Análisis de Space Hulk: Deathwing

Space Hulk se sitúa en el universo de Warhammer 40.000 y, en esta serie, podrás ver a soldados pesados luchando contra Genestealers (Robagenes), mientras que los Space Hulk (Pecios espaciales) son enormes naves y escombros que se han unido y van a la deriva por el espacio. Aunque Space Hulk: Ascension, de 2014, era un título de estrategia, Deathwing es un FPS, pero eso no significa que el estudio haya dejado de lado las tácticas y la estrategia.

Se podría pensar que con la impresionante y gigantesca armadura que llevas en Space Hulk: Deathwing, uno está a salvo de cualquier cosa. Sin embargo, las cosas no son así. Lo mejor de este shooter de Streum On Studio es que consigue el equilibrio perfecto entre el poder y la vulnerabilidad. De hecho, es increíble que pese a estar en el interior de ese traje acorazado, puedas llegar a sentirte tan expuesto y, al mismo tiempo, tengas el poder de arrasar todo a tu alrededor con un inmenso arsenal.

Básicamente el peligro proviene de hordas y hordas de enemigos que vendrán de cada esquina en cualquier momento. En un duelo podrías cargarte a casi cualquier tiránido sin mayores problemas, pero al venir en gran número te verás obligado a recurrir a las tácticas. Ya sea con la IA en el modo para un jugador o con tus colegas en el multijugador, tendréis que trabajar como un escuadrón y manteneros unidos para que no os superen en número, algo que puede pasar fácilmente ya que salen del techo, del suelo, ¡e incluso de las paredes!.

Esta referencia a Alien es especialmente apropiada porque todo el juego nos recuerda a ella. Incluso la trama, en su sentido más amplio, es parecida: unos soldados encuentran algo (en el caso de Deathwing, un pecio espacial), lo investigan, encuentran algo y aparecen los monstruos. Es más, el simple hecho de tener que derrotar horda tras horda de enemigos alienígenas se suma a la retahíla de similitudes, sobre todo cuando te toca explorar los oscuros pasillos de la nave espacial al mismo tiempo y tu radar muestra puntos rojos de movimiento a tu alrededor.

En sí, el trabajo en equipo es fundamental para sobrevivir a esta amenaza y el diseño de las órdenes de equipo es genial en el modo para un jugador. Si mantienes pulsada la barra espaciadora y mueves el ratón podrás dar órdenes rápidas y sencillas a tus aliados: Nahum y Barachiel (probablemente la que más uses sea 'curar'). No obstante, hay más órdenes disponibles y las opciones tácticas hacen que la experiencia sea más divertida por los distintos enfoques que se le pueden dar a cada situación. Por ejemplo, con las órdenes puedes entrar en una habitación, pedirle a un compañero que mantenga la puerta cerrada y al otro que defienda el pasillo mientras tú avanzas hacia el objetivo para luego ordenarles que te sigan al salir. Eso sí, al en cuanto a la IA te encontrarás con algún que otro momento frustrante, como cuando se encierran tras una puerta, pero en su mayor parte funciona genial. Oh, y si las cosas se ponen peliagudas, podrás utilizar una psicopuerta para teletransportarte fuera del nivel y ajustar tu equipamiento.

De hecho, tu arsenal es otro de los puntos fuertes del título. Irás desbloqueando armas a medida que progresas y si desbloqueas suficientes también podrás desbloquearlas para tus aliados. Lo bueno es que son muy variadas, de forma que acabarás cambiando entre ellas y probándolas todas para encontrar tus favoritas. Nosotros por ejemplo conseguimos equilibrar la acción dándole a Barachiel un Martillo de Trueno para atacar de cerca y a Nahum un arma un poco más débil para que nos curase todo el tiempo desde atrás mientras nosotros blandíamos a Venganza, una ametralladora de medio alcance.

Y todo esto se combina con tus propios poderes psíquicos que, como Bibliotecario, puedes utilizar para causar efectos devastadores. Cuando consigues armas buenas y poderes psíquicos (como Inferno, con el que les echarás fuego a tus enemigos), podrás sembrar la destrucción allá a donde vayas, algo superdivertido y que no se tarda mucho en desbloquear.

Volviendo a las mejoras, encontrarás tres árboles en los que habrá nuevas habilidades. Te recomendamos que valores tu decisión con mucho cuidado porque no te darán muchas oportunidades y a menudo te verás obligado a escoger entre un poder psíquico genial o algo menos divertido, pero que ayudará a tu equipo a sobrevivir.

Además, el juego pinta genial. Ya estés en los pasillos temiendo que un alienígena salte a la vuelta de la esquina o dejando a tus enemigos como quesos de gruyère, todo pinta genial y el trabajo que se ha hecho con la iluminación es muy bueno. Por ejemplo, el parpadeo de las luces en los pasillos y la oscuridad de algunas partes se une a las manchas de sangre que irás dejando por el pecio espacial a medida que te enfrentes a la amenaza tiránida. Por otro lado, la atmósfera del juego está totalmente desprovista de vida humana y los oscuros colores te recuerdan constantemente que el entorno es siempre hostil.

En total, la campaña nos duró unas doce horas y eso sin pararnos demasiado a apreciar los entornos. No obstante, si queréis sacarle todavía más a los nueve episodios del título, también podréis centraros en las Reliquias: antiguos artefactos escondidos en cada nivel, algo que a los fans de W40K y a los que os guste completarlo todo os encantará. Ahora bien, los mapas no son pequeños, por lo que tampoco os será tarea fácil y os llevará unas cuantas horas más encontrar todos los trofeos.

Además, el cooperativo mejora la experiencia y te permitirá jugar la campaña con un equipo de cuatro personas. La verdad es que nos resultó muy divertido y aunque jugamos online con desconocidos, estamos seguros de que puede ser todavía mejor con colegas, entrando a saco por los pasillos y gritando órdenes como si no hubiese un mañana. Por otro lado, el sistema de niveles es diferente e irás desbloqueando armas de forma distinta a la campaña en solitario. En pocas palabras, cargarte cientos de hordas de Tiránidos es divertido, pero es más divertido con amigos.

Por desgracia, también es en el cooperativo donde empiezan los problemas de Space Hulk: Deathwing. Cuando nosotros jugamos, se produjeron varios fallos en los servidores y solo pudimos empezar una de cada diez partidas, algo tremendamente frustrante cuando intentábamos probarlo. Al entrar en la partida, también sufrimos alguna que otra desconexión, pero en general estaba bien. Es fácil conectarse a las partidas, pero cuando ya estás en una, es horrible que te echen. Sobre todo porque parece que es un poco al azar.

Más allá de esto, también nos encontramos con algún que otro fallo técnico y, a juzgar por los foros de Steam no somos los únicos que han sufrido problemas de rendimiento. Sin embargo, también hay que reconocer que no logran arruinar la experiencia. Si controlas mucho los FPS, verás alguna que otra caída, pero si tenemos en cuenta que hay un porrón de enemigos en pantalla, además del gore, las balas, los poderes psíquicos y mucho más, podemos perdonarlo y se puede jugar sin problemas. A mayores, sufrimos un par de 'crashes' en las doce horas de juego, así que no sería justo decir que no hubo problemas, pero tampoco lo sería afirmar que nos afectaron tanto.

El resto son fallos menores. Por ejemplo, los personajes se mueven muy lento y el sprint no dura mucho, algo comprensible si tenemos en cuenta la gigantesca armadura que llevan, pero que hace que la navegación de un punto del mapa al otro sea un tanto tediosa. Además, aunque las armas permanecen igual en cada episodio, los poderes psíquicos se reasignan cada vez que entras a un nivel, lo cual resulta frustrante.

En su mayor parte, Space Hulk: Deathwing es un título con el que los fans de los shooters se lo pasarán en grande, incluso los que no conozcan W40K se divertirán. Evidentemente, los fans del universo lo disfrutarán más, y la profundidad de los personajes y la historia no son tan impresionantes como podrían haberlo sido, pero sigue siendo un shooter atractivo, intenso y muy gore que te ofrece mucha chicha. Por último, los problemillas que nos fuimos encontrando no lograron empañar la divertida estela de destrucción que dejamos por el pecio espacial.