Análisis de Star Wars Battlefront - Rogue One: Scarif

Cuando EA y el estudio DICE presentaron Star Wars Battlefront llamó la atención su decisión de basar el videojuego y sus expansiones en la trilogía original de La guerra de las galaxias y no en la última película, que se estrenó solo unas semanas después, El despertar de la fuerza. Por muy coloridos que sean sus cazas o lo mono que sea BB8, los episodios IV, V y VI siguen grabados a fuego en la cultura popular y son imbatibles.

El shooter estelar rápidamente ganó popularidad, eso se tradujo en buenas ventas y, por último, en un Star Wars Battlefront 2 ya confirmado. El próximo juego, ahora sí, se centrará en la nueva trilogía. ¿Y dónde queda entonces Rogue One, la película que se estrena este 15 de diciembre? Cronológicamente corresponde a la trilogía original ya que cuenta los hechos previos al cuarto episodio, y como tal DICE ha decidido encajarla en el primer juego como su última gran expansión.

En Rogue One: Scarif la cosa vuelve a ir de batallas espaciales como en la expansión de La Estrella de la Muerte, que además dejó varios modos de juego nuevos. Arranca en el espacio, con el jugador controlando la nave en nombre de un piloto de la rebelión que debe ayudar a que un U-wing llegue al planeta Scarif a través de los escudos, después recoger tres objetos muy importantes, y por último volver a la nave. O, en caso de jugar como El Imperio, todo lo contrario.

Pero, a diferencia de lo que ocurrió en la majestuosa batalla del satélite artificial, aquí no está tan claro qué es lo que hay que hacer en el planeta. Los modos de juego, o las dinámicas propuestas por llamarlo de alguna forma, también dan la sensación de ser un batiburrillo de conceptos poco cohesionados. Así que tienes que echar unas cuantas partidas hasta que resulta obvio qué hacer en cada momento; y no es muy agradable porque al final lo único que quieres es empezar a freír con rayos láser a cualquiera que se ponga por delante. Complica las cosas de forma innecesaria para un juego que no es tan profundo como para merecerlo y al final lo que consigue es que la gente empiece a correr de aquí para allá como pollo sin cabeza y colándose sin querer en zona enemiga, incluidos nosotros. Por tanto, gran parte del aspecto táctico se va al garete.

La cosa no mejora, aunque tampoco empeora, en las secciones de vuelo porque básicamente son un clon de las de La Estrella de la Muerte. Batallas entre Cazas TIE y Destructores Estelares en las que cambian los objetivos y algunos objetos. Pero por suerte hay un elemento sorpresa que es toda una delicia, la superficie de Scarif. El escenario es una tierra verde y soleada con un mar azul que invita a viajar por él casi tanto como a robar los planos de la nave.

Scarif tiene una vegetación única, con matas frondosas que dificultan la visión a distancia y altos palmerales que dibujan multitud de caminos entre los que practicar emboscadas. Parece un shooter pasillero, pero sin pasillos, porque te deja esconderte entre la naturaleza para sorprender a los enemigos o para atajar. Al final la partida se convierte en una batalla de distancias cortas en la que un cañón láser con alma de escopeta se revela como el arma ideal para acabar con rivales de un solo disparo.

Pero para quienes estén buscando zonas más grandes y abiertas en las que afinar la puntería están las zonas de playa. La estrategia cambia por completo y con un poco de paciencia y otro de finura se puede convertir en una cacería a lo Salvar al soldado Ryan. Los edificios de estas zonas, muy bien decorados y algunos con el nuevo Tie Striker aparcado esperando a despegar, también ofrecen algunas alternativas de shooter multijugador clásico, como pequeñas barreras en las que parapetarse y atacar con granadas.

La tercera expansión de Star Wars Battlefront sigue siendo la mejor y más completa, pero al final Rogue One: Scarif no se queda tan atrás. Los niveles tienen un diseño cuidadoso y son divertidos en batalla, además de ser muy distintos a todos los que hemos tenido hasta la fecha en este juego. El mayor problema está sin duda en el formato de distribución que propone EA, es decir, en que solo pueden jugarlo quienes lo compran, que está provocando que haya poca gente que ha llegado hasta este último DLC. De momento no hay ningún problema, hay jugadores de sobra para disfrutar mañana, tarde y noche, pero veremos qué pasa después de las vacaciones, como ya está ocurriendo con Bespin.

Como es costumbre, la descarga también incluye un par de personajes nuevos. En este caso son los protagonistas de la nueva película, Jyn Erso por La Rebelión y Orson Krennic por El Imperio. Ninguno de los dos aporta demasiado a la jugabilidad como por ejemplo sí ocurría con Chewbacca y Bossk. Más curiosa es una de las dos armas nuevas, la Ersos A180, un láser que sirve como rifle y como arma a corto alcance, aunque el invento está un poco cogido con pinzas.

Rogue One: Scarif cumple bien como cierre para la serie de expansiones de Star Wars Battlefront y tiene miga como para que pudiera seguir jugándose en sus niveles durante bastantes meses. Sabemos que está el problema del agotamiento pero es probable que a partir de 2017 EA empiece a rebajar el precio del Pase de temporada y aparezcan unos cuantos soldados más en los frentes. Puede que no llegue al nivel de La Estrella de la Muerte pero es un DLC que merece mucho la pena y que no solo los fans van a agradecer.