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Super Smash Bros. Ultimate

Análisis de Super Smash Bros. Ultimate

El mejor Smash Bros. de la historia está en Nintendo Switch.

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74 luchadores, 103 escenarios, más de 900 canciones y más de un millar de Espíritus. No somos muy fans de las cifras, pero la carta de presentación de Super Smash Bros. Ultimate es una que no se lee todos los días, y que hace de contundente introducción a un juego como muy nunca hemos visto hasta la fecha.

La franquicia Smash Bros. ha evolucionado mucho a lo largo de todos estos años. Lo que comenzó como un "juego de niños" en Nintendo 64, poco a poco ha madurado hasta ser lo que es a día de hoy. Ya vimos claras trazas de ello en la entrega de Wii U, esa tan redonda en manejo, mecánicas y representantes en su reparto de luchadores; pero es en Ultimate donde Masahiro Sakurai y los suyos han terminado de dar el gran golpe, donde se han desmelenado en formas y en contenidos.

Decíamos hace no mucho que este Smash Bros. que llega a Switch tenía todas las papeletas de ser una Gran Enciclopedia del Videojuego, y ahora lo afirmamos sin medias tintas. Pocas veces se ven tantos nombres de sagas y franquicias tan dispares reunidos bajo un mismo techo y, aunque ya estamos algo acostumbrados a ello por la trayectoria que ha ido tomando la serie durante estos años, ha sido aquí, en Ultimate, donde todo ha terminado de volar por los aires.

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Los primeros responsables de esta explosión que tenemos que señalar son los Espíritus. La nueva mecánica de juego no es solo una parcela reducida dentro de todos los modos disponibles, es el leit motiv de esta entrega y el medio perfecto para incluir tantísimo homenaje en tan poco espacio. De hecho, es en el Modo Aventura, El Mundo de Estrellas Perdidas, donde más brillan todos y cada uno, no solo por lo que hacen, sino por cómo lo hacen.

No vamos a entrar en cómo funciona este sistema de espíritus tan RPG, dado que ya lo hicimos en nuestra impresión final; tampoco vamos a entrar en terreno de spoilers, porque las múltiples sorpresas que hay en esta modalidad son algo que merece la pena ser descubierto por uno mismo. Lo que sí vamos a decir es que la batalla contra Lúmina, que comienza con la muerte de prácticamente todos los personajes menos Kirby, trae consigo innumerables horas de combates y de paseos por mundos que, repetimos, son una auténtica locura.

Vaya por delante que esto no es un Emisario Subespacial (como el modo aventura que introdujo Brawl en Wii), que no quiere serlo, ni necesita serlo. Cambiar aquella mezcla entre plataformas y beat 'em up por un componente más rolero y complejo es una decisión acertada y, aunque tampoco hay una narrativa que tenga un gran peso, se guarda algún que otro as bajo la manga para que el jugador se lleve las manos a la cabeza más de dos veces. Os vais a sorprender mucho y, si sois de los que lleváis tiempo aporreando botones en consolas de todo tipo, en más de una ocasión os daréis cuenta del cariño y el mimo con el que se trata a tantas franquicias e iconos aquí.

Lo decimos tras haber perseguido a un Rathalos, tras haber recorrido el castillo de Drácula e incluso tras haber perdido la cuenta de las veces que Bowser nos ha machacado en un castillo de lava. Todas esas situaciones vividas a lo largo de tantos años se concentran aquí, adaptadas a las normas de Smash Bros. para tener una nueva perspectiva, pero con un claro trasfondo de homenaje que te lleva a exclamar más de una, de dos y de tres veces eso de "¡pero cómo se les ha ocurrido esto!".

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¿Nostálgico? Pues claro.
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No es solo una cuestión de introducir a tal o cual personaje, es algo que va más allá y se refleja en el planteamiento de las "mazmorras" que esperan en el modo aventura, en los diferentes dojos o establecimientos en los que varias figuras de distintos juegos se encargan de ofrecer mejoras, o en el mero hecho de cómo se representa cada espíritu en el aspecto y comportamiento de un luchador. Puede que no podamos pelear contra representaciones totalmente fidedignas de esas figuras que se nos muestran por pantalla, pero su adaptación a los medios y las reglas de Smash Bros. es sublime.

¿Recordáis cuando erais pequeños y cogíais vuestras figuras de vaqueros para convertirlos en astronautas? ¿Cuando cambiabais las normas de un juguete para adaptarlo a una situación totalmente diferente? Servidor era de los que aprovechaban los libros con relieve para convertir cada recorte en un pasadizo a recorrer con sus muñecos. Para hacer que, lo que a priori era un libro de cuentos, se convirtiera en un escenario más interactivo para sus juguetes, en otra cosa completamente distinta para disfrutar aún más de ello. Y eso mismo es lo que se ha hecho en Smash Ultimate.

Aquella lejana idea del niño que jugaba con unas figuras de Nintendo que se convertían en luchadores se ha rescatado aquí, pero con una perspectiva muy distinta. Ahora son esas figuras las que se transforman aún más para hacer de Sonic un Metal Sonic, de R.O.B. un Guardián de Breath of the Wild o para llevarte a un combate contra el Dr. Willy y sus 8 Master Robots, encarnados en 8 Mega Man con colores y patrones diferentes, y dispuestos a hacerte la vida imposible.

Un alarde de creatividad constante que te lleva de la mano en una aventura que se ciñe a exprimir la esencia de Smash Bros., que no son más que sus combates de lucha, y la gira, la retuerce y la vuelve a moldear para plantear situaciones de todo tipo en cada batalla. Mucho ojo si pensáis que se puede superar sin manejar demasiado el equipamiento de espíritus y sus atributos, como también el árbol de habilidades (los combates dan orbes con los que desbloquear más y más), hay peleas que pueden ser un auténtico infierno si no se da con la combinación adecuada.

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Podemos decir exactamente lo mismo del Tablero de Espíritus. Este otro modo, aunque más directo y pensado para superar desafíos en partidas cortas, hereda el punto fuerte de la aventura sin mantener su mundo ni su hilo conductor. Lo quita todo para dejar lo esencial, los combates, desencadenando un ritmo mucho más rápido, intenso y satisfactorio. Entras, peleas un poco, cambias algunos espíritus según las situaciones que se te planteen, ganas, desbloqueas y a otra cosa. Genial, por cierto, para jugar con la consola en Modo Portátil, donde además mantiene el tipo con total fluidez y orgullo.

Todo esto es lo que forma parte del apartado dedicado a Espíritus, el lado más espiritista del juego, pero no es lo único que hay. Hablamos de la mejor entrega de Super Smash Bros. hasta la fecha. Y lo decimos con firmeza y con la boca muy llena, no solo por lo bien que funciona todo, sino por la cantidad de modos que hay a disposición del jugador y su genial construcción.

Uno de los puntos más favorables de Smash Bros. Ultimate, por citar uno de tantos, es que ha conseguido mejorar algo en lo que su predecesor flaqueó muchísimo. El abanico de modos para un jugador, o incluso para varios, se ha ampliado para ofrecer algo más con lo que mantenerte a los mandos. Sí, los combates deben ser atractivos y vuelven a serlo gracias a esa maestría que hace que funcionen tanto si sabes como si no sabes jugar; pero no dar modalidades de juego es algo que merma muchísimo la vida útil de un título.

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¿Donkey Kong Country dentro de Smash Bros. Ultimate? Sí.

Ultimate sabe capear eso muy bien y, aunque se echan en falta detalles como aquello de competir para ver quién manda un saco lo más lejos posible o las más que añoradas dianas, todo su conjunto funciona por cantidad, por calidad y por ese pequeño paréntesis que hay siempre para dar sentido a todo sin perder el siempre presente toque de homenaje. Solo hay que echar un vistazo al Cajón de Sastre y adentrarse en el Smash Arcade, el arcade tradicional al que se accede pagando con monedas de juego, para ver que esta vez está completamente tematizado para dar un contexto a cada personaje. No peleas contra un puñado de enemigos aleatorios en diferentes fases, hay un hilo que justifica tus rivales, unas mecánicas que pueden cambiar según tu elección y, al mismo tiempo, un desenlace con un jefe final pensado para encajar con la minihistoria jugada.

¿Buscas algo distinto a esto? Sakurai y los suyos te lo dan con el Asalto para enfrentarte a oleadas de 100 enemigos, marcarse un All-Star contra todas las leyendas que se reúnen aquí o lanzarte a por el desafío más difícil de todo el juego con el Asalto intrépido. ¿Quieres pulir tus habilidades? Tienes un modo entrenamiento que traza trayectorias, registra hitboxes y te da todos los datos que necesitas para mejorar y experimentar. ¿Quieres detenerte a escuchar la brutal banda sonora que suena? Puedes convertir tu consola en un reproductor de música mientras estás a otra cosa y disfrutas de las geniales versiones que hay de los temas más emblemáticos de la historia del videojuego.

Smash Bros. Ultimate no va a medias con nada, lo hace todo elevado al infinito, como bien adelantaban los números que anotábamos al principio. Además, se esfuerza por dar recompensas en todo momento al jugador para hacer que no haya una partida en balde. Si juegas en Arcade, en Aventura o en el Tablero, incluso en los asaltos, siempre recibes recompensas, sea en forma de espíritus, de objetos para alimentarlos, de ilustraciones, de canciones o incluso de luchadores nuevos. Mucha atención a esto último porque, recordamos, se comienza con el reparto de ocho personajes del Smash 64 original y, poco a poco, se van sumando fichajes a medida que se juega.

Aparte va El Mundo de Estrellas Perdidas, que comienza única y exclusivamente con Kirby para, poco a poco, quitar los espíritus que poseen a los luchadores principales y desbloquearlos tanto aquí como en el resto del juego. Hay que destacar, para evitar confusiones, que hay una retroalimentación total en todo el juego en lo que a los Espíritus y objetos se refiere, si bien todos los personajes desbloqueados fuera de la aventura no podrán usarse en ella, aunque sí al revés. Algo con total sentido, ya que rompería tanto el argumento de esta como el equilibrio de su dificultad.

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El equilibrio, de hecho, es una de las palabras que está presente en cada partida, además de esa continua sensación de recompensa. Hay algo que siempre ha caracterizado a la saga Smash Bros., y no son más que las mecánicas de combate. Ultimate ha cogido la base casi perfecta de la entrega de Wii U y ha hecho pequeños pero importantes cambios. Los personajes pesan más, pero a su vez son más rápidos, el landing lag se ha reducido para facilitar los combos, pero a la vez se ha aumentado el knockback en la mayoría de ataques. Son pinceladas detallistas técnicas, de las que se dan a la hora de hacer los últimos remates y cambian el conjunto por completo. Son las que hacen que, aunque todo resulte familiar, haya que cambiar el chip por completo para dominar a uno o varios personajes a nivel más pro.

Y sí, es muy probable que alguien que lea esto último no entienda nada, que tú mismo te estés rascando la cabeza mientras piensas que esos términos técnicos son desvaríos del que escribe, pero ahí es donde entra la magia. Smash Bros. Ultimate es totalmente fiel al concepto de fácil de aprender, difícil de dominar, y es capaz de ser interesante y satisfactorio tanto para alguien que no ha tocado un mando en su vida, como para el que tiene la competitividad en vena. Es válido para reuniones de amigos que solo quieren pasar un rato entre golpes, explosiones y el caos total con un solo Joy-Con en la mano (da un control mejor del que esperábamos), y también para los que son de uno contra uno, sin objetos, en Destino Final (inciso para puristas: regocijaos, el Mando Pro va como la seda).

Nos quedamos con las ganas de ver cómo funciona todo el entramado online, ya que nos ha sido imposible probarlo. De este depende el futuro del juego, por lo que es uno de los puntos donde Nintendo debe demostrar que escucha a los jugadores y que su servicio Nintendo Switch Online de pago merece la pena. En sus manos queda que estemos ante un juego que permanezca durante muchísimos años, sobre todo si se mantiene la intención de reequilibrar a los personajes cada cierto tiempo en base a las estadísticas de los usuarios. No se nos ocurren grandes desequilibrios actualmente, pero será la gran comunidad la que termine de ver si hay importantes cambios a hacer aquí, y la Gran N la que deba tomar cartas en el asunto.

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Sí se nos ocurren algunos peros. Que los menús vuelvan a carecer de interacción táctil es algo prácticamente antinatural para la plataforma en la que estamos y la ausencia de algunas pequeñas modalidades se nos hace extraña para un juego con tanto contenido que ofrecer, con tantas opciones para jugar y con tanto amor por el detalle. Pero sabemos que hay intenciones de alimentarlo durante mucho tiempo y que, en la era en la que vivimos, todo esto puede solucionarse con parches que traigan más y más todavía. Si este Smash Bros. sigue la senda de Splatoon 2, acabará siendo perfecto.

Si tuviéramos que definir con una sola palabra lo que es Super Smash Bros. Ultimate, el término más adecuado es "locura". Es de locos cómo un juego puede concentrar en su interior tantas mecánicas, tanto homenaje y tanto amor por la industria y, al mismo tiempo, funcionar genial, no saturar al jugador y dar algo nuevo tanto a neófitos como a veteranos. Salvo algunas ausencias, ofrece más en todos los sentidos. Más modos, más contenidos, más personajes, más canciones, más escenarios. Más diversión. Es un salto a nivel cualitativo y cuantitativo que nos obliga a definirlo como lo que es: el mejor Smash Bros. de la historia y el mayor homenaje a la industria del videojuego.

¿Qué será lo próximo? No podemos ni imaginarlo, pero sabemos que, hasta que llegue, tenemos una joya, un juego indispensable para cualquiera que tenga una Switch en casa.

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10 Gamereactor España
10 / 10
+
Contenido a rabiar en todos los sentidos, jugabilidad más refinada y con el atractivo de siempre, el modo aventura está repleto de sorpresas.
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El planteamiento de la aventura puede ser tedioso si buscas algo más allá de las peleas, faltan algunas modalidades.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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