poca vergüenza de su protagonista, el exjugador de baloncesto Shaquille O'neall, Saber Interactive lanzó una campaña en Indiegogo para tomar la temperatura sobre si una secuela sería bien acogida y, de paso, unos puñado de dólares. Pues casi medio millón reunió la broma, aunque huele a la legua que hay tongo porque sale a una aportación media de casi 350 euros, que no se lo cree nadie, y menos con O'neall de por medio.

Esa es la historia, pero lo que nos ocupa es el resultado, ese Shaq Fu: A Legend Reborn que está a la venta en formato digital para PC, PS4, Xbox One y Nintendo Switch, la versión que nosotros hemos jugado. De principio a fin, desde el primer puñetazo hasta la última patada, para que no se diga que nos hemos dejado algún trozo por el camino. Algo realmente muy complicado, porque aquí lo único que debes hacer es ir hacia adelante y matarlos a todos, sin excepción, al tiempo que evitas tu propia muerte.

El planteamiento de la jugabilidad no ha cambiado nada, pues sigue siendo un beat'em up lateral por secciones, de la escuela Golden Axe o Street of Rage, en el que a medida que avanzan salen oleadas de enemigos por la izquierda y por la derecha. La magia de estos juegos ha estado siempre en llevarte al límite en dificultad y reto y en ser capaz de variar un poco, aunque sea mínimamente, gracias a los enemigos o las habilidades especiales. Aquí lo primero es relativo porque ofrece varias configuraciones de nivel, desde una en la que es muy difícil que te maten a otra en la que hay que tomárselo muy, muy en serio. Por lo menos eso lo trae.

Lo malo es que el sistema de combate, si bien es un poquito más avanzado que el de la era 16-bits, no alimenta lo suficiente las ganas de jugar mucho rato. Con los botones sencillos realizas unos combos que debes acabar con patada fuerte para que sean efectivos, aunque también hay una opción para romper defensas que hay que utilizar de vez en cuando y una para golpes específicos. Más absurdo es el botón de salto, porque no es que no sirva, es que es contraproducente. Y ya está, con eso debes estar todas las horas que te dure la partida porque no hay ningún tipo de evolución, mejora o aprendizaje. Bueno sí, la posibilidad de coger en puntos concretos del mapa unos disfraces de cactus y de Mega Shaq con los que repartes a diestro y siniestro.

A través de cinco mundos, con varias secciones cada una diferenciadas que después puedes volver a visitar para hacer récord de puntos, tienes que ir machacando y machacando botones sin mucho más que mover el stick de un lado a otro. El ritmo de combate es rápido, pero hay oleadas tan largas y tan repetitivas que se hacen eternas. Sobre todo porque la variedad de enemigos es mínima, a ojo diría que hay seis. Lo demás son casi clones con distintos trajes de un mundo a otro y un poco más de poder.

Curiosamente, y esto ha sido toda una sorpresa, lo mejor del juego es la narrativa y la estética. Hay un buen trabajo de producción de vídeo para contar la historia de este joven asiático, dominador de las artes marciales, que está en busca de su madre mientras sigue las directrices de su vengativo maestro (doblado por el propio Shaquille O'neal, claro). Esta chorrada de trama sirve para ir viajando por el mundo del famoseo casposo de Hollywood y para enfrentarse a aberraciones de Justin Bieber o Madonna (¿o sería Cher?). No estamos diciendo que la historia sea buena, porque ni lo es ni quiere serlo, pero sí han logrado construir la Loca guerra de las galaxias de los beat'em up. Cada mundo está perfectamente interpretado y dado la vuelta para que sea gracioso, como los fans suicidas del joven cantante guaperas o los soldados nazis camuflados al sol de una playa tropical con la piel como cangrejos.

Técnicamente tampoco se le puede reprochar nada al trabajo de Saber Interactive. Han sabido encontrar un estilo visual moderno y acorde a lo que quiere contar, que gana mucho con las animaciones exageradas de los personajes y con los movimientos más bestias. Además, sabe ganarle a los escenarios tomando un poco de la tercera dimensión, aunque sea poco. Comparte ese estilo alargado y colorido con NBA Playground, pero es bastante menos resultó. Shaq ya ha demostrado en varias ocasiones que lo hace fatal al actuar y aquí no es menos, pero por eso le queremos (todo con subtítulos en castellano). Al menos su presencia habrá servido para encontrar unos buenos productores de música, porque en ese departamento sí hay calidad.

Para hacer un beat'em up de verdad hace falta algo más que poner enemigos unos detrás de otros contra los que lanzarse machacando botones. Hay que darle un sentido, un orden y un escenario. Y generalmente nos da igual si también hay una buena historia o un contexto para acompañar. Pues Shaq Fu: A Legend Reborn ofrece justo lo contrario. No estamos ante un juego nefasto como se suponía el primero, este es suficiente, pero le hace falta algo más que chispa para no ser una sucesión de combates aburridos.